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Columnas y artículos de opinión
El pleito del NAIM, no es por la ubicación es por el botín
Luciano Blanco González
19 de octubre de 2018
alcalorpolitico.com
Los titubeos de quienes integrarán el nuevo régimen gubernamental en la toma de decisiones, reportará para el responsable y para el país en general un alto costo político y económico difícil de recuperar.
 
Andrés Manuel está empecinado en cumplir los compromisos que contrajo con sus aliados y ello hace que inevitablemente caiga en una serie de contradicciones que antes de que tome protesta como Presidente de la Republica, retumbarán en todo el ámbito nacional con actos y voces de protesta e inconformidad.
 
Es cierto que la democracia formal, es decir la que se desarrolla bajo un marco jurídico con reglas claras, con procedimientos definidos y autoridades establecidas, es un ejercicio civilizado que da certidumbre para definir la decisión mayoritaria que se tome.
 

Pero acotemos, la democracia formal, es un acto relevante y propio de las instituciones, por ello la encuesta sobre la ubicación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México es valida esencialmente en cuanto que con ello se trata de justificar una decisión de un gobierno que aún no lo es y por tanto puede adoptar cualquier forma sin que ello signifique legalidad.
 
Este es un ejercicio al que no estamos acostumbrados, pero que de antemano no compartimos porque a todas vistas se trata de una maniobra populista que nadie solicitó y por lo tanto su idea parte de una estructura cupular que se fundamenta en el principio de tomar las decisiones en base a lo que diga el pueblo, considerando que el pueblo está preparado para emitir opinión en asuntos tan importantes como el que se trata, que inclusive lleva consigo la seguridad nacional.
 
A Don Andrés no le ha caído el veinte de que para eso lo elegimos a él como Presidente, para que nos represente y que tome las decisiones que más convengan al país, si considera necesario cancelar la construcción del aeropuerto en Texcoco por razones de austeridad, o porque considere que es inviable por motivos ecológicos o por el motivo que sea pues que lo cancele.
 

Pero qué necesidad hay de confrontar a la opinión pública, montando un teatro con un pésimo guion, sin libreto previo y sólo por quedar bien con los intereses a que pretende satisfacer.
 
No sabemos en esencia qué se pretende, lo que sí sabemos es que los aeropuertos son un gran negocio del que nos debemos de preguntar en manos de quién están y aquí es donde el futuro Presidente debe de poner mucha atención.
 
Sabemos que hay un aeropuerto saturado con 40 millones de pasajeros al año que pagan grandes cantidades de dinero por su uso, para tener una idea de los montos, baste referir que cada pasajero en vuelos internacionales por viaje debe de pagar 44.07 dólares más IVA, que son un aproximado de 900 pesos, en los vuelos nacionales se pagan 23.20 dólares un equivalente de 460 pesos. Esto es lo que conocemos como el TUA (Tarifa por el Uso del Aeropuerto) agregando el pago extra por equipaje.
 

Hay otros derechos que se cobran a las aeronaves, como el uso de plataforma, (embarque y desembarque) se paga también un derecho del uso de los aerocares que son las plataformas por las que ingresan los pasajeros a los aviones, los aviones tienen que pagar también por aterrizar y esta tarifa se establece en base al tonelaje de la nave, además hay un derecho que pagar por cargo de combustible que se calcula en base al número de litros que las compañías tienen que utilizar para abastecerse, calculándose por metro cubico de combustible que utilicen las empresas.
 
Súmele a estos ingresos, entre otros, el producto de rentas millonarias que pagan los cientos de comercios ahí establecidos en locales de restaurant, cafetería, bar, casas de cambio, boutiques, farmacias y un mundo de servicios que se brindan a los usuarios. Así como para el transporte de mercancías desde distintos partes del mundo.
 
Ahora bien, por si usted no lo sabe, el Aeropuerto Benito Juárez, tiene una larga historia que se remonta a la primera década del siglo pasado, en que de manera rustica y por ser un despoblado se utilizó para planear aquellos viejos aeromotores, el auge aeronáutico hizo necesaria su reglamentación y la construcción de una infraestructura que, conforme a las exigencias, se ha ido modernizando, pero a pesar de todas las adecuaciones, ahora es insuficiente y se requiere con urgencia un nuevo aeropuerto que permita el arribo seguro de viajeros, empresarios, turistas y un mundo de usuarios que por la distancia se ven obligados a utilizar este medio de transporte, así como el porte de mercancías y efectos provenientes de todo el orbe.
 

Por ello Vicente Fox, previos los estudios técnicos para resolver el problema, anuncio la construcción del nuevo aeropuerto en los terrenos de Texcoco, Estado de México y de ahí surgieron los machetes de los campesinos defendiendo su tierra, comenzaron una serie de protestas en los pueblos aledaños como Atenco, Chimalhuacán y Texcoco, que culminaron con una violenta represión que repercutió a nivel nacional, cancelándose por ese motivo el proyecto aeroportuario y para paliar la situación se ordenó la construcción de una nueva terminal que sería la terminal 2, inaugurada por Felipe Calderón.
 
El actual Presidente, Enrique Peña Nieto considerando la urgencia de resolver el problema, volteó hacia el Estado de Hidalgo y se enfocó hacia Tizayuca, en donde encontró el inconveniente de que no era procedente porque éste y la base de Santa Lucía se estorbarían mutuamente por lo que se enfocó nuevamente en Texcoco.
 
Don Andrés sabe que la base militar de Santa Lucía no es opción para convertirla en aeropuerto civil, por el alto costo que significaría tener que construir aparte de las 2 pistas que resolverían a corto plazo el problema de saturación, no nos ha dicho a dónde mandaría a los militares y todo su equipo de aviones, avionetas y helicópteros que deben de ser muchos, pues la Fuerza Aérea Mexicana es potente, la defensa de México no puede quedar a la deriva y por ello, si le desocupan el predio deberá construir otro aeropuerto, duplicando gastos.
 

Además, eso no es todo, si persistiera en la idea de conservar el actual aeropuerto y complementarlo con la base de Santa Lucía, sería incosteable por los elevados gastos operativos y de administración que se generan con la duplicidad de controladores aéreos, equipo, operadores, mecánicos, vigilancia, aduanas, en fin que con todo esto se elevan costos en detrimento de los usuarios y de las compañías.
 
El problema no es tan solo de pistas, es también de diseño, nuestras pistas no están construidas a la distancia reglamentaria entre cada una de tal manera que se permita la entrada y salida simultanea de aviones, que no puede hacerse por el peligro de rosarse entre sí y causar accidentes, además de que sus puertas es decir sus estacionamientos de aviones es solamente para 70 naves, mientras que en el mundo las puertas son hasta para 300 aviones, así es que ni Santa Lucía le resuelve el problema, menos el aeródromo que no aeropuerto de Cuernavaca, o el peligroso aeropuerto de Toluca (por la altura) o el de Puebla.
 
La solución es Texcoco, pero es aquí donde Don Andrés se encuentra con el posicionamiento de las actuales elites económicas, aliadas de su acérrimo enemigo Carlos Salinas de Gortari, cuya familia es dueña de grandes contratos al igual que “El Grupo Atlacomulco” de Carlos Hank Ron y todos los rescoldos de quienes obstaculizaron su carrera política apoltronados en el PAN y el PRI.
 

Y en la cancelación ve Don Andrés la mejor oportunidad de tomar legítima venganza pegándoles donde más les duele, en el bolsillo, en la bolsa multimillonaria que representa la gran obra, contemplada a largo plazo como un inmenso resumidero y obra que podría subsidiar el resurgimiento de los partidos antagónicos al suyo.
 
Al parecer las consecuencias no importan al líder, porque ya encontró a quién echarle la culpa de su desacertada decisión, será a esa masa anónima de ciegos seguidores a quienes les tiene tomada la mano y que como autómatas votarán en contra de Texcoco.
 
Si se inclinara por la base militar de Santa Lucía, más de Cien mil millones invertidos se irían a la basura y otra cantidad igual para indemnizar a las compañías por los daños y perjuicios que ocasionaría la rescisión y que de antemano están pactados, una cantidad igual para construir las dos pistas de ese aeropuerto y otra igual para construir el que hospedará a la Fuerza Aérea Mexicana.
 

Pero qué importa si con ello desplazara y dañara a sus odiados enemigos y los substituirá por otra elite económica afín a sus estrategias, a sus ideas y a su ego que lo eternizarán en el poder, con esa medida el mensaje que se manda al gran capital nacional y extranjero es que México no es un país seguro para invertir, por la inseguridad que configura el gobierno en el cumplimiento de sus compromisos.
 
Está bien que si es Texcoco revise minuciosamente los contratos, rescinda aquellos que resulten leoninos, cancele lo innecesario y castigue a quienes hayan incurrido en actos de corrupción, todos estaremos con él en esa cruzada de moralización, pero de lo contario el reclamo será unánime porque el alto costo económico lo pagaremos nosotros los causantes.
 
Pero el líder está jugando con fuego, así como está tratando de desplazar a las elites económicas, también intentará desplazar las elites políticas, ya tiene preparado el trono para que la maestra Elba Esther se siente triunfal a dirigir el sindicato magisterial y a Napoleón Gómez Urrutia para coordinar el movimiento obrero, entre otras jugadas visibles que se notan de inmediato por los indicios que ya se ven, aunque como Andrés es impredecible no descarten que Elbita ya se prepara para el exilio, según su viaje misterioso a Xalapa a tramitar su pasaporte.
 

Seria aberrante decir que nadie cree en la mini encuesta, porque tiene la imagen de una amañada simulación por el manto político que la cubre o por la sesgada manipulación que de ella se está haciendo, en virtud de que no existe un padrón, no es a toda la ciudadanía a quien se encuestara porque entonces deberían de tener la oportunidad de opinar los aproximadamente 90 millones de ciudadanos empadronados, puesto que solo se consultará a los habitantes de 538 municipios, escogidos por quién sabe quién y en base a qué perfil, que depositarán su opinión en 1073 urnas, cuando en el ejercicio anterior se instalaron 157 350 casillas. ¿Quién nombró a los funcionarios de las urnas? ¿Quién vigilará las urnas para que no se rellenen a gusto del que manda? ¿Quién contara las boletas? ¿Qué autoridades? ¿Quién dará a conocer los resultados? También, quien sabe.
 
En fin que por lo dicho, el pleito no es por la ubicación del nuevo aeropuerto, a pocos interesa que se haga o no se haga el aeropuerto o que se haga en donde sea. El centro de esta discusión mayúscula es la lucha por apoderarse del control de los millones y millones de pesos que cuesta la obra que para algunos es un jugoso botín que si es Texcoco, ya está repartido entre los que se van, y si es Santa Lucía se repartirá entre los que llegan, mediante adjudicaciones a los amigos para elevar una nueva elite. En el fondo la clase política en general da la impresión de que se encuentra en el mercado peleando por un gran negocio. A Andrés le deseamos que tome la mejor decisión que nos beneficie a todos. Por el bien de la causa.
 
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