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Columnas y artículos de opinión
Prosa Aprisa
Ausencia oficial en horas de emergencia
Arturo Reyes Isidoro
22 de octubre de 2018
alcalorpolitico.com
A solo 39 días para que concluya su gestión, a solo 10 para que empiece a entregar el gobierno, perdida la gubernatura para su hijo, con la administración pública estatal en emergencia financiera y ya sin ningún incentivo por alcanzar en el cargo que ostenta, cabe preguntar si el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares tiene ánimo para acudir en auxilio de los miles de afectados y damnificados por las graves inundaciones que se están dando en prácticamente todo el territorio estatal.
 
Preocupa que la autoridad esté ausente físicamente en las zonas dañadas porque si bien con su presencia no evita el desbordamiento de ríos y arroyos y sus consecuencias, al menos alienta a las víctimas, muchas de las cuales han perdido todo, en dramáticas situaciones como las que se vivieron en la gran inundación de 1999, hace 19 años.
 
Preocupa porque las inundaciones no comenzaron ayer sino hace ya varios días, y no se sabe que el Gobernador o el secretario de Protección Civil, Juan Carlos Saldaña Morán, estén recorriendo el Estado para coordinar acciones de ayuda y auxilio, para establecer centros estratégicos de acopio de ayuda material y de comandos que coordinen el reparto y las labores de rescate, y extraña que hasta ahora no hayan instalado un comité de emergencia con la participación de todas las áreas de gobierno federal y estatal, no obstante que miles de veracruzanos están bajo el agua.
 

Solicitar declaratorias de emergencia y decir que se emitieron alertas de todos los colores del arcoiris está bien, pero no es suficiente. La gente necesita la ayuda ya, de inmediato. Hasta anoche la autoridad estatal, en especial la de Protección Civil, no había informado que se hubieran habilitado albergues con cocinas calientes y servicios médicos ni agua potable suficiente, cuántos ni en dónde, ni que se hubieran establecido centros oficiales de acopio de ayuda para los hermanos en desgracia. Reprobablemente tampoco la autoridad de la Secretaría de Educación de Veracruz había salido a anunciar la suspensión de clases en las zonas inundadas.
 
Las únicas imágenes oficiales que había anoche en las cuentas de Facebook y de Twitter del gobernador Yunes lo muestran en la 26 Zona Militar “El Lencero” vestido informalmente pero bien, seco, zapatos limpios, abrigado con una chamarra, lejos de las áreas de desastre, bien protegido.
 
En las redes sociales se multiplicaban las imágenes, fotos y videos, de las horas de angustia que viven miles de veracruzanos y en todas están ausentes las autoridades del Gobierno del Estado. Para más, las únicas imágenes en video que vi por la noche fueron las de los heroicos soldados del Ejército Mexicano con el agua hasta la cintura cargando, sacando niños y mujeres de sus casas para ponerlos a salvo.
 

Aquí es donde se necesitan las despensas, las colchonetas, los cobertores, los monederos Chedraui pero hasta anoche no se veía que se estuvieran repartiendo.
 
El problema no es solo por las lluvias que vemos o que sentimos, que han sido copiosas en varias regiones del Estado, por lo que si este lunes asoma el sol se pueda decir que ha pasado la emergencia. Por experiencia los veracruzanos sabemos que el problema mayor es por el escurrimiento de agua que baja del altiplano, de los estados de Oaxaca y de Puebla, de Hidalgo y de San Luis Potosí, por lo que la alerta a partir de ya y hasta finales de noviembre debe ser permanente y la ayuda también.
 
Anoche ni siquiera el área de Comunicación Social del Gobierno del Estado había emitido anuncios de que, en caso de emergencia, tengan a la mano sus documentos personales más importantes y bien resguardados, así como una lámpara de mano, etc., todo lo que se dice para prevenir en caso de horas de emergencia. Es una ausencia total de la autoridad.
 

El nuevo gobierno todavía no tiene facultades constitucionales, pero no se puede dejar a los dañados y damnificados a su suerte. El gobernador electo, Cuitláhuac García, debe anunciar cuanto antes al nuevo titular de Protección Civil e instruirle que entre en acción cuanto antes, pues la desgracia no distingue en materia de competencia legal, sino que requiere que inicie la ayuda de inmediato.
 
Además, ante el estado de emergencia financiera y el anuncio que ya hizo Miguel Ángel Yunes Linares de que no dejará ni un quinto en caja, es obvio que se agotaron los recursos y que ya no se puede esperar nada de los que se van. Alguien tiene que hacer algo. Al menos el gobernador entrante debe entrar de emergente y ponerse a recorrer las zonas afectadas para llevarles palabras de aliento a quienes hoy sufren.
 
Porque además, el estado de desastre que quede cuando todo pase será otra pesada herencia que recibirá. Lo vimos y lo vivimos en el 99. A esta hora están ya bajo el agua miles de hectáreas y la producción agrícola perdida. Sumarán miles de millones las pérdidas. Quedarán destrozados caminos rurales y carreteras, así como puentes y alcantarillas. Tendrán que entrar en acciones todas las brigadas posibles de salud para vacunar y fumigar para evitar epidemias. Seguramente sufrirán daños edificios escolares como ha sucedido siempre.
 

En Álamo, como sucedió en 1999, familias enteras perdieron todo lo que tenían. Habrá que apoyarlos con alimentos, ropa, acciones de salud y hasta con la reposición de enseres. Es una obligación del gobierno. Pero no es el único lugar en horas de emergencia.
 
Hace 19 años, no obstante que entonces sí hubo apoyo tanto del gobierno federal como del estatal, hubo necesidad de que se organizara la sociedad civil, tanto del Estado como de otras entidades del país y de la Ciudad de México, para ir en apoyo de los miles de damnificados. Todo indica que volveremos a repetir aquel gigantesco operativo.
 
La emergencia agarra a Veracruz en un momento especial, la de la entrega recepción, donde el gobierno que se va ya está ausente, seguramente con la urgencia de que todo acabe, y el entrante llega sin experiencia alguna en estos casos y además sin dinero, pues Yunes no le deja nada en caja y aparte lo obliga a que tome los recursos de las participaciones federales para pagar los aguinaldos y todos los compromisos de fin de año en lugar de destinarlos a asistir a los veracruzanos que quedarán en situación de desastre económico.
 

Creo que esta es la última oportunidad que tiene el gobernador Yunes de irse con el reconocimiento de los veracruzanos, al menos porque haya estado a su lado en horas de emergencia, de angustia, de zozobra y hasta de desesperanza, pero la está dejando perder. Ha preferido estar ausente. Tal vez ha claudicado ya. Ya no hay campaña, ya no se necesita la foto al lado de los damnificados para tratar de ganar el reconocimiento público y los votos. Y atrás de él, tampoco ninguno de los suyos.
 
No es su responsabilidad todavía, pero también hasta anoche era notoria la ausencia del gobernador electo Cuitláhuac García, al menos para que enviara un mensaje de aliento y de esperanza a sus miles de paisanos en desgracia, de que tanto su gobierno como el de López Obrador irán en su rescate tan pronto como tomen las riendas del gobierno, en unos cuantos días más, o si es posible antes convocando a todos los mexicanos a apoyar con lo que puedan ante la ausencia de los gobiernos de Yunes Linares y hasta de Enrique Peña Nieto.
 
Hoy no me estarán leyendo, seguro, muchos de mis habituales lectores, pero al menos por alguna referencia sepan que prácticamente todos los veracruzanos de la sociedad civil estamos pendientes de ustedes y que no los vamos a dejar solos. Nuestra solidaridad total.