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Columnas y artículos de opinión
Palabras mayores
Helí Herrera Hernández
3 de diciembre de 2018
alcalorpolitico.com
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Titear: HELIHERRERA.es
 
Y escuché el discurso con demasiada atención, queriendo encontrar los aciertos pero también, habrá que decirlo, la demagogia. Aquello que no va a cumplir como algunas cosas de las que prometió en campaña y que al referirse a ellas en su toma de posesión, aprovecharon decenas de diputados para exigirle, que honre la palabra, como fue el caso de las gasolinas.
 
Me torcí en mi asiento cuando lo inició. Referirse a Enrique Peña Nieto como lo hizo me disgustó. No puede tenérsele contemplaciones a un ex presidente corrupto, que entregó la principal riqueza natural de México al capital privado, doméstico y extranjero. Del mismísimo grupo legislativo de Morena surgieron algunos disgustos frente a este posicionamiento, pero bueno, esperaremos a la consulta del 21 de marzo para salir a votar para que se enjuicien a todos estos traidores a la patria.

 
Pero luego vino la radiografía, el estado de coma en que se encuentra la nación, y la explicación del por qué, y fue allí, como me lo escribieron vía Whatsapp varios ex alumnos míos “tal pareciera que lo estábamos escuchando a usted en las clases de estructura socioeconómica de México, explicándonos el modelo desarrollista o milagro mexicano, y sus crecimientos económicos superiores al 6 por ciento, gracias a las políticas públicas impulsadas por los gobiernos surgidos de la revolución mexicana”, y agregaron otros, por el mismo medio telefónico, “aquellos temas que nos enseñó respecto al neoliberalismo que lo trae Miguel de la Madrid Hurtado a partir de 1982, y que lo hace gobierno a partir de 1985, desmantelando el sector estatal de la economía, consumado más tarde por Carlos Salinas de Gortari, cuando realiza los cambios constitucionales para liquidar aquel modelo económico progresista, en la LV Legislatura federal con el apoyo de los diputados y senadores del Partido Revolucionario Institucional y de Acción Nacional”.
 
Fue duro contra el neoliberalismo el presidente López Obrador. Contundente en la explicación de los efectos que trajo al país, que propiciaron el empobrecimiento de las grandes masas y la concentración de la riqueza en unas cuantas manos. Allí fue donde me escribió el hoy economista David González, “busque usted la reimpresión de su segundo libro 'La Desigual Distribución de la Riqueza en México', porque se va a vender como un refresco de cola”.
 
Fue un día histórico, debo reconocerlo, porque el nuevo presidente de México enterró al modelo económico que en lo personal he combatido desde su llegada a México. Si antes luchaba, electoralmente hablando, contra la dictadura de partido único y sus trampas para mantenerse en el poder, a partir de 1985, mi discurso en las plazas públicas siempre fue para evitar que este modelo económico, tejido por Milton Friedman en la escuela de Chicago, se asentara en México. De allí mi participación en la campaña del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas en más de 11 estados, acompañándolo como presentador en sus mítines en 1988, contra Carlos Salinas, con el fraude electoral que la historia registra y que evitó que en ese mismo año lo lográramos.

 
¡Hasta aquí llego! dice Andrés Manuel, y escucharlo en la voz del Presidente son palabras mayores, como lo escribiera Luis Spota. Es el compromiso del titular del Poder Ejecutivo de desmantelarlo, de volver los ojos a las recetas que funcionaron y trajeron prosperidad a nuestra nación, de manifestarnos que “con los dineros que se van ahorrar combatiendo el despilfarro y la corrupción, servirán para alimentar económicamente a PEMEX, a la Comisión Federal de Electricidad, al sector telecomunicaciones”, y agregaría yo al IMSS, al ISSSTE y todos los hospitales públicos de México.
 
Escuchar a un Presidente de la República diagnosticar la enfermedad de mi país y precisar con exactitud el mal que lo engendró, en la Cámara de Diputados fue como verme, joven, hace mas de 33 años, con micrófono en mano y frente a pocos y muchos, en las esquinas, frente a las fábricas, en los mercados, frente a los palacios municipales y de gobierno, y en la mismísima cámara de diputados del Congreso de la Unión decirles a los veracruzanos el engendro que era el neoliberalismo y por qué deberíamos de combatirlo.
 
No fue infructuosa esa lucha. Y más cuando el Presidente de México afirmó "Aquí recuerdo a los que sembraron lo que nosotros estamos cosechando y que fueron los precursores de este movimiento y nunca los vamos a olvidar". Que no suene a presunción y mucho menos a lisonja, pero yo puse un granito, un granitito de arena en este combate contra el neoliberalismo con miles de testigos de por medio.

 
"Lo sucedido durante el periodo neoliberal no tiene precedente. El poder político y el poder económico se han alimentado y nutrido mutuamente y se ha implantado el robo de los bienes del pueblo y de las riquezas de la nación", manifestó Andrés Manuel, ya como Presidente de México, y su sentencia de liquidar este oprobioso modelo económico son, palabras mayores.
 
¡Que así sea!