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Columnas y artículos de opinión
Recuperar al país, el objetivo 2019
Helí Herrera Hernández
24 de diciembre de 2018
alcalorpolitico.com
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twitter: HELÍHERRERA.es
 
Los índices de popularidad con los que tomó el poder Andrés Manuel López Obrador (70% según SDP noticias), me recuerdan a los que tenía Enrique Peña Nieto al inicio de su mandato en diciembre de 2012. Allí están las cifras, júzguelas usted por si cree que miento.
 
Esos porcentajes y el margen de aceptación de Peña hicieron que arrancara con acciones públicas que jamás pensó, ni sus asesores y equipo cercano, que le llegaría, a largo plazo, a cobrar la factura. Seis años después deja la Presidencia de la República como el ejecutivo mas repudiado de la historia (85% según la BBC), peor que Carlos Salinas de Gortari, inclusive.

 
La privatización de la industria petrolera; la reforma educativa; la reforma financiera y presupuestos de egresos totalmente alejados de apoyar el desarrollo social y el bienestar de los mexicanos más necesitados, fueron los clavos que mes a mes, año a año fueron cerrando el ataúd del hombre de Atlacomulco que desoyó las críticas de la oposición. Se sintió invencible y la realidad le cobró las afrentas al pueblo de México.
 
La decepción de los millones de compatriotas que votaron por él terminaron desesperándolos y cobraron la factura con él, pero más con su partido. El resultado usted lo conoció el primero de julio: el PRI sufre la derrota más humillante de su historia y, a contraparte, encumbra al luchador social que desde hace más de 15 años venía luchando por ser el presidente de México, que les prometía a los mexicanos un gobierno de cambio, de combate frontal al neoliberalismo para que, de esa forma, implementara una serie de políticas publicas que generaran bienestar económico, educativo, cultural y de recreación. ¡30 millones de mexicanos y mexicanas le creyeron!
 
Pero tal y como aconteció con Peña, no han pasado ni 30 días y la euforia empieza a desvanecerse. Los cuestionamientos de los mismos simpatizantes que votaron por don Andrés comienzan a ser frecuentes y la popularidad ya no es la misma. En tan solo cinco meses ha perdido 9 puntos de popularidad (El Universal, 26/noviembre), que traducido en votantes arrojan dos millones setecientos mil menos.

 
La disminución al presupuesto de las universidades caló; Los traslados de las secretarías a distintas ciudades del país igual; los despidos que están generando en varias dependencias también; la creación de la guardia civil o militarización ni se diga; la construcción del tren maya tan cuestionado por expertos en medio ambiente igual; el planteamiento de darle empleo a los migrantes centroamericanos antes que a los compatriotas desempleados de los estados del sur ni se diga; y el no cumplir con la palabra empeñada de dar reversa al gasolinazo, tal como lo prometió en campaña (dígase lo que se diga hay videos como testimonio), son acciones que lo empiezan alejar de electorado.
 
La decepción empieza a permear las amplias masas amloistas. Las expectativas que había generado eran un desafío que miles afirmábamos era muy difícil de cristalizar, pero que él se aferró a comprometerse a enfrentarlo con éxito y eso no está ocurriendo.
 
Los globos sonda sí que están calibrando el malestar que todas estas acciones emprendidas por el tabasqueño están generando en la población, y que después de más de 30 años de políticas públicas neoliberales de empobrecimiento, de desorden social e inseguridad publica habían despertado la esperanza de bienestar.

 
Llega 2019 y con el sueño de la paz social, de bajar los índices delincuenciales; de generar millones de empleos para nuestros compatriotas, de acceder a una educación de calidad, de contar con atención médica especializada y medicinas gratuitas, de disfrutar una vivienda propia. Si ese sueño lo tiene también López Obrador adelante, lo ayudamos a construirlo porque ha llegado la hora de recuperar a México y de reconciliar a la nación; si no, será un gobierno más de ensayos y errores.