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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
La ropa sucia de México
Miguel Molina
3 de enero de 2019
alcalorpolitico.com
Cada semana dedico un par de horas al ejercicio de lavar la ropa. Me levanto temprano, pongo la ropa sucia en grandes bolsas azules, bajo tres pisos en el elevador, cruzo la calle, y entro a la lavandería, que a esa hora casi siempre está vacía.
 
Mientras la ropa se lava voy a la cafetería cercana y me tomo un café con pan de naranja. Y leo – ahí y después, mientras oigo el sonido de las lavadoras – lo que tenga pendiente en la tableta, que casi siempre es The New Yorker.
 
La última vez que fui a la lavandería me encontré con un artículo de Jeffrey Toobin sobre Adam Schiff, quien pronto será presidente del Comité Selecto de Inteligencia en la Cámara de Diputados de Estados Unidos. Sobre todo me entretuvo un párrafo.
 

Cuenta Schiff que se hizo amigo de John McCain y que una vez fueron a Munich, donde McCain lo invitó a una cena con Bono y Bill Gates. En eso estaban cuando Bono habló: "Ustedes saben que quiero mucho a Irlanda, estoy orgulloso de ser irlandés. Irlanda es un gran país, pero no es un arquetipo. Estados Unidos no es solamente un país: es un arquetipo".
 
Schiff asegura que las palabras de Bono le hicieron darse cuenta de que lo que está en riesgo en este momento es "el arquetipo de Estados Unidos". Bajo la presidencia de Donald Trump – señala el legislador – "todo el mundo se pregunta qué defendemos. Tal vez no somos el país que todos pensaban".
 
La ropa estaba limpia. Doblé todo, lo puse en las bolsas azules, y regresé por donde había venido. Pero las palabras de Bono y la reacción de Schiff me acosaron todo el día y el resto de la semana. Después fue otro año, y con eso vino la ilusión de que algo termina y algo comienza...
 

Le di vuelta a lo que había leído. Quiero a México y estoy orgulloso de ser mexicano, pero no encuentro por ningún lado la idea que los mexicanos tenemos – si es que la tenemos – como nación. No sé qué defendemos y qué rechazamos como pueblo, más allá de las vaguedades y una que otra sandez que se repiten en los rincones de la internet.
 
Creo que el riesgo que enfrenta la nación es que propios y extraños se den cuenta de que el país no era lo que muchos pensaban.
 
¿Somos el México bronco de principios del siglo XX, que tomó las armas y mató a más de un millón? ¿Somos el México de los generales que mataban o mandaban matar a sus adversarios para ganar el poder? ¿Somos el México que se combatió a sí mismo en una inútil guerra alentada por el clero, que no entendió ni entiende que somos una República laica?
 

¿Somos el México que recibió a los españoles que huían de su guerra civil y abrió los brazos a los argentinos, chilenos, uruguayos, que escapaban de las dictaduras militares y la muerte segura? ¿O somos el México que envió al ejército a matar a líderes agrarios, a reprimir a ferrocarrileros, a balacear campesinos y estudiantes?
 
¿Somos el México de los que tienen muchísimo, o el de quienes no tienen nada? ¿Somos el México de quienes acogen a los migrantes y les dan comida y aliento, o somos el México que los insulta y los denigra? ¿Quiénes somos? ¿Qué queremos ser?
 
¿Seremos un país en el que importa más el privilegio perdido que el bien común por ganar? ¿Seremos un país en manos de unos cuantos que manejan como quieren la estructura política y electoral y los fondos que esa estructura otorga? ¿Seremos un pueblo eternamente dividido por la intolerancia y el desafecto? Creo que por el momento nadie tiene respuestas a esas preguntas.
 

Lo cierto es que mientras no haya un proyecto de país para todos, nadie podrá disfrutar de una nación con rumbo cierto. Nadie sabe en qué parte de la Patria está la Patria. Lo triste es que todos sabemos dónde está la ropa sucia de México, aunque no haya muchos que se animen a lavarla.