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Columnas y artículos de opinión
Cabos Sueltos
Silvia Sigüenza
12 de enero de 2019
alcalorpolitico.com
(Qué extraña manera de estar muertos... C:V:)

Cuando miles y miles de mexicanos, hastiados de los gobiernos priistas, panistas y en alguna ocasión perredistas; reaccionaron y con una nueva esperanza decidieron un cambio radical “para conducir los destinos ciudadanos y del país. Voto cuasi único para MORENA, un equipo, grupo, o como usted quiera llamarle. Así, por hartazgo y a ciegas llega a la presidencia de la república, Andrés Manuel López Obrador.
 
La forma, el estilo de campaña, y adyacentes es de todos o casi, conocida. Una serie de promesas que llenaban no las expectativas sino las urgentes necesidades de una sociedad desilusionada y encabritada con los gobiernos priistas y panistas.
 

El triunfo se da a Andrés Manuel López Obrador. Campanas a vuelo, aplausos, sonrisas y hasta carcajadas. El Mesías por fin llegaba a la cúspide, desde nos haría por obra y gracia, -- vaya Ud. a saber si de la corte celestial o infernal—los seres más felices y ricos del universo conocido y por conocer.
 
Los primeros resultados ya pasada en buena medida la insólita “luna de miel”. Muchas de las promesas de campaña, se fueron diluyendo en el aire, a 42 días de gobierno los malestares comienzan a aflorar, una inmensa mayoría de los gobernadores han mostrado su novatez en muchos sentidos. Él mismo cometió una seria falta a los protocolos de la política. No asistió a las honras fúnebres de la gobernadora de Puebla. Y envió a su segunda de a bordo, a la exministra Olga Sánchez Cordero, segunda en la posición presidencial, que hubo de soportar la rechifla de los poblanos.
 
Nadie fue capaz de decirle que si es Presidente de la República se incluyen tirios y troyanos. La víscera debe permanecer tranquila, domada.
 

El asunto (alharaca) del huachicol por descontado que a él no le era ajeno, se vería muy, muy mal como Primera Autoridad del país si se diera por desconocedor del asunto. Amén de lo que en dinero nos está costando a los mexicanos.
 
Y para no reiterar en los sucesos ya más que señalados y comentados por los diversos medios estatales y nacionales me retorno a mi estado, Veracruz, que sufre la falta de fogueo político de nuestro gobernador. Los sucesos violentos ocurridos en Chinameca, son una llamada de “alerta” para el gobernador de Veracruz y su segundo de a bordo, en el ámbito estatal. Pero es una alarma seria para el Sr. Presidente y obvio, para los veracruzanos.
 
En este bochornoso asunto que podía haber llegado a mayores, de no haber sido por la intervención del Gobernador que con muchos tropiezos, sin el pleno control del foro ni del aforo que estaba muy, muy encabritado; logró paliar la situación y obvio dio la razón a los ciudadanos. No se hará el basurero en el lugar que ya el Secretario de Gobierno había negociado.
 

Otra falla garrafal fue la de la titular de SEDEMA, a ella competía el haber hecho un viaje de reconocimiento tanto de la situación que guardaba la población, de enojo total, como la razón de tal enojo. Cuando se mete uno a yerbero sin conocer la yerba, suele salir muy mal el asunto.
 
Este sucedido puede costarle al Secretario de Gobierno, el cargo.
 
Y pues es ya muy evidente que desde la primera autoridad estatal hasta el más pequeño jefe, director o secretario, requieren con carácter de urgente una explicación y guía de lo que su encargo le obliga a saber. Entre otras cosas, primordial el buen trato a los ciudadanos.
 

Y al parecer funciona hasta hoy la víscera en los distintos funcionarios del actual gobierno. Nadie conoce las formas. El trato suave y al mismo tiempo firme hacia los ciudadanos no se conoce.
 
Urge que en Veracruz se inicie una tarea de reivindicación de la política, de los políticos y de las formas de desempeñarse como funcionario público. Mal, pésimo el comportamiento del Secretario de Gobierno, Eric Cisneros.
 
Y a propósito de don Eric, quizá tiene el derecho como autoridad de gobierno estatal, de poner un templete para los fines que pertinentes sean. Pero eso de no informar, al menos, por decencia política y caballerosidad, al Alcalde porteño, es realmente un acto de vandalismo político. Las formas se respetan y a las autoridades, nos resulten agradables o no como personas aún más. En fin...