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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
La Nación tiene prisa
Miguel Molina
8 de febrero de 2019
alcalorpolitico.com
Desde lejos, uno siente que el país está en una encrucijada. La República se viene abajo, dicen unos. México está cambiando para bien, aseguran otros. Pero no: ninguna patria se destruye ni se transforma en poco más de dos meses, que es el tiempo que lleva el nuevo gobierno en el poder.
 
Lo que sí ha pasado en esas cuantas semanas – que no son nada en la vida de una nación – es que se han consolidado tres grandes grupos de mexicanos.
 
De un lado, quienes censuran todo lo que hace el gobierno federal, ofenden a quienes lo apoyan, celebran los errores y las erratas, ocupan las redes sociales para denunciar complós y complicidades ciertas o imaginadas, y, en fin, no están contentos con lo que pasa ni con lo que podría cambiar, porque los cambios nunca han sido fáciles, cuantimenos los de un pueblo.
 

Del otro lado, quienes aplauden sin dudar todo lo que se hace o se dice o se anuncia, descalifican a quienes no piensan como ellos, se niegan a olvidar corrupciones e incompetencias más y menos recientes, y tal vez todavía no sepan cómo responder ante la amnistía que acoge a políticos y criminales en el mismo abrazo.
 
Pero en medio de esas dos facciones está la mayoría. Cincuenta millones de mexicanos, más o menos, incluyendo menores, remisos, rejegos y prófugos y desafectos. Ellos también son pueblo. Nosotros somos ellos, y queremos lo mismo que quieren todos: paz, trabajo seguro, servicios y salud, orden y justicia y honradez.
 
Y – aunque los que no están de un lado político ni de otro sean mayoría – los bandos avasallan a los que no han tomado partido y calumnian o insultan a quienes no piensen como ellos. Las voces de los grupos dominan los espacios públicos y gran parte de los privados. Quienes más gritan han acaparado la discusión de los problemas nacionales en la ya no muy nueva plaza pública de la internet, bendición y maldición de nuestro tiempo.
 

A esto hemos llegado. Nunca antes se había sentido tanta presión sobre un gobierno (nacional, estatal, municipal) para que en unas cuantas semanas echara abajo vicios y perjuicios que llevan sexenios. La nación tiene prisa.
 
Veracruz también tiene prisa
 
Pero algo parece haber cambiado: en vista del elevado número de asesinatos y agresiones contra las mujeres en Veracruz (como en el resto del país), muchos comercios han ofrecido convertirse en refugio de quienes teman por su seguridad. Eso no se había visto antes.
 

#NiUnaMenos, como se llama el gesto solidario de los comerciantes de varias partes del estado – afectados ellos mismos por la inseguridad – muestra que no todo está perdido cuando la autoridad no puede o no tiene con qué hacerle frente a la violencia. Pero la autoridad (de algún modo hay que llamarle) no se quedó callada.
 
El fiscal Jorge Winckler advirtió que quienes ayuden a una mujer que se sienta en peligro podrían terminar sujetos a una investigación judicial, según algún mandamiento seguramente inventado en los pasillos de la Fiscalía, en franca contradicción con la Ley de Víctimas, el sentido común y la decencia.
 
Lo bueno es que todo parece indicar que Winckler – que llegó al puesto violentando la letra misma de la ley, porque no tenía la experiencia legal que establece la Constitución, y ha dirigido una institución deficiente, pasiva y omisa – pronto tendrá tiempo libre para leer y aprender derecho, o hacer paellas, o tomar fotos, o visitar a sus amistades, o lo que sea.
 

El estado de Veracruz, como la Nación, también tiene prisa.