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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
Puedes vivir, pero peor
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
21 de marzo de 2019
alcalorpolitico.com
Ahora que está cociéndose en el caldero del gobierno el cambio del artículo 3 de la Constitución, que orienta y norma la educación en el país, se han presentado dos propuestas. Estas son:
 
1) La del líder nacional del partido en el poder, es decir, el presidente de la república:
«La educación que se imparta en el país deberá incluir en sus planes de estudio la promoción de valores, el conocimiento de la historia, la geografía, la cultura y las lenguas originarias de nuestro país, así como la activación física, el deporte, las artes, en esencial la música, las diversas manifestaciones culturales, y el respeto al medio ambiente». Y más adelante, en la fracción V: «El Estado incentivará la investigación científica y tecnológica que se realice en el país».
 
2) Ahora la propuesta de los filósofos de México, a través del Observatorio Filosófico Mexicano, la Asociación Filosófica de México y la Red de Escuelas y Facultades de Filosofía, Letras y Humanidades:

«La educación que se imparta en el país deberá incluir en sus planes de estudio la promoción de valores, la filosofía y en general las disciplinas humanísticas como el conocimiento de la historia, la geografía, la cultura y las lenguas originarias de nuestro país, así como la activación física, el deporte, las artes, en esencial la música, las diversas manifestaciones culturales, y el respeto al medio ambiente». Y respecto a la fracción V: «El Estado incentivará la investigación científica, tecnológica y humanística que se realice en el país, entendiendo por humanidades todo lo que coadyuve a una formación integral de la persona desde la infancia como la literatura, la música, el arte y la filosofía» (http://www.ofmx.com.mx/2019/02).
 
Cualquiera se puede preguntar qué diferencia hay de fondo en ambas propuestas, o de otra manera, qué importancia tiene incluir eso de promover «la filosofía y en general las disciplinas humanísticas».
 
Howard Gardner, neurocientífico autor de la teoría de las inteligencias múltiples, en una entrevista se plantea el mismo problema: «En ese punto, empecé también a preguntarme por la ética de la inteligencia y por qué personas consideradas triunfadoras y geniales en la política, las finanzas, la ciencia, la medicina u otros campos hacían cosas malas para todos y, a menudo, ni siquiera buenas para ellas mismas», pregunta fundamentalmente filosófica. Para responderla acudió a un experimento en Harvard, el Goodwork Project, para el que entrevistó a más de 1200 individuos. Y este es el resultado:
 

«Descubrimos que, en realidad, las malas personas no pueden ser profesionales excelentes. No llegan a serlo nunca. Tal vez tengan pericia técnica, pero no son excelentes. Lo que hemos comprobado es que los mejores profesionales son siempre ECE: excelentes, comprometidos y éticos».
 
El entrevistador le cuestiona: ¿No puedes ser excelente como profesional pero un mal bicho como persona? Y Gardner responde clarísimamente: «No, porque no alcanzas la excelencia si no vas más allá de satisfacer tu ego, tu ambición o tu avaricia. Si no te comprometes, por tanto, con objetivos que van más allá de tus necesidades para servir las de todos. Y eso exige ética. Sin principios éticos puedes llegar a ser rico, sí, o técnicamente bueno, pero no excelente».
 
Vamos, que la cosa va más clara. Y para confirmar, el científico describe los tres tipos de estudiantes-profesionistas: 1) jóvenes que aceptan la necesidad de la ética, pero no al iniciar la carrera, porque creen que sin dar codazos no triunfarán. Ven la ética como el lujo de quienes ya han logrado el éxito. 2) Estudiantes y profesionales comodones a ser lo que consideramos inerciales, es decir, a dejarse llevar por la inercia social e ir a la universidad, porque es lo que toca tras la secundaria; y a trabajar, porque es lo que toca tras la universidad..., pero sin darlo todo nunca. 3) Y otros son transaccionales: en clase cumplen lo mínimo y solo estudian por el título; y después en su trabajo cumplen lo justo por el sueldo, pero sin interesarse de verdad, limitan su interés y dedicación. Y son mediocres en todo.
 

Por qué sucede esto, se pregunta y él mismo responde: «es la falta de estudios humanísticos: Filosofía, Literatura, Historia del Pensamiento... Puedes vivir sin filosofía, pero peor. En un experimento con ingenieros del MIT descubrimos que quienes no habían estudiado humanidades, cuando llegaban a los 40 y 50, eran más propensos a sufrir crisis y depresiones. Porque las ingenierías y estudios tecnológicos acaban dándote una sensación de control sobre tu vida en el fondo irreal: sólo te concentras en lo que tiene solución y en las preguntas con respuesta. Y durante años las hallas. Pero, cuando con la madurez descubres que en realidad es imposible controlarlo todo, te desorientas» (http://www.lavanguardia.com/11/04/2016).
 
Está claro: la propuesta de los filósofos es la mejor…
 
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