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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
Rojos en barco sin destino
Alfredo Ríos Hernández
28 de marzo de 2019
alcalorpolitico.com
*Orfandad al interior del PRI
*Vale oro el poderío político
*Las escasas oportunidades
 
Pese a que partidos políticos como el PRI ya tienen la experiencia en el marco nacional de cómo afrontar procesos internos de cambio de dirigentes, cuando no despacha como Presidente uno de sus militantes, en tanto que en el transcurrir de doce años ya atravesó por ese trance cuando gobernaron al país los presidentes mexicanos de tonos azulados Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa, nunca antes en la historia moderna de México, los priistas del estado de Veracruz habían transitado durante dos años sin un Gobernador priista para inmediatamente después, volver a perder las elecciones y sumarle a los dos años anteriores los seis que le restan ahora a un nuevo gobernador de los jarochos no emanado de las filas del PRI.
 

Ese es el real impacto de dimensiones sin igual, que sacude al interior de las estructuras partidistas de los militantes del vetusto tricolor veracruzano, en el cual por décadas entendían con claridad que las líneas definitivas tenían sus orígenes en la casa presidencial (ya también arrasada por la Cuarta Transformación), escenario del poder central que inundaba la oficina gubernamental veracruzana, entonces también de tonalidades coloradas, para de inmediato ser aplicadas y puntualmente ejecutadas por el mando partidista estatal, alcanzando tales efectos los ámbitos distritales y municipales, incluyendo a los vetustos cacicazgos regionales.
 
Hoy en Veracruz los rojos se encuentran desamparados tanto del Palacio Nacional como del centro de mando estatal, es más, ni siquiera en distritos o municipios disponen de mayorías en referencia a los ámbitos legislativos o municipales, lo que aún agudiza en mayores dimensiones las posibilidades de tropezar y ser arrastrados por los vientos huracanados, como barcos sin timonel y aviones sin piloto, lo que siempre anticipa rumbo sin un destino que pudiera confirmarse con toda certeza.
 
Una especie de orfandad respira ese gigante partidista, que obliga a ciertos activistas a la improvisación y la audacia, mientras que a otros los invade la preocupación por el desamparo, porque ya no se advierten recursos financieros fuera del presupuesto marcado, tanto en sus orígenes como en su monto por la autoridad electoral, no hay de dónde más que no sea del propio bolsillo, sumado al presupuesto formal proveniente de la autoridad electoral y al adelgazamiento de los recursos para el gasto de personal así como en gastos de campaña partidista, lo que al final del día no es un buen consejo.
 

Tales son parte de los escenarios que hoy atraviesan los rojos y de paso los azules, organizaciones partidistas que fueron sin duda las mayoritarias y que tales mayorías los dejaron solos en los pasados comicios, lo que golpea donde más duele, primero precisamente “en el bolsillo” y segundo en los dividendos extraordinarios y naturales que acompañan a quienes son tenedores del poder político, el cual muchos aseguran que “vale oro”.
 
Y más se resentirá en el partido que, por primera vez en su historia, disminuyó su presencia prácticamente en todo, como lo son los ámbitos de la administración pública, incluyendo obviamente la Presidencia de la República, el Congreso de la Unión, las administraciones estatales, los congresos estatales y de paso, más de lo mismo cultivó y cosechó en los municipios.
 
Y... ¿Por qué la referencia de “cultivó”?: La respuesta es simple, todos lo tienen claro, los campiranos dicen que “quien mal siembra, mal cosecha”, mientras que el pueblo asegura que cada quien tiene lo que se merece, hecho con el que no coincido, porque algunos merecen más de lo que reciben, sea para bien o sea para mal...
 

Está claro que tanto el PRI como el PAN, dos partidos que han gobernado al país los últimos 24 años (12 el PRI y 12 el PAN), o sea los periodos presidenciales que presidieron los presidentes Zedillo, Fox, Calderón y Peña, representaron tiempos hacia la baja en el nivel de vida de los mexicanos, claro, primeramente tales impactos los recibieron como ya es habitual los niveles sociales más desprotegidos, hasta que el problema económico creciente alcanzó de manera significativa a las mayorías de éste país, sobre todo a los amplios sectores de la clase media, marcos en los cuales sobreviene el caos por los altos niveles delincuenciales que, hasta la fecha, tienen contra la pared a la colectividad en lo general, incluyendo al aparato gubernamental.
 
Pero todos los expertos en sociología, criminología y economía, que constituyen núcleos de académicos prestigiados y notables en cualquier sociedad, de siempre han tenido claro e incluso lo han externado en el marco de las aulas universitarias, que el surgimiento y desarrollo delincuencial, tiene su origen en varios factores, pero entre los primordiales claramente se pueden identificar las escasas oportunidades para el desarrollo saludable y próspero de los integrantes de la sociedad, sobre todo cuando los jóvenes se estrellan contra las murallas del desempleo, de la desesperanza, al tiempo que contemplan un núcleo reducido de privilegiados que todo lo tienen y que incluso hacen uso de su poder y posición para favorecer a familiares, amigos, compadres y cómplices.
 
Alguien dejó escrito que nadie tiene el derecho de disfrutar de lo superfluo, cuando en sus entornos existen quienes, siendo honorables y trabajadores, carecen de lo estrictamente necesario.
 

Tales líneas descifran por sí mismas, si no todo, sí lo esencial para definir doctrinas, leyes de vida que de manera natural deberían ser sembradas en las conductas de todo ser humano, en tanto que, complementando el texto en referencia, la idea del mensaje refiere el principio de la equidad, fundamental para construir un país en donde quien trabaja merece, al margen de los programas para solventar el bienestar en beneficio de los enfermos y los ancianos.
 
Pero no podemos alardear de un país democrático, ni equitativo, ni justo y progresista, si los jóvenes no encuentran trabajos con ingresos apropiados para su bienestar, si los ancianos desvalidos viven en niveles de abandono, si la educación está paralizada por el bloqueo de sindicatos, si el dinero del pueblo se gasta para mantener partidos políticos que por su número ya son multitudes partidistas, si al productor del campo se le abandona en lugar de con honorabilidad apoyarlos para abonar no sólo la tierra, sino en evitar que los monocultivos los conviertan en reos de los altibajos del mercado, originando programas eficientes para impulsar la diversidad agrícola, sumándole a ello renglones avícolas y ganaderos, incluyendo en ello la reforestación no sólo con árboles maderables racionalmente explotados en el futuro, sino de igual forma con árboles frutales, que se sumen a naranjales y limonares que en algunas etapas han sido singularmente productivas. De esto último, algo viene predicando el Presidente Andrés Manuel López Obrador.
 
Pero todo debe ejecutarse bajo rigurosos programas proyectados por especialistas y supervisados por elementos capacitados para ello, sin una idea ya marcada como línea para favorecer corrientes partidistas o grupos de poder, sino actuar con el interés de beneficiar a la colectividad en lo general y del bienestar y desarrollo integral de los mexicanos.
 

Cierto, la Guardia Nacional se requiere en éstos tiempos para recuperar la paz, pero de la misma forma requerimos y ello sería un paso relevante, que se deje de subsidiar a los partidos políticos, que se otorgue mayor seriedad y normatividades más estrictas para la existencia y vigencia de partidos políticos, que se aplique rigurosamente la Ley para que se evite todo tipo de corrupción, desde abajo hasta arriba, que se corrijan viejos vicios como los bloqueos a carreteras, así como a los accesos de oficinas de la administración pública, a los centros escolares en lo general y universidades, al igual que frenar sabotajes contra en funcionamiento de centros asistenciales en lo general.
 
Evitar la anarquía por parte de manifestantes en equivocado uso de “sus derechos”, debe ser otra meta en nuestro país, e insistir con energía en no más bloqueos a vías de comunicación, centros asistenciales, escuelas y oficinas públicas, existen espacios apropiados para elevar protestas, las otras acciones no son manifestaciones que deban ser consideradas en los marcos de la legalidad y de los derechos ciudadanos, para ello existen plazas públicas y espacios diversos, para ello también son los medios de comunicación y las ahora socorridas redes de Internet… Ya veremos los alcances de la ahora llamada Cuarta Transformación.
 
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