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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
Graves fallas en renglón de seguridad
Alfredo Ríos Hernández
5 de abril de 2019
alcalorpolitico.com
*Quebrantada la confianza ciudadana
*Apostemos por real transformación
*Hechos de terror frenan desarrollo
 
De manera formal y en el contexto de la presentación del Plan Veracruzano de Desarrollo 2018-2024, programas y objetivos que por Ley deben elaborarse firmados por el gobernador veracruzano, Cuitláhuac García Jiménez, se hace saber que en los últimos años, o sea en el trayecto del bienio gubernamental que presidió el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, los niveles delictivos se dispararon de manera escalofriante, tanto así que de ser una de las entidades con menores índices delictivos en el país, descendió en las evaluaciones al respecto del tercer lugar al noveno a nivel nacional, sumando a ello que más del 92 por ciento de los delitos registrados en tierras veracruzanas no fueron denunciados, lo que es acreditado por parte de las autoridades estatales actuales, a la pérdida de tiempo y la desconfianza en las autoridades por parte de la sociedad veracruzana.
 

Se refiere en el documento que en la administración del entonces Gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, se incrementaron secuestros, homicidios, asaltos y robos, muchos de los cuales no se denunciaron formalmente, por la falta de confianza en las autoridades y ello, incuestionablemente se ha sostenido en hechos totalmente reales, tanto así que toda denuncia, incluyendo intentos de secuestro que se hacían del conocimiento de las autoridades, al día siguiente muchos de esos procedimientos judiciales, aparecían publicados en determinados medios de información, inclusive en algunos casos con datos suficientes para identificar el entorno familiar de quienes resultaban ser las víctimas, hecho que incuestionablemente llenaba de terror a los afectados, en tanto que con la difusión de tales datos, se permitía a los autores del atentado obtener “el santo y seña” de quienes habían logrado evadir un intento de asalto o secuestro.
 
Está claro que los datos en referencia exhiben con claridad la posibilidad, de que los delincuentes recibían información directa, originada precisamente en los ámbitos de seguridad y de investigación sobre atentados en contra de la colectividad.
 
Son escenarios como los apuntados, parte de las causas por las que la colectividad no refiere clara confianza en sus autoridades, tendencia que en lugar de decrecer en los últimos años se ha incrementado y que, para superarla, se requiere que los organismos policiacos sean y parezcan ser servidores públicos honorables, capacitados, competentes para desempeñar sus delicadas responsabilidades, lo que no se podría alcanzar si para ello no se cuenta con la preparación y la capacitación apropiada, conjuntamente con los instrumentos requeridos para sus operaciones cotidianas, paralelamente a los beneficios de atención médica de primer nivel, conjuntamente con salarios y prestaciones que favorezcan a ellos y sus familias para vivir apropiadamente.
 

Cuerpos de seguridad dignos y competentes, es posible alcanzarlos por cualquier núcleo social, pero para ello se requiere entender que los policías deben ser servidores públicos de primer nivel, no sólo en su capacitación y equipos apropiados a su alcance, no sólo con instalaciones requeridas para tales fines, sino también con ingreso y prestaciones dignas que les brinden posibilidades de real desarrollo personal y familiar.
 
Si en los nuevos proyectos y programas de seguridad, no se tiene en cuenta que los policías nunca deben ser empleados de segunda, si tenemos sistemáticamente sin solución esa deficiencia, indudablemente seguiremos teniendo frente a nosotros incrementos angustiantes en los rangos de inseguridad, tal y como actualmente se registra en tierras veracruzanas y prácticamente en la mayor parte del territorio nacional.
 
Hoy se debe concluir que el origen de la delincuencia en los niveles de espanto que actualmente atravesamos, definitivamente no encuentra sus orígenes en la administración estatal o federal actual, pero hasta hoy, seguimos registrando incrementos delincuenciales y con ello continúa la devaluación de nuestro territorio para estimular la inversión agrícola, comercial, industrial, porque los inversionistas de dentro y de fuera de nuestra entidad, tienen claro que somos tierras de violencia, que no podríamos garantizar ámbitos de seguridad para el real crecimiento empresarial.
 

Tal es nuestra realidad incuestionable, escenarios de terror que no sólo están dando paso al estancamiento en el desarrollo integral de la colectividad, sino que los efectos nocivos nos están originando caminar pero hacia atrás, por lo que las tierras veracruzanas deben ser el escenario de una verdadera reestructuración en materia de seguridad y de generación de empleos, retos que reclaman de una estructura gubernamental real y eficientemente entrelazada con los esfuerzos y esperanzas de cada uno de los diversos sectores de la población, dejando atrás banderas partidista y egoísmos personales para impulsar mejores perspectivas en beneficio de todos, marco en el cual los rangos apropiados de seguridad, de honorabilidad y eficacia en la administración pública, incluyendo la administración de justicia, nos reflejen como una colectividad que de norte a sur es confiable, es entusiasta y esforzada para superar yerros y reencontrarnos con los senderos de crecimiento en la agricultura, en la ganadería, en la pesca, en la avicultura, todo ello en la búsqueda de una sociedad que es fuerte y progresista, porque efectivamente tiene un gobierno de transformación positiva, que alienta a todos hacia el desarrollo sin distinción de colores partidistas o clases sociales.
 
Tenemos claro que en Veracruz despacha una administración estatal y muchas municipales que forman parte de un proyecto de transformación nacional, en tales círculos es preciso tener claro que, si no se logran sumar hacia esos esfuerzos nacionales a todos los sectores del país, sin importar los calificativos de “Fifís o Chairos”, los objetivos que se pretenden quedarán quebrantados e igual que antes habrá de ser el panorama del país.
 
Entendamos que transitamos por una sociedad plural, por un país de agudas desigualdades y notorias deficiencias, escenarios complejos que, si no los abordamos en la administración pública con eficacia, sensibilidad, honradez y cordura, llevaríamos al país no hacia una “transformación” democrática, republicana y progresista, sino que conduciríamos a nuestras tierras al desorden financiero, al caos productivo, al imperio de la violencia, a la desestabilización social y al quebranto generalizado... Sólo nos quedan dos rutas: La real transformación o el quebranto generalizado, debemos obligadamente de apostar por la transformación serena, hermanada, progresista y realmente constructiva y democrática... Ni de más, ni de menos.
 

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