icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Prosa Aprisa
Salsa y política
Arturo Reyes Isidoro
9 de abril de 2019
alcalorpolitico.com
Presuntamente padeciéndose una grave crisis económica, cuando se ha hecho ya uso de un préstamo bancario, así como de recursos de participaciones federales adelantadas para poder cumplir compromisos, cuando se renegocia la deuda pública y cuando el distintivo del gobierno de Morena es la austeridad, parece estar o está fuera de lugar la celebración de un festival que costará varios, muchos millones de dólares.
 
Con bombo y platillo, Veracruz se desayunó ayer con la confirmación oficial de que el gobierno del Estado celebrará de nuevo el Festival Internacional de la Salsa el próximo mes en el municipio de Boca del Río. El propio gobernador Cuitláhuac García Jiménez dio la información.
 
Uso de entrada el adverbio presuntamente porque si se tiene para gastar millones en billetes verdes en la contratación de un elenco artístico musical de primer nivel, internacional, entonces no es cierto que haya escasez de recursos. Por lo que se advierte, los hay y en abundancia. En todo caso, hay de prioridades a prioridades pero por lo que se ve, los hechos lo confirman, está primero la diversión, el festejo, antes que las necesidades y las carencias de los veracruzanos.
 

Considero necesario aclarar que me gusta la música de salsa, que la bailo y la disfruto y que asistí a las anteriores ediciones en Boca del Río, que si las circunstancias se me dan, me asomaré a la fiesta de este año; esto es, que el festival es bueno en sí y de antemano me congratula que los prestadores de servicios turísticos de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río vayan a salir beneficiados, sin duda alguna.
 
Una pregunta obligada es por qué el festival de la salsa sí y el carnaval no.
 
Ayer se habló solo de los grupos musicales y de sus estrellas que vienen: Sierra Maestra, El Gran Combo (debe ser el de Puerto Rico), Gilberto Santa Rosa, Los Cubaneros, Luis Enrique, Willie Colón, Maelo Ruiz, Víctor Manuelle y Óscar D’León, nada mal, de primera. Por ese lado hay que celebrar que el gobierno de Cuitláhuac tenga la visión de hacer las cosas en grande. Ojalá y así proceda con los demás asuntos de Veracruz.
 

El bautizado como SalsaFest, de acuerdo a lo que se informó ayer, “reflejará” una derrama económica de 250 millones de pesos y esperan el arribo de 240 mil visitantes del “estado, América Latina y otros países”, según dijo el alcalde de Boca del Río, ¿exyunista?, Humberto Alonso Morelli.
 
El pasado 28 de marzo, el propio Morelli (como es mejor conocido) informó que el festival tiene un presupuesto de 40 millones de pesos que "manejará” en su totalidad el gobierno del Estado y que la administración municipal apoyará en la coordinación para la organización.
 
Pero hay cosas que no cuadran.
 

¿Solo 40 millones de pesos? ¡Cómo! Si tan solo Willie Colón viene cobrando la mitad de esa cantidad y en dólares. ¿Quién va a pagar entonces el resto? ¿De dónde se sacará la millonada restante si además, a diferencia de los otros festivales cuando se cobraba la entrada, esta vez será enteramente gratuito?
 
De cuánto va a costar en realidad y cuánto se va a invertir, por no decir que gastar, realmente no se dijo nada en la conferencia de prensa de ayer. Se hicieron, eso sí, cuentas alegres sobre presumibles ganancias y número de visitantes.
 
El alcalde Morelli se azotó: ¿240 mil visitantes del Estado, América Latina y otros países? ¿Amanecería bien? ¿Habría desayunado ya? ¿No agarraría alguna farra el fin de semana y ayer andaba todavía estragado? ¿Quiso endulzarle el oído a Cuitláhuac con música de ángeles y arcángeles? La cifra que manejó indicaría que esperan en promedio 60 mil visitantes del Estado “América Latina y otros países” diarios durante los cuatro días que durará el evento.
 

¿Es que acaso se equivocó y quiso decir “asistentes” en lugar de “visitantes” de fuera del puerto? Pienso que le ganó la emoción por haber caído ya en brazos de Morena y haberle dado la espalda a Yunes Linares. De donde más llegan al festival es de Xalapa y de Córdoba, pero no en una cifra salvaje como la que manejó Morelli. Bájale tres, cuatro, cinco rayitas, maestro.
 
Vuelvo a la pregunta: ¿por qué el festival de la salsa sí y el carnaval no? ¿Acaso porque la salsa le gusta al gobernador, quien la baila y bastante bien?
 
Creo que además de diversión, que, sin duda, la habrá, se trata también de arrebatarle el municipio de Boca del Río y la zona conurbada con Veracruz y Medellín a los Yunes Linares-Márquez, panistas, hasta ahora amos y señores políticos de toda esa demarcación.
 

De que el carnaval del puerto se politizó, se politizó. Haberle dado apoyo económico hubiera contribuido al lucimiento del alcalde Fernando Yunes Márquez, a fortalecerlo ante la masa electoral, impulsar al hijo del enemigo político.
 
Celebrar ahora el festival de la salsa es intentar arrebatarles el municipio que han hecho suyo, quitarles cualquier mérito por alguna celebración, echarse a la bolsa al electorado y demostrarles que los morenos también les pueden brindar pan y circo.
 
De hecho, es empezar ya veladamente una precampaña electoral con miras a las elecciones de 2021. Sorprende y no que se vuelva a la misma táctica de Fidel Herrera Beltrán y de Javier Duarte de Ochoa, quienes sabían muy bien que para tener contento al electorado había que darles eso: pan y circo.
 

De ahí que ambos hicieron todo cuanto estuvo a su alcance para apoyar y mantener en la zona conurbada el carnaval, el equipo Tiburones Rojos de futbol y el festival internacional de la sala, e incluso el gordo apoyo a la novena del Águila de Veracruz, de béisbol.
 
Si no, dígalo el hecho de que el mismísimo gobernador Cuitláhuac García, al abrir este mes, declaró que se reuniría con Fidel Kuri para revisar el comodato sobre el estadio de Boca del Río que tiene el orizabeño al tiempo que lamentó que los Tiburones hayan descendido ya que “a Veracruz no le conviene quedarse sin primera división” (de futbol profesional). O sea, nunca fue terminante en decir que sí va a apoyar a la oncena, pero tampoco lo negó, y haber aceptado hablar sobre el tema es señal de que le interesa.
 
A quién no le gusta bailar salsa (digo, a los que nos gusta), quién no disfruta de un buen partido de futbol o de béisbol. El pero surge cuando se promueven con recursos públicos, con nuestro dinero que pagamos en forma de impuestos, que deben ser destinados a causas sociales y de beneficio colectivo, y cuando se habla de una grave crisis económica en la administración pública, cuando, a cambio, se sacrifica a trabajadores, a quienes se les despide sin justificación y sin indemnizarlos conforme a la ley, a quienes se les quita la compensación y se les baja el sueldo.
 

Se dijo ayer que el festival de la salsa es una forma de atraer el turismo. Sí, pero no la única, además de que es de ocasión y lo que se requiere es una campaña de promoción permanente que atraiga turismo todo el año.
 
Está decidido y se va a realizar. Debiera informarse a los veracruzanos cuánto les va a costar una fiesta solo para, ¿unos 400 mil salseros, cien mil por día?, en la que no participa la mayoría de la población, 8 millones 113 mil habitantes del Estado, que tiene necesidades y carencias más urgentes. ¿Por qué no destinar esos 40 millones para comprar medicamentos para los enfermos de cáncer, que no los hay en los hospitales públicos pese a que se diga lo contrario?