icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
Atrae la atención caso Winckler
Alfredo Ríos Hernández
9 de mayo de 2019
alcalorpolitico.com
*Existe linchamiento mediático
*Fifís y chairos son mexicanos
*Gobernar ante arcoíris humano

 
Complejos resultan a últimas fechas en tierras veracruzanas los ámbitos para la administración de justicia, cuando está claro que entre la Fiscalía del Estado de Veracruz y la administración estatal, existen no sólo diferencias de opinión, no sólo desacuerdos que se han convertido en escándalos públicos, sino que aparejado con tales confrontaciones, los hechos se convierten en expedientes acusatorios entre ambas partes, que han sobrepasado todo ámbito de secrecía para transformarse en expedientes prácticamente públicos, que, por sí mismos, contravienen toda norma de discrecionalidad, la cual, en principio debería imperar con toda notoriedad en el caso, sobre todo cuando los implicados en el caso representan nuestras estructuras tanto de la administración pública en los general, como en lo relativo a la administración de justicia.
 

La no difusión de hechos ante “la secrecía” que debe imperar en todo expediente de investigación judicial, de hecho se encuentra en riesgo de alcanzar total indiscreción ante las oleadas de señalamientos en torno a los supuestos “incumplimientos” de la Fiscalía veracruzana, que voces del sector oficial veracruzano han externado de forma reiterativa ante los representantes de los medios de comunicación y, tal irregularidad, incuestionablemente representaría un cimiento de defensa si es que se insiste en proceder, oficial y formalmente para sancionar las “supuestas irregularidades e incumplimientos” por parte del Fiscal Jorge Winckler Ortiz.
 
El listado de supuestas irregularidades ha sido difundido por vía de voces de funcionarios públicos estatales del actual régimen estatal veracruzano, de ello no caben dudas, así las cosas no faltará quien argumente en defensa del Fiscal, que se han violado las normas de confidencialidad y discrecionalidad que, por sus propias dimensiones y efectos, alteran “el debido proceso” contraviniendo los derechos del indiciado.
 
En ese contexto, bien se podría identificar que “el escándalo” abona en favor del indiciado y que tales escenarios se configuran como un excelente caldo de cultivo para su autodefensa.
 

Porque incluso no faltarán quienes refieran que las declaraciones en cadena ejecutadas públicamente en contra del Fiscal del Estado de Veracruz, han formado parte de una “conjura diseñada por el poder público estatal”, que llevaba “anticipadamente maquinada” la finalidad de “presentar como culpable” al polémico Fiscal veracruzano, incluso antes de que los tribunales recibieran las denuncias sobre los hechos y que “el propio indiciado” fuera formalmente informado del procedimiento iniciado en su contra.
 
Así las cosas, entre los marcos de la “figura pública” expuesta de manera natural a la escenografía periodística, el tema en cuestión, se convertirá por sus propias características realmente en un caso singular para ser tratado a futuro en las aulas de las facultades de Derecho y de periodismo, al tiempo que despertará singular atracción en los sectores públicos, así como entre tribunales y litigantes de todo el país, en tanto que representa el primer tema de éste tipos y bajo tales circunstancias, que se presenta en los ámbitos judiciales del país… Y tenía que ser Veracruz el que marcara la pauta… Y que siga el son.
 
LOS CHAIROS Y LOS FIFIS
SON CIUDADANOS POR IGUAL

 
Es triste, desesperante y angustiante, pero desafortunadamente es verdad que mucho se pierde en la actualidad tanto en los ámbitos federales como en los espacios estatales e incluso municipales, en atender aparentes “ajustes de cuentas” en los pasillos del poder público, cuando en realidad las emergencias se encuentran vinculadas con los renglones de inseguridad, de carencia de empleo y del decrecimiento o estancamiento en los diversos ámbitos económicos en lo general.
 
Pareciera que en éste, nuestro país, nos estamos esforzando por politizar todos los renglones de la actividad socioeconómica, pero no en forma plural y positiva, sino que a todo proyecto u obra le acreditamos tendencias sectarias claramente “coloreteadas”, como dice la rítmica cumbia de “ahí viene la coloreteada” y, de inmediato le encontramos tonalidades amarillas, rojas, azules, verdes, tricolores, morenas, en fin, todo se nos ha convertido o se nos antoja “coloretearlo” y, de esa forma, desde el inicio desacreditarlo ante las otras tonalidades.
 
Pero la realidad es que tanto “coloreteo”, nos induce hacia un proceso de separación, de distanciamiento, incluso de rivalidad que nos transmuta hacia la supuesta “hermandad” con quienes coinciden con nuestra tonalidad, pero de distanciamiento e incluso airada rivalidad de quienes no se encuentran “pintados” con los colores que nosotros portamos.

 
En ese horrendo arcoíris humano (¿o habrá otro calificativo?) a diferencia de los ámbitos celestes, los seres humanos “coloreteados” no se encuentran nunca en condiciones emocionales apropiadas para conformar todos juntos, bajo un mismo empeño, la belleza de un arcoíris, porque no sumamos voluntades sino que, los colores, nos colocan en un mundos distintos los unos de los otros, por lo que no será la unidad lo que se persiga, sino precisamente lo que fomentamos es el sectarismo, lo que resulta muy distante de la armonía del arcoíris.
 
Debemos en México reflexionar en los rumbos que asumimos, predicando y tratando de practicar cotidianamente la unidad de voluntades, de esfuerzos, de objetivos comunes que nos beneficien a todos, por sobre el llamado de los unos contra los otros, sólo porque nuestras tonalidades son distintas.
 
El no coincidir con putos de vista no debe convertirnos en rivales encuadrados en tonalidades extremistas, porque incluso los distintos entre sí, pueden sumar esfuerzos para que nadie naufrague y sea arrastrado hacia la fatalidad.

 
La diversidad es natural, no es extraña a la condición humana, por ello quien gobierna debe tener claro que tiene la obligatoriedad de amparar en su administración y ejercicio del poder, incluso a los más distantes entre sí, como podrían ser “los chairos y los fifís”, porque de todos es su Presidente y de todos debe ser su guía y protector… Como de todos es la viña del Señor… Por hoy, ahí la dejamos.