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Columnas y artículos de opinión
¿Por qué cuando gobernaban los corruptos había recursos suficientes para atender esas necesidades básicas?
Luciano Blanco González
24 de mayo de 2019
alcalorpolitico.com
A medida que transcurre el tiempo, mayor es la convicción de que el país marcha hacia adelante abanderado con los programas y acciones que enarbola la Cuarta Transformación, con los naturales tropiezos y sorteando los múltiples escollos que sus detractores le colocan al presidente López Obrador a cada paso que da.
 
Lamentablemente, nuestro México ahora se encuentra dividido entre los que tienen mucho y son acaudillados por una clase pensante, interesada en regresar a los pasados tiempos de los negocios fáciles y altamente lucrativos a base de deteriorar al erario público, mediante concursos mercantiles simulados, otorgando a los funcionarios coludidos jugosos sobornos para la construcción de obras que no se hicieron, se hicieron mal o no se concluyeron, o como sucedía con la adquisición de bienes y servicios como medicinas, rentas de inmuebles y de automóviles, viajes personales de funcionarios al extranjero y al interior del país, o los gastos suntuosos como peluquería, celulares, ayudantía personal, asesores, guaruras, comidas al estilo romano, borracheras de órdago, asistencia sexual y todo lo que representara comodidades a la clase política para mantenerla satisfecha apoyando la descomposición y el desorden para esconder la creciente pobreza de la población y los enormes negocios que se maquinaban a sus espaldas, disimulados con la máscara del progreso grosero e insolente de unos cuantos presuntuosos con grandes mansiones, casas de playa, residencias y departamentos en el extranjero donde viven y se recrean con sus familias enviando a sus hijos a las mejores universidades del mundo.
 
Estos no entienden que los negocios desde la administración pública se acabaron, y sus añoranzas por reivindicarlas se reflejan en juicios severos y malvados en contra de una administración que se esmera por ahorrar hasta el último centavo, evitando que el dinero ruede y pase por varias manos en donde normalmente se le va pellizcando poco a poquito, de tal manera que cuando llega a su destino final o se desvía o se gasta en otros conceptos, pero no llegaba íntegro para cumplir en la realización de su cometido. Es posible que para que asimilen la nueva situación sea necesario que tomen las terapias a las que alude López Obrador y se reeduquen sin llegar al estilo de Stalin, Mao, o Fidel Castro que los enviaban a los trabajos forzados en el campo o en la cárcel.
 

Los del otro bando, los aplaudidores, los que carecen de voz en los medios de comunicación se rebelan contra los enemigos del mandatario a través de las encuestas, aprobando todo lo que hace el líder de la cuarta transformación con brillantes ideas, aunque a veces estén fuera del marco de la ley, pero a todas luces necesarias y urgentes para resolver algunos problemas de su administración, sin cuyas medidas correctivas y corrosivas, esos males continuarían siendo un lastre con costos inimaginables para los grandes propósitos que el gobernante tiene para el beneficio y desarrollo de los pueblos y comunidades más marginadas, porque esas medidas siempre espectaculares y mediáticas, mantienen viva la esperanza de que todo lo que proyecte o haga el primer mandatario repercutirá positivamente en sus vidas y en su medio social.
 
Se afirma que va bien porque, aun cuando las cuestionadas medidas económicas del Presidente, manifestadas por las altas esferas económicas nacionales e internacionales, difunden la idea de que nos dirigimos hacia una inevitable quiebra económica que sumirá al país en una incontrolable inflación, con el cierre de los mercados internacionales a nuestros productos y la imposición de ruinosos gravámenes fiscales que semiparalizaran la industria y el comercio, provocando un grave desempleo, desabasto y devaluación de la moneda.
 
Pero el presidente no se arredró, él sabe que la política se vive lo mismo en el sucio fango que en las peligrosas arenas movedizas que devoran la moralidad y las buenas costumbres, pero también en las aguas limpias y cristalinas, así como en la tierra firme por rutas claras y estables, él sabe en donde está parado, intuye los resultados de sus acciones que obedecen a mecanismos complicados de la economía y de la sociedad, a veces sujetas a la voluntad de gobiernos, de personas o de corporaciones extranjeras.
 

Cuando sonaron las alarmas por los gravámenes arancelarios impuestos a la exportación del acero y del aluminio por los Estados Unidos, se avizoró un grave peligro para la economía de la nación, en virtud de una posible parálisis o disminución de la producción y una inminente contracción del mercado nacional, sonaron todas las campanas de las cúpulas empresariales, sólo el presidente evaluaba el comportamiento de estos metales y los mercados asiáticos y europeos, sereno recomendaba calma, sabía lo que estaba sucediendo, ¿Qué acordó sin alharacas con el presidente Trump? No sabemos, pero el reciente anuncio de los Estados Unidos de levantarlos, no fue obra de la buena voluntad norteamericana, tampoco de la divina providencia, fue obra de la capacidad de negociación y de los acuerdos que no se ventilan al público, pero los resultados ahí están.
 
En qué parte de la robusta corpulencia del Señor Trump le hurgó López obrador a aquél para que fuera el propio Trump, quien ahora para beneplácito nuestro sea él, quien le solicita al Congreso Norteamericano que le apruebe el nuevo tratado de libre comercio (USAMCA, TLC, NAFTA), cuando Donald, con su carácter agrio y despectivo, era el más renuente y amenazaba con castigarnos y salirse del tratado, lo que era el equivalente a una catástrofe comercial para México, López Obrador sabe dónde tiene cada uno el callo y sabe pisarlo con suavidad o con potencia según sea el caso.
 
Ante el nuevo panorama de nuestras relaciones México-Americanas, da la impresión de que todo lo tenía amarrado, pues las agresiones verbales las escurría con tal suavidad y aparente indiferencia que parecía que estaba tirando a lurias al mandatario gringo, con una actitud desesperante que ponía nerviosos a los posibles afectados.
 

Ahora sus adversarios, los que desean que todo vaya mal, que se tropiece o que se caiga, como se comportan, cuando los mercados bursátiles reaccionan positivamente con la revaluación del peso que se fortalece frente al dólar y la bolsa de valores sube puntos inusitadamente, avergonzados no saben reconocer que la administración de López Obrador, va bien y que no sería extraño que se alcanzara el aumento del PIB hasta en 4 puntos. Total Andrés tiene sus propios instrumentos de medición y con ellos puede llegar hasta 10 si quiere.
 
Donde nos tiene desconcertados a todos es la política de seguridad social en el ámbito médico, pues visto desde fuera se percibe que la austeridad republicana está dándole en la torre a los grandes fines humanistas de su política, está al desnudo que las instituciones hospitalarias están castigadas con un fuerte recorte presupuestal que repercute en una mala atención a la salud de los enfermos en general al recortar personal, al no proveer los medicamentos con la urgencia que los pacientes requieren para curar los males que les aquejan y, que de hecho, ya debe de ser motivo de muertes entre las clases más desprotegidas, y debe de ser razón de empobrecimiento de quienes teniendo recursos se ven obligados a buscar alivio en la carísima medicina privada.
 
Sera que sus consejeros y colaboradores a la vieja usanza neoliberalista están interesados en rebozar de llena la caja del dinero, aunque la gente se esté muriendo de enfermedades, no hay dinero para contratar más médicos y enfermeras, pero sí hay para contratar más soldados, más policías con altos sueldos, no hay dinero para comprar medicinas, pero sí hay y bastante para comprar armamento y equipo para la Guardia Nacional. (Aunque hay que reconocer que también son necesarios).
 

Otro de los problemas en el país son los incendios que por todas partes consumen cientos y miles de hectáreas, y hay impotencia humana para sofocarlos por la carencia de recursos para contratar personal adicional, adquirir avionetas y helicópteros suficientes, así como los químicos necesarios, sólo porque La Secretaría de Hacienda consideró que era demasiado el gasto procediendo irresponsablemente a recortarlo.
 
Y así como agarra lustre y respeto el gobierno por dignificar y revalorar a la tercera edad con el apoyo bimensual, también pierde credibilidad cuando despoja a sus niños de la posibilidad de estar al cuidado profesional de su sano desarrollo y educación que proporcionaban las estancias infantiles, al igual que cuando los abandona a su suerte cuando padecen cáncer al no proporcionarles los tratamientos prescritos, se respira homofobia oficial cuando abandonan a la población heterosexual que urge la atención del Estado con su dotación de antirretrovirales o que castiga a aquellos que para sobrevivir requieren de insulina y que en general descuida la salud de sus gobernados en una obsesión por ahorrar y sanear el gasto, entonces la pregunta obligada es ¿por qué cuando gobernaban los corruptos había recursos suficientes para atender esas necesidades básicas? Y ahora no alcanzan, o dónde están guardados, o para qué se utilizaron, o quién se los gasta, acaso eran más capaces los corruptos del pasado que los austeros y republicanos del presente.
 
Será que sus consejeros y colaboradores a la vieja usanza neoliberalita están interesados en rebozar de llena la caja del dinero con reajustes, despidos, recortes, reasignaciones presupuestales, aunque la gente se esté muriendo de enfermedades, no hay dinero para contratar más médicos y enfermeras, que sería más importante y urgente que financiar proyectos de la naturaleza que sean, pues cualquier proyecto por muy importante que parezca debe de postergarse para atender esta crisis humanitaria que está pegando fuerte en la credibilidad de lo que debe de ser un buen gobierno del que mucho espera la población.
 

Ya hay suficiente ahorro proveniente de la vigilancia estricta en el gasto público y de la disciplina fiscal que elimina gran parte de la corrupción, que enflacaba las arcas del erario y que ahora se engordan a borbotones al no haber huachicoleo, pero parece que este todo y las energías físicas y mentales del mandatario se las chuparan: Pemex, el Plan Transísmico, El Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas y el Aeropuerto Internacional de Santa Lucía. Programas incuestionables con los que se pretende enderezar el barco de las finanzas públicas y reorientar el desarrollo nacional, pero que tendrán un alto costo social y humano que descapitalizara otros sectores, no menos importantes.
 
En fin, la indudable vocación humanista de López Obrador no se debe de poner en duda, pronto lo veremos repartiendo medicamentos y equipo, visitando hospitales y clínicas, basificando médicos y enfermeras e inaugurando instituciones de salud bajo la bandera del Instituto de Salud para el Bienestar que cobijara por parejo a todos aquellos que sufren cualquier tipo de enfermedades con una cobertura muy amplia, estoy seguro que les callara la boca a quienes logren sobrevivir esta crisis temporal del sector salud.- Por el bien de la causa.
 
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