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Columnas y artículos de opinión
Gracias a la dupla Trump-AMLO. No habrá gravamen
Luciano Blanco González
7 de junio de 2019
alcalorpolitico.com
La crisis diplomática que está enfrentando el gobierno mexicano, frente a sus arbitrarios e impositivos vecinos del norte, que amenazan con llevarnos fatalmente a una terrible crisis económica y social si el gobierno mexicano no cambia de visión en el manejo de su política migratoria de puertas abiertas en la frontera sur, a quienes deseen ingresar y transitar libremente sin importar de donde provengan, abusando de ella las bandas internacionales de traficantes, que negocian la internación y traslado no solo de guatemaltecos, hondureños, salvadoreños y nicaragüenses, sino también cubanos, haitianos, musulmanes y africanos.
 
Los gringos, interpretados por su presidente Donal Trump, se pusieron nerviosos con el crecimiento del número de migrantes centroamericanos que, cobijados por México, se internan por el país motivados por el presidente López obrador, quien inspirado en la concepción idealista del respeto a los derechos humanos, con su natural estilo del bien, casi los invita a venir al país, garantizándoles respeto y seguridad en su libre tránsito hacia los Estados Unidos o trabajo, educación y atención médica, si desean permanecer en el territorio nacional, lo que ha incentivado que hordas de invasores penetren por la frontera sur, hasta antier sin requisitos.
 
Pero no seamos ingenuos, no nos espantemos, no va a pasar nada, Trump y Andrés Manuel se necesitan mutuamente, son tan parecidos en su estilo de manejar a las masas y a los medios de comunicación con medidas mediáticas, que con sus actitudes ponen al mundo entero de cabeza. Trump, cuya exigencia a México es detener la migración extranjera en sus fronteras, argumentando que para ellos son un problema de seguridad nacional y un peligro para su nación, disponiendo en el extremo de su miedo, la construcción de un muro que contenga la avalancha humana deseosa de llegar a la tierra prometida, para alcanzar el sueño americano.
 

Trump podría tener razón con ello, nosotros mismos estamos asustados de tanta intrusión que ingresa al país de forma descontrolada, trayendo con ellos enfermedades, necesidad y, en algunos casos, gente dispuesta a todo con tal de salir de su pobreza, inclusive el peligro de ser enganchados en las bandas de delincuentes, vienen huyendo de la persecución del hambre, de la miseria y de la violencia ancestral que los asola.
 
Desafortunadamente si no hay remedio, si no se aplica un control legal al ingreso y los Estados Unidos imponen los anunciados gravámenes a las exportaciones, será tan grave la crisis que nos abatirá el desempleo, el hambre, la devaluación, el desabasto y más violencia, además ante la escasez de recursos, sufriremos un decremento en la calidad de los servicios que presta el estado como: salud, educación, seguridad e infraestructura. En síntesis, se detendrá el desarrollo, en tanto encontramos las vías alternas de comercialización, si es que estoicamente aguanta el pueblo de México.
 
Pero esto no sucederá, Andrés Manuel y Trump se complementan para lograr sus fines personales, saben que de una solución razonada, con suficiente escándalo público, le redituará la aceptación masiva del electorado y ambos aumentarán su popularidad y la consecuente aprobación publica, que a Trump le allegará millones de votos para su reelección y a López Obrador miles de aplausos.
 

Qué enmascara nuestro presidente, cuando con su propósito de conservar esa bonita amistad con el pueblo y gobierno norteamericano, ha declarado que con respeto a los derechos humanos, acompañará a los migrantes para entrar y salir del país, aludiendo en sus confusas expresiones en la mañana de ayer a la migración legal. Se refería acaso a aquella que debe de cumplir con todos los requisitos que exige la ley, que además es la adecuada y es la que además nos están requiriendo nuestros vecinos del norte.
 
Su convocatoria a una concentración de unidad en Ciudad Juárez el día de mañana, a la que invita a todo el poder público del país en su gobierno, no tiene precedente, desea que en lo que se decida lo acompañen, senadores, diputados, magistrados, gobernadores, presidentes municipales, líderes políticos y religiosos, quienes han respondido unánimemente al grito de guerra presidencial, aunque él mismo ha recomendado a sus emisarios en Washington, encabezados por Marcelo Ebrard, que nada de adoptar actitudes beligerantes y que todo lo que se plantee sea en un tono exigente pero quedito.
 
Imagínense que la concentración de Tijuana tuviera el propósito de apoyar a Ebrard en las negociaciones bilaterales y que éste, le comunicara al vicepresidente Mike Pompeo, que tenga cuidado con sus opiniones y decisiones porque todo el pueblo de México y sus autoridades están apoyando al presidente y que están dispuestos a todo, no cabe duda que los negociadores norteamericanos se burlarían o mínimo ignorarían tan estúpida amenaza.
 

No, la concentración de Tijuana no es un suicidio político en que Andrés Manuel vaya a exhibir su debilidad como mandatario o su fracaso como concertador, él va a justificar su sumisión a los dictados exteriores en materia migratoria, encubriendo la nueva estrategia con la manida bandera del respeto a los derechos humanos de los migrantes, a quienes garantizará la entrada y retorno a nuestro país en el marco de la ley, pero advirtiendo que quienes circulen de manera ilegal serán deportados a sus países de origen.
 
De hecho, las recientes medidas en la frontera sur, hablan por sí solas de lo que sucederá, ya se implementan y operan múltiples retenes que detienen y encierran en centros de atención a los migrantes que, si no son detenidos en el primer punto, lo serán en el segundo o en el tercero, para luego deportarlos a sus países de origen como ya se está haciendo, y para que nuestros vecinos se convenzan que estamos actuando en serio, ya se anunció el despliegue de miles de soldados y de elementos de la Guardia Nacional hacia el sur del país.
 
Ni a México ni a Estados Unidos les convienen los aranceles, a Trump le va a ser difícil sostener una guerra comercial con México, sus electores de la frontera, que son los que más se enriquecen con la explotación de mano de obra barata que le ofrecen los migrantes, para desgracia de aquel son Texas y California los que mayor número de votos le representan y en razón de ello tomará la decisión de aplazar la anunciada imposición de los gravámenes, desde luego después de los ventajosos acuerdos que en lo obscurito suscribirá Ebrard.
 

Aquella será una fiesta nacional, donde se celebrará la gracia y la bondad de Trump, ¿Qué es lo que se negociaría para hacer crecer a nuestro verdugo que, henchido cantara la victoria en ruidosos tuits y declaraciones estruendosas??
 
Como resultado, los empresarios nacionales y todos los mexicanos, dormiremos tranquilos, mientras que los afligidos migrantes ya pueden irse dando la media vuelta y regresarse por donde vinieron o enfrentarse a una cacería inhumana en todos los puntos del territorio nacional, para darles gusto a los gringos. Pero verdaderamente que ante las adversas circunstancias y amenazas, no hay de otra.
 
La soberanía será celebrada y la dignidad nacional llegará a su máxima exaltación, pues por ser conceptos subjetivos, el lenguaje las moldea y, por lo mismo, las honra o las macula, son los actos las que las visten o las exhiben tal cual son y al orador principal no le será difícil decir una cosa y hacer otra.
 

Que sea lo que dios quiera, pero la máxima preocupación del presidente se puso de manifiesto cuando envió apresuradamente a su canciller a Washington a arreglar las cosas a como diera lugar, lo que equivale a que lleva carta blanca para comprometerse a lo que sea, así que no nos extrañe cualquier acuerdo que se tome, con la seguridad de que será por el bien de México.
 
Eso se percibe que va a suceder, pero si Trump no reaccionara y para el lunes tuviéramos los primeros aranceles, no nos espantemos, está en marcha el Plan B.
 
La grandeza de dios que es tan magnánima para México, nos dio una ubicación geopolítica envidiable, que si somos inteligentes y la explotamos haríamos temblar a Estados Unidos, quienes nos rogarían apoyo y ayuda porque les podríamos poner en muy serios predicamentos bélicos, al aliarnos con china si es necesario y con ello meteríamos en el traspatio norteamericano al enemigo número uno de ellos, a la segunda, si no ya la primera potencia bélica y económica del mundo, China, quien nos está ofreciendo apoyo económico, capital, inversión, mercado, tecnología y mucha seguridad.
 

Los chinos, con su tecnología, ya están detrás del tren Maya y del aeropuerto de la Ciudad de México, pero eso es pecata minuta, a los chinos les interesa el desarrollo de la región transísmica para mover sus toneladas de mercancía desde el pacifico hasta el atlántico.
 
En fin, que el destino manifiesto de México es infinito, sobreviviremos sobre cualquier adversidad, venga de donde venga, ya tenemos mucho de qué preocuparnos con las noticias desalentadoras que difunden los agoreros de la desgracia, pronosticando una agresiva regresión económica con las descalificaciones a Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad, la caída de la bolsa, la baja del peso, la escasa inversión, el vuelo de capitales y toda una gama de acontecimientos que ubican una parálisis y caída de la economía, pero en contra de esta conspiración financiera, tenemos la esperanza de que nuestro presidente ha de estar a la altura de las circunstancias y ha de tomar las mejores decisiones para seguir adelante.- Por el bien de la causa.
 
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