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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
Ponerse los pantalones
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
13 de junio de 2019
alcalorpolitico.com
En México, este mundo del revés como lo calificaría Eduardo Galeano si pudiera, se ha abierto otra de esas polémicas que sospechosamente aparecen cuando asuntos delicados y de gran importancia para el país están a la puerta.
 
En esta ocasión el protagonismo ha surgido de dos personajes muy típicos de este mundo surrealista: el secretario de Educación, ex o virtual funcionario y empresario televisivo, y la señora gobernante de la Ciudad de México, que una vez aplaude a su jefe máximo y otra vez también, mientras los chinampines le truenan por todos lados.
 
Aunque primero se respaldaron en su anuncio y comentario y después se desligaron de ambos, coincidieron en que establecer el uniforme «neutro» en las escuelas del país es una clara muestra de su acendrada campaña por la igualdad de «derechos» (seguro quiso decir, de sexo). La señora gobernante lo escribió así: «Una ciudad de derechos lleva la igualdad a todas las esferas. Con el secretario de la SEP anunciamos el uniforme escolar neutro en la Cd. La falda no será exclusiva para las niñas y el pantalón para los niños. Acciones sencillas para promover igualdad de derechos». Acto seguido, el secretario de Educación puntualizó: «En ningún momento señalamos, ni en mi persona ni en el documento, nada dirigido a los niños. La propuesta va dirigida a las niñas». Y, en lo subsecuente, ambos enmudecieron y dejaron que el asunto nos distrajera de las trompadas del gobernante del norte y de las inhumanas represiones a emigrantes.
 

Los dirigentes de la Unión Nacional de Padres de Familia, que solo aparece cuando de estas nimiedades se trata, enfilaron su comentario y rechazaron que los niños puedan llevar falda al colegio, aunque aceptaron que las niñas sí lleven pantalones.
 
En realidad, ni faldas ni pantalones determinan ni el sexo ni la preferencia sexual ni la clase social ni la nacionalidad ni la diferencia de derechos ni nada de nada. Si los irlandeses usan faldas, al menos en ciertas ocasiones, eso no los hace iguales ni demuestra que tienen los mismos derechos que las mujeres, y viceversa: que las mujeres usen pantalón vaquero no las hace masculinas ni demuestra que son tan hombres como los de enfrente. Griegos, romanos, persas, hititas, españoles, etc. usaron faldas aun formando parte de las aguerridas escuadras militares. Que cómo le hacían para ser discretos (porque, incluso, ni calzones usaban) vaya usted a saber, y también poco importa si lo pretendían ser o no. En cambio, los troyanos y los galos usaban algo parecido a los pantalones y aun así fueron derrotados por griegos y romanos. Y solo como referencia de erudición diremos que la palabra pantalón se originó del nombre Pantaleone, personaje principal de comedias venecianas cuya función era embrollar las aventuras lúdicas de los enamorados. El viejo Pantaleón se distinguía por vestirse con una prenda estrafalaria, con las «piernas» anchas y sueltas.
 
Lo cierto es que eso de las vestimentas es cuestión cultural, de uso y costumbre, y listo. A veces más pantalones llevan las mujeres que los hombres y más faldas los hombres que las mujeres si nos atenemos al refrán de que quien porta pantalones es porque también decide, manda, impone y sojuzga, y quien lleva faldas es porque carece de temple y carácter. Esas son andancias del lenguaje y de los refranes, que de andariegos, aprovechados y convenencieros tienen mucho.
 

De hecho y por costumbre, en algunas sociedades, los niños llevan pantalones y las niñas faldas, y eso me parece cosa de poca monta. Que una niña se ponga pantalones (en el sentido primario que la misma Academia de la Lengua Española, tan pundonorosa y tildada de machista, define como «1. Prenda de vestir que se ajusta a la cintura y llega generalmente hasta el pie, cubriendo cada pierna separadamente», y «2. Prenda interior que usaban las mujeres, más ancha y corta que el pantalón») no quiere decir sino que se le antojó, pudo hacerlo y ello no cambiará ni su sexo, ni su preferencia sexual, ni recobrará su dignidad (si es que la hubiera perdido (¿?). Más aún, ¿quién no conoce las faldas pantalón, que la misma RAE define como «Prenda de vestir que parece una falda pero tiene perneras como un pantalón», tan usual como uniforme en muchas escuelas?
 
Tan banal ha resultado el asunto, pero tan oportuno como distractor, que ya se debe estar preparando otro (especialmente por el inefable secretario de Educación), porque los problemas nacionales arremeten con denuedo y solo algunos despistados, como este escritor, se ponen a hablar tanto de este como de aquel desafortunado anuncio de que los alumnos deben copiar en la escuela, porque el mundo (el que él representa) ahora necesita más plagiarios que inventores.
 
Solo falta que el uniforme «neutro» sea del mismo color para todos los escolapios, tipo China.
 

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