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Columnas y artículos de opinión
Hombría frente a Trump
Luciano Blanco González
14 de junio de 2019
alcalorpolitico.com
Los triunfos políticos de Donal Trump y de Andrés Manuel López Obrador por los resultados de la reciente negociación, son un agravio para México y una victoria sucia para los imperialistas norteamericanos, que por el momento nos salva de una crisis económica, pero nos arrastra a un vergonzante estigma de traición a los ideales tradicionales de fraternidad con nuestros hermanos latinoamericanos, y nos coloca en una situación de alerta por la efervescencia de violencia y de enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los desesperados migrantes que, atraídos por la continua invitación del presidente, cultivaron la idea de aprovechar la oportunidad para transitar libremente hacia el norte con la esperanza de una vida mejor.
 
Sin embargo, habría que reconocer que no había de otra; de no lograrse postergar la prevista imposición de los gravámenes, estaríamos enfrentándonos de momento a la más grave crisis económica del país, tan grave como la que vivimos en aquella dolorosa devaluación, que hizo llorar como perro a José López Portillo, o a todo el país con el aberrante FOBAPROA de Ernesto Zedillo, que aún nos tiene sudando para pagar sus consecuencias fatales de deuda y de empobrecimiento.
 
Ahora estamos encadenados a los caprichos de Trump, quien nos impuso su infinita y perversa maldad, mediante un convenio abusivo y degradante, que obliga a México a controlar la migración en la frontera Sur, y a abrir la frontera en el norte para que los migrantes ilegales ingresen de regreso a México, con absoluta libertad y sin derecho a objetar el enorme número de retornados que según las autoridades, en este régimen de seis meses, asciende a 144 000 ilegales, que ya están allá y de los cuales 40 000 esperan la resolución de las cortes para obtener el anhelado asilo y mientras esperan, serán a quienes nos comprometimos a recibir.
 

Acá los esperamos con la mejor buena voluntad, pero de antemano les debemos de advertir, que acá los espera un infierno de hacinamiento, peor que el infierno que vivían en sus lugares de origen y más infame que el que les brindaban en Estados Unidos, pues carecemos de la infraestructura para recibir las hordas de deportados que, en número de mil, llegaran diariamente a nuestras fronteras y a quienes nos obligamos a recibir y a atender en el marco de respeto a los derechos humanos, brindándoles atención de salud, alimentación, trabajo y educación que nuestro gobierno le regatea a nuestros paisanos que se debaten en la miseria y en el abandono por mas propaganda oficial que se difunda.
 
Esto nos inquieta y nos preocupa, pues los millones de dólares que se tienen que gastar con cargo al erario mexicano para complacer las desastrosas exigencias gringas, privarán al pueblo mexicano de la posibilidad de contar con más escuelas, más hospitales, más carreteras y mejores servicios que elevan su calidad de vida, y si estábamos de acuerdo en las medidas de austeridad para ahorrar recursos, corriendo empleados, suprimiendo las estancias de los niños, racionando la medicina, suprimiendo clínicas, eliminando gastos superfluos, recortando el salario, eliminando el aeropuerto de Texcoco, desapareciendo el Estado Mayor Presidencial, nos irrita que estas dramáticas medidas y otras que se viven sean el pretexto para ahorrar y finalmente se destinen al bienestar de extranjeros así sea con fines humanitarios.
 
El alarde presidencial que se difunde ampliamente para cumplir este compromiso, presumiendo que existen suficientes recursos para enfrentar esta contingencia enmaraña el pensamiento y nos inquieta el saber que los millones de dólares que se gastarán en esta aventura saldrán de nuestros ya menguados bolsillos.
 

A Trump estás medidas ante sus electores, le reditúan una inmensa popularidad que le corresponderán con votos para la anhelada reelección, ubicándolo como el patriota que se está imponiendo a los necios gobernantes mexicanos, está salvando a su país de la maligna plaga de depredadores latinos, que van a enriquecerse a costa de su generosidad y a causar lamentables perjuicios en su territorio.
 
El héroe norteamericano por su grandiosa hazaña se siente con derecho a burlarse de los valientes e irascibles mexicanos, que no entendían los llamados cordiales y amistosos para que actuaran en ese tema.
 
Se pitorrea de la imagen presidencial que nosotros concebimos rebelde e insumisa a cualquier llamado o sensato consejo, que no oye y no le hace caso a nadie, que desprecia las críticas y los comentarios adversos, para Trump no hay nada de eso, las invocaciones a la soberanía y a la dignidad para él, son habladas, bravuconerías, los considera como bocones nada más y cree haberlo comprobado con los efectos de un manotazo en la mesa y de un desafortunado anuncio que los asustó y los hizo correr espantados a desdecirse de todo nuestro valemadrismo y a signar peligrosos acuerdos que, por la posteridad, nos mantendrán de rodillas, temerosos y atentos a cumplir con diligencia lo pactado y todo lo que se le ocurra.
 

El muro que Estados Unidos nos obliga a construir en la frontera sur, estará compuesto por elementos de la guardia nacional, que abandona el sagrado deber de cuidar la vida de los mexicanos con la fuerza pública, para evitar el flujo centroamericano nos va a costar también a nosotros, nosotros lo vamos a pagar para resolverles el problema a ellos y pensar que cándidamente pueblo y autoridades políticas así como líderes religiosos concurrieron a ratificar su compromiso de unidad y apoyo a la política presidencial, celebrando allá en Tijuana el reciente acuerdo, cuyo contenido parcial conocemos, pero eso basta para hacernos temblar y preguntarnos qué más se pactó, ¿Que no conviene dar a conocer?, ¿Que se oculta?, ¿por qué se oculta y que más tenemos que hacer para que no nos impongan los indeseables aranceles?. ¿Por qué tanto alarde de Trump?
 
Porque estamos tan agachaditos ante tanta ofensa y menosprecio de Trump, que se atreve a boquiabajearnos y gritarle al mundo que nos tiene vergonzosamente subyugados a sus temibles botas de dictador, pateando nuestro orgullo y la dignidad nacional, dando a entender que nos castigará y destruirá si es necesario cuando él quiera y que espera que hagamos lo acordado a su gusto y, que si no cumplimos, nos aplicará medidas más drásticas mientras escupe sus pestilentes gargajos, y nosotros tronándonos los dedos y tragando saliva, rogándole a dios que no cumpla sus amenazas.
 
Es tiempo de pararlo en seco, levantar la cara y elevar la voz, hagamos lo que tengamos que hacer, en cuanto a lo pactado hasta el límite de nuestras posibilidades, pero sin agacharnos y ahora que ya ganamos tiempo para recomponer nuestras estrategias y levantarnos, decirle que ya basta de agredirnos y de exhibirnos como derrotados y como una generación indigna de nuestro país que quedará estigmatizada en los tiempos por venir, como la generación que fue vencida y entregada a los intereses más turbios del imperialismo norteamericano, como en su tiempo lo hizo el traidor López de Santa Ana, vendiendo parte de nuestro territorio y que es recordado en la historia de México por su conducta cobarde y entreguista después de haber sido proclamado el salvador de la patria.
 

En fin, tenemos que ser reflexivos, las divagaciones patrióticas pueden tener un costo muy elevado. Con Estados Unidos la política no es un juego fácil y menos ahora que tenemos enfrente un loco, que tiene la baraja del mundo en las manos y que en el momento menos pensado hace lances impredecibles que causan admiración y miedo al conjunto de la humanidad, sorprendida por su inusual audacia, finalmente que el gran arquitecto del universo ilumine a nuestro presidente en estos momentos de trance para que cese el denigrante hostigamiento, y con hombría comience a poner las cosas en su lugar velando siempre por la buena salud de la patria, en el entendido de que no está solo, el pueblo de México entero está con él para reivindicar la soberanía y la dignidad ahora enajenada. Por el bien de la causa.
 
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