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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Coquis, impunidad, Lucas
Miguel Molina
11 de julio de 2019
alcalorpolitico.com
Por ejemplo el caso de Coquis Gómez. Olvidemos que es periodista y que es incapaz de causar ofensa. Vamos a imaginar lo que pasó esa tarde del domingo: un hombre con un Rottweiler asusta (no por primera vez) a unos perros menores; la dueña de los perritos le dice que no amenace a sus animales.
 
El hombre (que en el lenguaje policial se llama masculino) le da un golpe en la cara a Coquis (la femenina en el expediente), y después la patea en el suelo mientras le grita quién sabe qué insultos y profiere quién sabe qué amenazas. Lo detuvieron. Circuló la noticia. Las redes se indignaron.
 
Cuenta Coquis que cuando el azar o la malicia los cruzó en algún pasillo de la Fiscalía General del Estado, el hombre, al parecer licenciado en algo, se rió de ella sin temor ni remordimiento. Y teme que lo dejen en libertad sin castigo. Parece que así va la cosa.
 

Pero si le aplican la ley, saldrá pronto de la cárcel (las sentencias oscilan entre seis meses y dos años) a seguir viviendo como antes. Ni los tribunales ni las barras ni los colegios de abogados ni la dirección de profesiones ni nadie impedirá que el agresor ejerza una profesión que no merece en nombre del espíritu de una ley que no respeta.
 
En fin. La víctima es la que paga el precio más alto. A Coquis le costará sanar de sus lesiones, hacer su trabajo, salir a la calle, hacer lo que hacía antes. Sobre todo tendrá miedo de encontrarse otra vez con el licenciado y su perro en el momento menos pensado. Pero nadie piensa en eso.
 
Lo más triste es que hay muchas Coquis en Veracruz y en el país en que nos ha tocado vivir, y no sabemos de ellas...
 

Otras formas de impunidad
 
Cuatro secretarios de Educación (Flavino Ríos, Xóchitl Osorio y Enrique Pérez Rodríguez y Zenyazen Escobar) han reconocido que hay quién sabe cuántos cientos – o miles – de aviadores en el sector educativo, han declarado con mucha seriedad que hay corrupción, y venta de plazas en la secretaría. Pero no ha pasado nada.
 
No hace mucho el diputado local Emmanuel Vargas Barrientos, quien preside la comisión de Educación del Congreso del Estado, anunció que hay trescientos (no trescientos diecisiete o trescientos setenta y cinco) aviadores en la secretaría.
 

Y nadie ha dicho nada. Hasta ahora no sabemos quiénes mataron las vacas ni cuáles vacas se dejaron matar. Eso se llama impunidad. Los responsables (quienes dieron las plazas ilegales y quienes cobraron sueldos inmerecidos) no tienen nombre ni allí ni en ninguna parte.
 
Amenazan con presentar denuncias. No presentan nada y se vuelven cómplices por omisión. Nadie sabe, nadie supo, nadie dice. Eso se llama impunidad. Así no se puede confiar en nadie.
 
Lucas, 5
 

Dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador que México está viviendo una transformación que no se puede lograr "con las mismas estrategias" de otro tiempo. Y dijo más: "No se puede poner vino nuevo en botellas viejas".
 
Más o menos lo mismo dijo Lucas en los versículos del treintaisiete al treintainueve del capítulo quinto de su evangelio: "Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo hace que los odres revienten, y tanto el vino como los odres se pierden... Y nadie que beba vino añejo querrá después beber el nuevo, porque dirá que el añejo es mejor".
 
Lo que no sabemos es cuáles son las botellas viejas y quiénes representan el vino nuevo. Ni quiénes son vino viejo, aunque sepamos quiénes quieren beber de ese vino. Ni siquiera sabemos si el vino añejo es mejor.