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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Siete años de burlas de Apiver
Miguel Molina
26 de julio de 2019
alcalorpolitico.com
Han pasado siete años desde el jueves de noviembre en que Juan Ignacio Fernández Carbajal, quien entonces era director general de la Administración Portuaria Integral de Veracruz (Apiver), declaró que el coque que arrastra el viento de los patios del puerto no afecta la salud de los veracruzanos.
 
Ese día descubrimos que a quienes manejan el puerto de Veracruz (reciente gloria del desarrollo que propicia el calentamiento global, porque la trasportación marítima produce más gases que el tráfico aéreo) no les interesa lo que les pase a otros, y que las autoridades federales y estatales a cargo del medio ambiente son completamente inútiles.
 
El señor Fernández Carbajal declaró que el coque no es tóxico, y que – si lo fuera – la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales "supervisa que se tenga un adecuado manejo, almacenamiento y traslado del coque". Esa fue una de las muchas mentiras que dijo.
 

También mintió cuando dijo que "las empresas que movilizan este material han tomado medidas preventivas para evitar afecciones a la salud de los habitantes de la zona norte de la ciudad". Según Fernández Carbajal, las protestas por la contaminación eran más mediáticas y políticas que sanitarias.
 
El caso es que casi cien mil personas que viven en las colonias Miguel Alemán, Formando Hogar, México, Virgilio Uribe, Playa Linda, Astilleros, Fraccionamiento del Norte, y otras que quedan en el camino del viento y de lo que lleva el viento cuando sopla hacia el norte, siguen bañadas en carbón: en los techos y las ventanas y lo que esté al aire libre, incluidas las personas y los animales y las autoridades estatales y municipales y hasta los turistas que anden por ahí.
 
Ahora nos enteramos de que otros funcionarios de Apiver reconocieron (otra vez) que el norte de la ciudad de Veracruz sufre con el coque que lleva el viento, y se comprometieron (otra vez) a hacer algo para mitigar la situación. Además de lo que otros funcionarios distintos pero iguales ofrecieron hace siete años, reforestar la zona ampliada del puerto con cinco mil árboles de roble, cedro, guásimo, jatrofa, palo amarillo, palmas y quién sabe qué más. Qué bueno. Pero no dijeron cuándo. Se están burlando.
 

Y nadie se comprometió a solucionar el problema. El coque que en Veracruz se almacena (es un decir) al aire libre y el aire se lo lleva desde que el coque es polvo y el viento sopla. Y los funcionarios siguen ofreciendo que harán algo y mintiendo ahora como hace siete o quién sabe cuántos años. Como no saben usar google, aseguran que todos los puertos del mundo mantienen el coque a la intemperie, aunque desde hace diecisiete años el puerto de Los Ángeles haya construido un recinto especial para alojar el coque, una sustancia "potencialmente carcinogénica" (https://www.latimes.com/archives/la-xpm-2002-may-17-me-coke17-story.html).
 
Para decirlo pronto, es el mismo infierno con diferentes diablos. Apostaría que ninguno de los diablos de antes fue a las colonias afectadas, y ninguno de los de ahora ha ido, aunque sea nada más por curiosidad. Lo mismo puede uno decir de las autoridades (por llamarles de alguna forma) ambientales del estado y del país.
 
Limitadas por leyes deficientes que les impiden actuar por iniciativa propia, las instituciones que deben proteger el ambiente del estado y del país hacen como que hacen y terminan invocando la letra de la ley sin pensar en su espíritu. No pueden intervenir porque hay un fuero o hay otro. Los problemas ambientales siempre son asunto de otro, aunque a fin de cuentas nos van a joder a todos. Nadie se hace responsable.
 

Lo triste es que mientras eso pasa, ya hay en el puerto heroico de Veracruz, colonias donde la gente ya sufre y que es claro que hay funcionarios que no se han dado cuenta de que llegó la hora de hacer las cosas de otro modo. Así no se puede ni se vale. El tizne no se quita con buenas intenciones ni con boletines de prensa, como podrán comprobar quienes se tomen la molestia de ir a ver y pasar el dedo en los vanos de las ventanas y en los quicios de las puertas. La vaina es que no van...
 
No, señor presidente
 
El papel de la prensa es contar la historia de lo inmediato. Nosotros somos la memoria de nuestro pueblo, para bien y para mal, y nuestro trabajo no es apoyar sino vigilar al gobierno y llamarlo a cuentas. La Constitución nos da ese derecho.