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Columnas y artículos de opinión
Prosa Aprisa
El panismo, en vías de fortalecer su unidad
Arturo Reyes Isidoro
12 de agosto de 2019
alcalorpolitico.com
Sin decir agua va, ayer domingo por la tarde en un salón del Fraccionamiento Costa de Oro de Boca del Río, el PAN estatal dio un paso en firme en busca de fortalecer su unidad interna perfilando a Joaquín Guzmán Avilés como su próximo dirigente.
 
Representativos panistas de todo el estado, encabezados por los diputados locales Bingen Rementería Molina y Omar Miranda Romero acudieron a una “reunión de amigos” (porque la campaña para renovar la dirigencia todavía no comienza) donde de hecho se le sumaron ya.
 
Los nuevos adherentes a la causa guzmanista dijeron que ven al tantoyuquense como la mejor opción para fortalecer su unidad, porque trae el compromiso de convocar a todos, Pepe Mancha y los yunistas boqueños incluidos, sin excluir a nadie.
 

Acudieron unas cien personas desde regidores, síndicos y alcaldes, líderes de la estructura partidista, hasta consejeros y exconsejeros nacionales, así como de la comisión política permanente nacional.
 
Hablaron de rescatar el Estado ante lo que calificaron como un muy mal gobierno de Morena y dijeron que buscarán postular a los mejores candidatos a cargos de representación popular en 2021, que serán elegidos como candidatos en procesos democráticos internos.
 
La causa guzmanista está fortalecida con la integración del también diputado local Enrique Cambranis Torres, de los panistas doctrinarios que quedan, fiel a los principios del PAN y al pensamiento del fundador de ese partido Manuel Gómez Morín, así como de la diputada Nora Lagunes Jáuregui, expresión juvenil del panismo estatal.
 

Si logran la unidad que pretenden y la mantienen por encima de todo, los panistas serán actores de primer reparto en los comicios de 2021.
 
AMLO tiene otros datos sobre inseguridad
 
El viernes pasado a temprana hora, apenas terminada la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador, el secretario de Seguridad Pública de Veracruz, Hugo Gutiérrez Maldonado, debió haber presentado su renuncia al cargo con carácter de irrevocable.
 

Lo debió haber hecho por dos razones: porque indirectamente AMLO reprobó su trabajo, y para poner a salvo la imagen de su jefe directo el gobernador Cuitláhuac García Jiménez.
 
Ese día, en Durango, el tabasqueño incluyó a Veracruz entre los diez estado “muy complicados” en donde se tienen más problemas de inseguridad, donde “hay más incidencia delictiva”. Equiparó a nuestra entidad con las de Jalisco, Michoacán, Guerrero y Guanajuato.
 
Ubicó al Estado en el deshonrosísimo top ten (los diez mejores, aunque en este caso habría que traducirlo como los diez peores) de los estados del país en casos de inseguridad y violencia. El presidente dijo que sabe “bien lo que está sucediendo” y aseguró que no está cruzado de brazos y que está actuando.
 

Apenas un día antes, en Córdoba, durante la llamada Mesa de Coordinación para la Construcción de la Paz (reunión de seguridad) el gobernador había informado que de diciembre a junio se redujo en 19 por ciento el índice delictivo.
 
Ahí, el señor Gutiérrez Maldonado presumió un informe “de acciones y resultados” en materia de seguridad y dijo que la estrategia en la lucha contra la delincuencia se fortalece con la coordinación entre las fuerzas federales y locales a fin de preservar la paz en las regiones del estado.
 
Por lo dicho al día siguiente por el presidente quedó claro que López Obrador, ahora sí, tiene otros datos. Además, lo avalaron los hallazgos, un día antes, el jueves 8, de 15 bolsas negras con restos humanos en Maltrata que correspondieron a los cuerpos de cuatro jóvenes, más cinco ejecutados en Vega de Alatorre, más la localización del cadáver de un agente de Tránsito, más muertos violentos en diferentes puntos del territorio estatal.
 

No maquilla ni oculta la realidad
 
AMLO, pues, no quiso ni maquillar ni ocultar la realidad del clima de inseguridad y violencia que se vive en la entidad; no se hizo de la vista gorda y, seguramente preocupante para el gobernador, lo contradijo y lo desmintió así como a su secretario de Seguridad Pública. Y no le echó la culpa al fiscal.
 
El reguero de cadáveres que aparece todos los días y a todas horas, de lo que puntualmente viene dando cuenta la prensa de las diferentes, regiones desmiente las cifras oficiales.
 

Al inicio del actual gobierno se le echaba la culpa a la administración anterior y se apostaba por la Guardia Nacional; se decía que con la llegada del nuevo cuerpo de seguridad el problema acabaría, pero nueve meses después la responsabilidad total es del gobierno cuitlahuista y llegó la Guardia a diferentes regiones y la situación no mejora sino que ha empeorado.
 
Se supone que existe una estrategia para combatir a la delincuencia y devolver la paz y la tranquilidad a los veracruzanos, pero si es que la hay los hechos demuestran que ha sido un total fracaso. Los cuerpos policíacos de Veracruz y los federales que actúan en el Estado están totalmente rebasados, no pueden. Su trabajo lo ha reprobado el presidente.
 
Pero si por el lado de la seguridad el fracaso es manifiesto, se debe cuidar el aspecto político: el gobernador nunca se equivoca, aunque se equivoque.
 

Gutiérrez Maldonado debió asumir la responsabilidad
 
En la ortodoxia, en las prácticas del priismo, que tienen plena vigencia, lo que hubiera procedido era que Gutiérrez Maldonado hubiera renunciado y aceptado su incapacidad para resolver o al menos disminuir el problema, hubiera salido a declarar que se equivocó en los reportes e informes que entregó al gobernador en los que este se basó para afirmar que han disminuido los índices delictivos, y hubiera dicho que el Ejecutivo ha hecho bien las cosas pero que le han fallado sus colaboradores, etcétera, etcétera.
 
Pero el secretario de Seguridad guardó silencio, no salió a asumir su responsabilidad ni a poner a salvo la imagen de su jefe; se aferra a la nómina, y al hacer como que la virgen le habla dejó solo a Cuitláhuac como único responsable, listo para que sus enemigos y malquerientes, que los tiene en cantidades industriales, lo tundan lo mismo en los medios que en las redes.
 

Con toda razón, un prominente político veracruzano que pasó por diferentes cargos de elección popular y de la administración estatal, que se mueve entre el Estado y la Ciudad de México, que ha estado en la oposición, que está bastante bien informado en altos niveles políticos, se comunicó conmigo la noche del jueves en reacción a la columna que titulé “Cuitláhuac, ¿agarra vuelo?”, para decirme que a Cuitláhuac lo ve solo, que cada vez está más y más débil y que en el altiplano lo consideran como un gran fracaso (de paso me comentó que a Eric Cisneros lo traen cerca de la “promoción”).
 
Así, pues, López Obrador ya atrajo hacia sí la voz sobre la seguridad e inseguridad en Veracruz y se las quitó a las autoridades estatales, pues no creo que salgan a contradecirlo y a insistir en que han bajado los índices de inseguridad, aunque son tan inexpertos y no aprenden, no leen ni entienden los mensajes del presidente, que son capaces de hacerlo.
 
Prefieren huir de la entidad
 

Es engañoso decir que han bajado los índices de inseguridad. Lo que pasa es que las víctimas no denuncian porque desconfían de las autoridades. Ya lo he comentado.
 
La semana pasada, el médico Salvador Sánchez Díaz, de Minatitlán, a través de las redes sociales, ante la imposibilidad de hacerlo personalmente, se despidió de sus pacientes.
 
A la distancia, les anunció que había tenido que emigrar de su tierra natal debido a hostigamiento y extorsión por grupos de delincuentes locales “que se hacen pasar por miembros de la delincuencia organizada”.
 

Se quejó: “A pesar de la solicitud de auxilio a las autoridades, no encontré el eco necesario y ello ponía en alto riesgo mi integridad y la de mi familia, por lo que no tuve otra opción que poner distancia de por medio”. No es el único médico que lo ha hecho en el sur del Estado.
 
Según el presidente, sabe bien lo que está sucediendo. Ya veremos qué solución efectiva ofrece, si es que lo hace. De él se espera ahora, porque en el nivel estatal, la credibilidad respecto a las autoridades está por los suelos. No ha sido la oposición, no ha sido la prensa la que ha hablado de lo complicada que está la situación en el Estado por la inseguridad: ha sido el propio presidente, de Morena.