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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
La formación de los maestros
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
17 de octubre de 2019
alcalorpolitico.com
No se necesita ser muy sabio, pero sí algo experimentado, para vislumbrar por dónde debe empezar una verdadera reforma educativa, en este país en donde apenas si se sobrevive en los penúltimos lugares en el panorama internacional.
 
Y el punto de partida, único válido, no es, como erróneamente se tomó en el sexenio pasado, la evaluación de los docentes en activo, y menos con una batería de exámenes de escritorio. Se debe empezar por la profesionalización de los docentes desde su formación básica, es decir, en las Normales y en las facultades de pedagogía y de ciencias de la educación.
 
En la reforma ideada en el sexenio de Calderón, se empezó por modificar los planes de estudio de la educación básica, proceso que fue desarrollándose poco a poco hasta culminar con el periodo presidencial. Y, como desafortunadamente el capítulo de las Normales quedaba en el aire, de manera precipitada (es decir, de cabeza) se echó a andar un nuevo currículo que está lejos, muy lejos, de lo que se requiere para sacar al país de la debacle educativa. Ese currículo se aprobó apenas en la última semana del gobierno calderonista y su diseño resultó paupérrimo. Veamos.
 

Dice aquel documento: «La Reforma Curricular de la Educación Normal atiende a la imperiosa necesidad de incrementar los niveles de calidad y equidad de la educación y asume el reto de formar docentes capaces de responder a las demandas y requerimientos que le planteen la educación básica en los tres niveles que la integran (preescolar, primaria y secundaria)».
 
Pero, la misma SEP, en lugar de empezar por ahí seis años antes, la avienta de última hora. Y lo peor viene en el diseño del plan de estudios, no obstante que se reconoce que es el punto medular de la reforma: «El Plan de Estudios para la Formación de Maestros de Educación Primaria es el documento que rige el proceso de formación de maestros de educación primaria, describe sus orientaciones fundamentales y los elementos generales y específicos que lo conforman de acuerdo con las tendencias de la educación superior y considerando los modelos y enfoques vigentes del plan y los programas de estudio de educación básica». En total, el plan de estudios comprende 291 créditos en ocho semestres.
 
Para la licenciatura en educación primaria, en el área de español se dedican estos cursos semestrales: Prácticas sociales del lenguaje, Procesos de alfabetización inicial, Estrategias didácticas con propósitos comunicativos y, finalmente, Producción de textos escritos. En síntesis: nada de gramática, nada de sintaxis, nada de prosodia, nada de ortografía y un miserable curso de redacción. De literatura y fomento a la lectura, nada de nada. Eso sí, cinco semestres de inglés…
 

En matemáticas: Aritmética: su aprendizaje y enseñanza; Álgebra: su aprendizaje y enseñanza, Geometría: su aprendizaje y enseñanza y Procesamiento de información estadística. Y nada más.
 
En ciencias biológicas: Acercamiento a las ciencias naturales en la primaria, Ciencias naturales, Educación geográfica (¿?) y Aprendizaje y enseñanza de la geografía. De historia: Educación histórica en el aula y Educación histórica en diversos contextos, y nada más.
 
En formación psicopedagógica se incluyen asignaturas como Psicología del desarrollo infantil (0-12 años), Bases psicológicas del aprendizaje, Planeación educativa, Teoría pedagógica, Evaluación para el aprendizaje, Ambientes de aprendizaje, Planeación y gestión educativa. Y por ahí, dos cursitos de Formación cívica y ética y Formación ciudadana.
 

Lo demás, es una serie de añadidos como Diagnóstico e intervención socioeducativa, El sujeto y su formación profesional como docente, Adecuación curricular, Proyectos de intervención socioeducativa, Atención educativa para la inclusión, y, por ahí, algo de educación física y artística. También un poquito de las Tic’s y un cursito sobre el Panorama actual de la educación básica en México, que les ha de ser muy provechoso como motivación... El octavo semestre se dedica totalmente para trabajo de titulación y práctica docente, con 24 horas a la semana, mientras que en los otros semestres se debe trabajar entre 30 y 40 horas semanales. Ahí el futuro profesor «desarrollará actividades orientadas a la elaboración de su portafolio, informe de prácticas o tesis de investigación, para lo cual recibirá asesoría por parte de un docente». Poco y nada y ya está listo para enfrentar el tremendo reto de la educación…
 
Se supone (y creo que muy ingenuamente) que los estudiantes normalistas ya saben gramática, ortografía, historia, geografía, biología, física, química y demás disciplinas y su formación debe ir más específicamente a didáctica de estas materias. Pero, excepto en el área de matemáticas y un poco en geografía, no se incluyen didácticas particulares. Los nuevos profesores deberían llevar cursos específicos: cómo enseñar gramática, ortografía, historia, ciencias naturales, comprensión de textos diversos, el fomento de la lectura, etc.
 
Y, ahora sí, exámenes muy rigurosos para ingresar y egresar.
 

En resumen: más ciencia y menos ideología.
 
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