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Columnas y artículos de opinión
El Presidente juega con fuego
Luciano Blanco González
25 de octubre de 2019
alcalorpolitico.com
Ante la falta de precisión informativa sobre los graves acontecimientos en Culiacán, cualquiera puede sacar sus propias conclusiones, pero inevitablemente estará de acuerdo con que el señor Presidente tuvo razón en respaldar la decisión de suspender el mal planeado operativo, que de no hacerlo hubiera provocado una masacre de consecuencias impredecibles.
 
No somos la policía que los gringos quisieran que fuéramos, no tenemos por qué darles gusto en todas sus peticiones y en este tema tan delicado del narcotráfico, no se les puede decir que no, cuando menos tenemos que simular que estamos actuando, lo que indudablemente nos reditúa su simpatía y apoyo en otras áreas.
 
El fallido intento de complacer a los Estados Unidos en su exigencia de detener a los capos de la droga, deja claro que se gobierna con actitudes duales y confusas. Habíamos comentado ya lo inminente de que Trump, ante la reiterada posición del gobierno mexicano para no atacar ni detener a los narcotraficantes por la vía armada, sino pegándoles en lo económico.- expropiando sus bienes, congelando sus cuentas, inmovilizando sus actividades de producción y comercialización de narcóticos, etc.- Tarde que temprano nos obligaría a hacerlo por distintos medios.
 

Inclusive recientemente nos amenazó con incluirnos en su lista negra de países patrocinadores del terrorismo internacional, lo que equivale a imponernos sanciones económicas con efectos catastróficos a los países incluidos como: vigilancia y restricción de las exportaciones, restricciones en la ayuda económica, restricciones financieras, bloqueo de créditos en el Banco Mundial e instituciones similares, llevarnos a los tribunales Yanquis por daños e indemnización a las víctimas del terrorismo, prohibir a ciudadanos estadounidenses entablar relaciones financieras con nuestro país, Entre otras sanciones.
 
Por eso, obligado por las presiones estadounidenses y en base a los tratados internacionales, el Presidente debe de haber dado una orden general a un mando no determinado que visiblemente podría ser su secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, para que procediera o simulara proceder en contra de quienes por los discursos presidenciales se presume que gozan de la protección oficial.
 
Tan mal explicado está el incidente, que cualquiera se puede imaginar que un convoy de la Guardia Nacional transitaba por las avenidas (una versión), o pasaron por enfrente de la casa del narco (otra versión) y supieron que ahí se encontraba Ovidio Guzmán, del que uno de los elementos había oído que su jefe quería detener y se les ocurrió proceder, porque ahora resulta que nadie dio la orden y nadie dispuso el operativo y está claro que quien o quienes dieron la orden son los mismos que de haber resultado un éxito, ahora estarían colgándose medallas de oro y muestreando a la Guardia Nacional como la idea triunfante del Presidente.
 

Lo curioso en este hecho es la reiterada intención de querer embarrar al Ejército como el responsable del fracaso de la operación, y este es un señalamiento reiterado que los militares asumen con su disciplinado silencio. Sin embargo, la opinión pública considera que haya sido como haya sido, el ejército no es responsable, pues, este es solo un instrumento de fuerza que en la actualidad se encuentra limitado por una política de seguridad que hasta ahora no ha funcionado.
 
Esta lamentable experiencia y sus derivados nos muestran la falta de coordinación de todo el aparato de seguridad, que supuestamente maneja un gabinete experto, responsable y comprometido con la salvaguarda de toda la sociedad, sus consecuencias no son solo los muertos, los daños y el terror de la población afectada y la decepción nacional que se derivó de la ineficiente planeación, cuyos resultados exhiben puntos muy vulnerables de las fuerzas armadas, que amenazadas con hacer daño a sus familias que se encontraban sitiadas por los delincuentes, rogaron la tregua temporal para que se accediera a la liberación de la codiciada presa.
 
La gente común considera que esta es una amarga derrota, como si aquí se acabara la historia y nunca más hubiera la posibilidad de recomponer las cosas y vencer, esa consideración circunstancial sería cierta si no hay, en corto tiempo, un giro de estrategias que arroje los resultados deseados, porque ahora si las fuerzas se repliegan y se les obliga a encerrarse en su amarga experiencia, no haremos más que acumular en el cerebro de los soldados y de los mandos un intenso resentimiento a sus ineptos jefes que los llevaran a tomar otras medidas y en ello lo grave es que, contando con el apoyo popular generado por la exigencia de resultados, ante la fuerte embestida del crimen organizado y ante la evidencia de seguir siendo ridiculizados, pueden tener una reacción peligrosa que ni el mismo incondicional Fiscal General de la República, Alejandro Gertz, podrá contener.
 

Los humores militares no son de mansedumbre y sumisión cuando se les trata mal, cuando se les humilla y se mancilla su honor, el Presidente cuando desestima su valor, está jugando con un fuego muy peligroso que cuando se prende, se expande fulminantemente por toda la pradera, hay fogones por todas partes y el horno está muy caliente en ese instituto.
 
Los vecinos del norte son expertos incendiarios y saben en dónde está la yesca seca, ahí está América Latina ardiendo y en crisis por no obedecer, en El Salvador su presidente tambaleándose; en Chile el pueblo alborotado en contra de su presidente; en Bolivia, Evo se cae porque ya no conviene a los intereses norteamericanos; Nicolás Maduro, sitiado por los yanquis; Argentina en absoluta quiebra económica; Cuba aislada; Nicaragua tambaleándose, eso solo en nuestra América, pero un repaso mundial nos muestra un pirómano activo dispuesto a destruir los gobiernos irredentos e insumisos en cualquier país que también podría atizar en México.
 
Es cierto que hay mandos militares muy satisfechos gozando de la comodidad de su rango, con contratos millonarios como constructores o como proveedores del gobierno, ahí está la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, que va a ser construido por los soldados y cuya mano de obra puede constituir un ahorro en el costo de construcción, pues no cobrarán como albañiles, ingenieros, técnicos y a la vez como soldados en la nómina militar, pero eso sí, con ello desprotegen los hogares de 10 mil familias del mismo número de trabajadores civiles desplazados que laboraban en el aeropuerto de Texcoco y a quienes se les despoja de un salario de subsistencia.
 

Pero también hay militares con un muy alto sentido del honor y de la dignidad, muy conscientes con los deberes que tienen con la patria y que ahora silenciosamente se ofenden y con sus vísceras respingan y se tragan su propia saliva de coraje, pero la mayoría de ellos no tolerará más las ofensas, vengan de donde vengan y habrán de reventar porque a ellos nadie los puede hacer menos, por muy disciplinados que sean y ese momento se ve muy próximo, su reacción ya no será con cariñosos y fraternales abrazos, los criminales creen que ya los tienen de rodillas y que ya saben qué hacer en caso de que se les trate de aprehender o combatir. Culiacán les mostró el camino y ahora actuarán más aguerridos, con más y mejores armas, con más sicarios, con más violencia, pero están equivocados los criminales, la respuesta será como lo marca la ley y con más organización y orden, disparando los tiros que sean necesarios para guardar el orden y lograr los objetivos.
 
En fin, que el Presidente se encuentra atrapado entre dos flancos, por un lado vive un intenso conflicto personal como el humanista bueno que es, profundamente convencido de que su misión en la tierra es la de construir un paraíso de paz y de felicidad mediante la inducción de la conducta de sus semejantes hacia la pureza espiritual que le posibilite la convivencia armónica.
 
Y por la otra su posición de Estadista, sujeto a exigencias mundanas de una sociedad pervertida por la corrupción y la violencia, que se da entre sus gobernados y acechado por la ambición insaciable de sus vecinos que lo sitian proveyendo a sus enemigos internos con una voluminosa cantidad de armas con la que siembran la intranquilidad, complementada con sus amenazas de quebrar al país económicamente, imponiéndole sanciones leoninas si no cede a sus exigencias de convertir al país en el policía extraterritorial que los libre de los graves problemas de la migración y de las drogas.
 

Todo ello perturba su conciencia entre el humanista y el estadista, pero confiamos en que el patriarca, armado de la prudencia y de la fortaleza necesaria, sabrá tomar a tiempo las medidas correctas sin romper con sus convicciones personales en beneficio de la gran familia mexicana, si no lo hace en lugar de gratitud, recibirá la condena unánime y el desprecio de todos por no hacer lo que tiene que hacer para servir decorosamente a la patria.- Por el bien de la causa.
 
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