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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Lo que faltó en el informe
Miguel Molina
21 de noviembre de 2019
alcalorpolitico.com
Veracruz es un estado triste. En muchos casos, esa tristeza es producto de la violencia. En otros casos se debe a la pobreza que impide el acceso a la salud, a la educación y al trabajo, y en otros es resultado de la incapacidad de los gobiernos de antes y de ahora para cambiar las cosas. Pero ya no hay el mismo gusto en las cosas.
 
Si uno se toma la molestia de leer el Plan Veracruzano de Desarrollo 2019-2024 se topa con el hecho de que Veracruz "se ha convertido en foco rojo nacional en materia de Derechos Humanos: instituciones debilitadas, casos de desapariciones forzadas, crisis de inseguridad".
 
Aunque el documento – que se publicó en abril de este año y por lo tanto maneja cifras más o menos frescas – no menciona el elevado número de asesinatos ni de otros delitos graves que se han cometido en territorio veracruzano, reconoce que hay "poco o nulo respeto a los derechos fundamentales de expresión, de privacidad, de información, de no discriminación, y de seguridad". El derecho a la vida no se respeta.
 

El Plan señala (páginas 53 y 54) que tampoco se perciben "contrapesos eficaces de los diferentes poderes del gobierno", que la percepción de corrupción en las instituciones del Poder Judicial es muy elevada, además de que "la investigación penal es ineficaz" y "el sistema penitenciario es inadecuado".
 
En otras palabras, el Estado de Derecho en Veracruz no goza de cabal salud. Sin embargo, el asunto no mereció mención en el reciente informe de gobierno, quizá porque – pese a que es uno de los objetivos de desarrollo sostenible que suscribe el estado – no se hizo nada en el renglón de paz, justicia e instituciones sólidas.
 
Pero tampoco se hizo nada en materia ambiental (página 21 del anexo al informe). No se hizo ninguna acción concreta por el clima (objetivo 13), nada se hizo en especial por la vida de ecosistemas terrestres (objetivo 15), ningún esfuerzo se hizo para conseguir energía asequible y no contaminante (objetivo 7), ni para alentar el fortalecimiento de ciudades y comunidades sostenibles (objetivo 11).
 

Ah, y el ambiente
 
Por ahí, al margen del informe, se anunció que el gobierno – cualquier nivel de gobierno – aplicará impuestos ambientales a empresas que contaminen para obligarlas a reducir sus descargas. Al parecer, este nuevo impuesto recaudará unos ciento veinte millones de pesos.
 
Pero no es suficiente. La contaminación afecta a todo lo que nos rodea: aire, agua, tierra, todo. El ambiente de Veracruz se envenena poco a poco con solventes, aceites, detergentes, lixiviados y otras sustancias nocivas.
 

Pemex empozoña ríos y arroyos, las emisiones de la termoeléctrica de CFE arruinan las plantaciones de cítricos en el norte de Veracruz; los ingenios azucareros, las jugueras, los beneficios de café que desde hace décadas tiran al agua lo que ya no les sirve.
 
Las multas no resuelven el problema, como no van a resolver el problema los impuestos. Para una empresa que contamina, una sanción pecuniaria no es gran cosa. Se paga y se sigue contaminando, y ya. No pasa nada.
 
Tal vez en las comparecencias que comienzan este jueves, algún funcionario pueda decir más que el gobernador, con datos duros, con cifras precisas, y con cuentas claras. Ya sabemos lo que hicieron y lo que no hicieron los gobiernos de antes. Lo que interesa es saber qué se ha hecho en este año...