icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Ciento setenta mil pesos al mes
Miguel Molina
6 de diciembre de 2019
alcalorpolitico.com
De pronto pasan cosas que dan risa, aunque después, pensándolo bien, dan coraje y ganas de decir que son chingaderas. A finales de noviembre, la Cámara de Diputados decidió acabar con la "aristocracia legislativa", y redujo el salario de los senadores, para que todos, diputados y senadores, ganaran lo mismo, setenta y cinco mil pesos al mes, libres de polvo y paja.
 
En México –un país donde sólo cuatro de cada cien personas ganan más de quince mil pesos– los senadores inconformes armaron un escándalo, porque no es fácil sobrevivir con ese salario en estos tiempos en que se complica cada vez más recobrar costos de campaña y la caja chica es cada vez más chica.
 
La cosa paró en que los diputados aceptaron que los senadores fijen sus propios salarios (unos ciento setenta mil pesos mensuales, aunque no sé si eso incluye seguros institucionales de vida y de gastos médicos, "apoyos" para viajar a su estado, pago de asesores legislativos y de asistentes para atención ciudadana, y bono de separación y cuarenta días de aguinaldo, entre otras ventajas).
 

Los senadores estuvieron de acuerdo, los diputados estuvieron de acuerdo, se calló el sistema, los partidos callaron, los medios callaron. Mientras duraron los dimes y diretes legislativos se perdió la oportunidad de aprobar impuestos a bebidas azucaradas y a cigarros. Aquí no ha pasado nada. La Patria ya no es primero.
 
Interés público
 
La Constitución dice (artículo 40, fracción I) que los partidos políticos son entidades de interés público porque "tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática", y "hacer posible su acceso al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan".
 

Se entiende que los militantes de esos partidos comparten intereses, principios, proyectos y objetivos para construir el país que pueden ofrecer a los demás, propios y extraños. Pero uno busca y no encuentra nada de eso en lo que hacen esos partidos.
 
Lo que se ve en la práctica es un conjunto de grupos que se integran y se desintegran sin esfuerzo en búsqueda de poder y de los millones que les entrega el estado para que hagan su lucha y se repongan. Pero no hay proyecto de país. Cada seis años hubo ideas deshilvanadas sobre qué hacer, y cada seis años había que reinventar a la Nación de acuerdo con las nuevas ideas deshilvanadas.
 
Ojalá alguien pudiera decirme que no es verdad, que los partidos políticos de México tienen más principios que intereses, que quieren promover la participación del pueblo en la vida democrática, que son instituciones dedicadas a la reflexión de la cosa pública y a la organización de la sociedad civil. No hay de eso.
 

El partido en el poder reproduce prácticas que antes condenó. Los otros partidos no han encontrado la forma de ser oposición. Unos se volvieron gobierno y otros se volvieron franquicias. Hasta ahí llega el interés público.
 
El circo del secretario
 
El secretario de Educación de Veracruz compareció ante el Congreso del estado para rendir cuentas sobre lo que ha hecho en el cargo. Y fue un circo de una sola pista porque llegó al recinto envuelto en una algarabía de admiradores que después lo abuchearon, y porque únicamente lo interrogaron diputados de su partido. Así cualquiera.
 

En la primera ronda, según el comunicado de prensa del Congreso, el diputado León David Jiménez Reyes (Morena) habló sobre la obesidad infantil y preguntó qué planes y programas implementa la SEV para prevenir este problema de salud pública.
 
El secretario aseguró que se han implementado programas para la concientización sobre estilos de vida saludable y se han coordinado con las autoridades de salud "para reforzar el trabajo en la materia; aunado (sic) a la capacitación a docentes respecto a la sana alimentación".
 
Nada de Pepsi ni de la comida chatarra que la refresquera quiere vender en las escuelas de Veracruz. El asunto está olvidado. Hasta que empiecen a vender Pepsis y comida chatarra en las escuelas, como si nada hubiera pasado. Hasta que pase, aunque para entonces el secretario tendrá otro puesto.