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Guadalupe H. Mar
9 de diciembre de 2019
alcalorpolitico.com
RELEVOS
 
A LA MEJÍA BARÓN … En política, cuando priva la obstinación a negarse a los cambios pese a la evidente necesidad de ellos, se recurre entre otros, al caso de Miguel Mejía Barón cuando era entrenador de la selección mexicana en 1994 y se negó a meter a la cancha a Hugo Sánchez, en la serie de penaltis contra Bulgaria, pese a que aficionados y los mismos comentaristas mexicanos demandaban se incluyera al llamado “penta pichichi”, quien se quedó en la banca y México no pudo avanzar a un quinto partido mundialista.
 
En 1994, por cierto, el ahora gobernador del estado el morenista Cuitláhuac García Jiménez tenía 26 años de edad, por lo que seguramente recuerda esa anécdota futbolística que marcó la historia de Mejía Barón, a quien se le recuerda no como entrenador, sino como el obstinado líder que no supo hacer cambios en su momento, pese a los cientos, miles de voces que se lo demandaban.
 

A 25 años de aquel famoso partido de fútbol y hoy que por cierto el ejecutivo estatal veracruzano tiene 51 de edad, lo sucedido con la selección mexicana el 25 de julio de 1994 en el mundial de Estados Unidos, porque el entrenador Miguel Mejía Barón se obstinó en no hacer los cambios ante Bulgaria, el hecho cobra hoy vigencia en el estado de Veracruz, sobre todo luego de la comparecencia del secretario estatal de salud y Director General de Servicios de Salud de Veracruz (Sesver), Roberto Ramos Alor.
 
Este funcionario estatal, pediatra neumólogo- dicen en el sur del estado que muy bueno- identificado como cercano a la actual secretaria de energía, la zacatecana Norma Rocío Nahle García, a quien le debe la designación como secretario de Salud, se ha distinguido en el primer año de la actual administración estatal por sus singulares anécdotas, más no por su trabajo.
 
Ramos Alor, es aquel que dijo a los periodistas, en respuesta también a empresarios y ciudadanía, que “ningún chile les embona”, como respuesta al persistente reclamo del beneficio a una empresa en particular a la que se le compraron medicamentos.
 

Roberto Ramos Alor, buen médico, pero mal administrador según lo que se ha visto, fue designado director general de Sesver justo en el mismo año en que el Dengue, la enfermedad de los pobres, se ensañó en el territorio veracruzano con tal número de casos que le hicieron ser el primero del país hasta que Jalisco nos superó en incidencia.
 
Aquí entre nos, porque se supone que pocos lo saben, que Veracruz haya sido varios meses el primero en el país en casos de Dengue y ahora el segundo, incluso en muertes por esta causa, es porque Roberto Ramos Alor a diferencia de sus antecesores que también eran médicos clínicos- salvo Juan Antonio Nemi Dib que hasta panadero es- prefirió correr a los especialistas de la dependencia a su cargo y alejarse de quienes por años han trabajado en el área de vectores de la Secretaría de Salud.
 
FIDELIDAD Vs CAPACIDAD …. Intrigados por ese espíritu a la Mejía Barón que priva ahora en la entidad veracruzana, donde pese a la evidente necesidad de cambios, el del timón se obstina en no hacerlos y mantener el Dream Team con que inició hace poco más de un año la alta responsabilidad de ser gobernador del estado de Veracruz.
 

Quienes le conocen mencionan e insisten en que el ejecutivo estatal privilegia la fidelidad por sobre la capacidad, de ahí que incluso justifique las pifias y ocurrencias de los integrantes de su gabinete y colaboradores, sobre todo a quienes se la jugaron con él, como es el caso- por cierto- de Iván Joseph Luna Landa, quien le ha demostrado fidelidad, por sobre capacidad.
 
Eso mismo le ha valido al secretario estatal de salud Roberto Ramos Alor, quien, a decir de algunos del mismo gabinete veracruzano, ha abusado de su privilegiada posición como lo demostró en su pasada comparecencia ante un grupo de diputados de la LXV Legislatura local.
 
Miren que disponer del salón de la diputación permanente para hacerse una limpia de aura antes de entrar a su comparecencia, solo a él, cuan chistoso es, se le pudo haber ocurrido.
 

Habrá que esperar a ver cuál será la próxima ocurrencia de Ramos Alor, mientras prive la obstinación a negarse a los cambios pese a la evidente necesidad de ellos, como en 1994 lo hizo Miguel Mejía Barón.
 
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