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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
¿El destino nos alcanza?
Alfredo Ríos Hernández
9 de diciembre de 2019
alcalorpolitico.com
*Depredación ambiental
*Jinete del apocalipsis
*Domo a sobrevivientes
 
Para que nos encontremos ante la posibilidad de dimensionar con todo realismo, el grado de los terroríficos escenarios que constituyen la aberrante degradación ecológica en nuestro país, incluyendo en el dramático panorama la acelerada contaminación de los recursos naturales que en el territorio mexicano se registra, bastaría apuntar que de acuerdo a la opinión de especialistas, tales efectos atentatorios contra el medio ambiente, representaría según reporte del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, un daño de proporciones no del todo evaluado, pero que en rangos económicos resulta superior a los 910 mil 906 millones de pesos cada año, afectaciones que indudablemente constituyen un dramático demérito para el Producto Interno Bruto de nuestro país.
 

Y dichos escenarios contaminantes de rangos aberrantes, registrados por todos los ámbitos del territorio mexicano, aparte del pesado costo económico que representan los programas gubernamentales para intentar su contención, hasta el momento nada ha sido suficiente, tanto así que persiste el notorio envenenamiento del aire, la degradación y deterioro de los mantos acuíferos, panoramas de rangos catastrófico a los que se agregan (sin fecha para erradicarla) la depredación de los recursos forestales.
 
Las estadísticas de especialistas dejan constancia que, con todo y los incrementos multimillonarios destinados hacia programas para la protección ambiental, tales empeños no son claramente suficientes y esperanzadores, ni desde el punto de vista financiero, ni desde la eficacia y enérgico proceder que se requiere para restaurar el orden en el país, que ya constituyen una emergencia en los renglones de protección y desarrollos forestales, así como de resguardar de mayores daños a los recursos acuíferos, ámbitos que se encuentran en procesos de clara degradación, tanto en cantidad como en calidad.
 
Y es que incluso en los estratos de las administraciones municipales, las áreas responsables de la protección del medio ambiente operan en los marcos del desgano, de la falta de recursos y de la desatención, tanto por parte de los cuerpos edilicios, como de los sectores empresariales e incluso de la población en lo general.
 

Porque si bien es verdad que los recursos financieros y materiales, para que las áreas responsables de proteger la ecología y el medio ambiente en lo general, ya sea en municipios o en instancias estatales e incluso federales, no han sido los requeridos ni en formas ni en tiempos, ni en cifras, pero lo peor de todo es que ha tales escenarios negativos, se suma el que la colectividad en lo general califica a dichas instancias como un cero a la izquierda: “Nadie les hace caso”.
 
Y bajo tales circunstancias, nadie podría dudar que tales referencias negativas prácticamente anulan que se avance en materia de ecología y medio ambiente, porque la parálisis burocrática en tales sectores son de hecho alentadas al interior de las propias estructuras de la administración pública, ámbitos en los cuales, una llamada telefónica proveniente de integrantes de un cuerpo edilicio, ya no se diga de funcionarios estatales o federales, representa una orden para los responsables de la ecología y medio ambiente municipal, quienes tienen claro que de no acatar “la instrucción” (cuya procedencia es de funcionarios “superiores”) definitivamente podrían verse obligados al “abandono del barco del presupuesto y sin chaleco salvavidas.”
 
O sea, priva velada tolerancia sobre los hechos negativos que por décadas subsisten en torno al creciente daño ecológico, como lo son:
 

*La deforestación que ha convertido en desérticas amplias áreas antaño boscosas... Como prueba de ello se encuentran las gigantes faldas del Pico de Orizaba.
 
*La descarga de aguas residuales de elevada contaminación hacia arroyos, ríos, lagunas y mares.
 
*El desfogue de los desechos tóxicos hacia el medio ambiente, como sucede (para citar un ejemplo) con el tizne por la quema de cañales y, lo que representa el humo y el fuego de ingenios azucareros para nuestra atmosfera y nuestro entorno.
 

*El creciente uso de combustible con elevado rango de contaminación, en industrias de innumerable diversidad, cuyas instalaciones y unidades se ubican prácticamente en todo el mundo.
 
*Las unidades de transporte que operan con combustible tradicional, tanto personales, como del sistema de transporte de pasajeros y carga en general, que de forma creciente y por millones circulan en todos los países del mundo.
 
Todo ello que constituye parte substancial de la actividad empresarial y de la colectividad en lo general, se ha convertido en la esencia indudable del proceso de esa degradación ambiental, tema sobre el cual el pueblo de México invierte miles de millones de pesos, sin que tales escenarios (pese a las multimillonarias erogaciones) tiendan con claridad hacia el decrecimiento y, por el contrario, varios de los referidos orígenes de la degradación ambiental, se han incrementado notoriamente tanto en número como en proporciones.
 

Contaminación de la atmósfera, de los ríos, las lagunas e incluso los mares y mantos acuíferos, constituyen en realidad uno de los ya claramente identificados “Jinetes del Apocalipsis”, resultado de las ambiciones perversas que palpitan en el seno de la humanidad, cuyas acciones autodestructivas incuestionablemente nos conducirán a los escenarios narrados en aquella sobresaliente producción cinematográfica, titulada “Cuando el Destino nos Alcance”, estrenada en 1973, basada en el extraordinario libro de Harry Harrison, genialmente dirigida por Richard Fleischer, actuando con el papel protagónico el distinguido actor norteamericano Charlton Heston.
 
Película en la cual se narra a los sobrevivientes de la humanidad, conformada por una reducida colectividad, sociedad que sin alternativa alguna, está obligada a vivir en una ciudad cubierta por un gigantesco domo, sin posibilidades de salir de tal resguardo debido a la mortal contaminación en el exterior, núcleo de sobrevivientes que se alimentaban de galletas, único producto alimenticio existente, el cual se producía (sin que la población lo supiera) de los propios cadáveres que se registraban al interior de la ciudad encapsulada, porque debido a la contaminación, no existía ningún otro tipo de alimento del que se pudiera disponer… ¿Nos podría alcanzar ése terrible destino como si constituyera una espantosa profecía?...
 
¿Qué esperamos para reaccionar con toda energía y eficacia, en torno a la contaminación del medio ambiente?...
 

¿Estaremos esperando qué el espantoso pronóstico ya advertido nos alcance?... Ahí la dejamos.