11 de diciembre de 2019
alcalorpolitico.com
*Paz y desarrollo el reclamo
*Complejidad veracruzana
*Estancados e Inseguros
Tiempo tiene que los veracruzanos no han variado de opinión en torno a quién podría ser calificado como el último gobernador veracruzano, cuyo desempeño se distinguió por los beneficios canalizados en favor del desarrollo integral de la entidad y, sin existir dudas de por medio, de inmediato se escucha en forma mayoritaria, referir el nombre de Don Agustín Agosta Lagunes, al que se agregan con referencias positivas pero con menor intensidad, los ex mandatarios estatales Rafael Hernández Ochoa y Rafael Murillo Vidal.
Pero resulta singularmente sorprendente que, en tales mediciones de aceptación que fácilmente podrían ser “recertificadas” en tiempos actuales (pese a que numerosos veracruzanos que transitaron en aquellos tiempos, ya partieron hacia los espacios siderales) no se podría apuntar que figuras con “notoria popularidad”, por sus aciertos en la historia gubernamental veracruzana, como los ex gobernadores Fernando Gutiérrez Barrios, Dante Alfonso Delgado Rannauro, Patricio Chirinos Calero y Miguel Alemán Velazco, pero que no alcanzaron los niveles de admiración y reconocimiento que registraron tanto Rafael Murillo Vidal como Rafael Hernández Ochoa, pero con todo y el carisma alcanzado por los dos gobernante citados, nadie de los Ejecutivos del Estado en referencia, logró los niveles de aceptación que Don Agustín Acosta Lagunes, que sobrepuso a sus gestos de rudeza y trato de notoria irritación y antipatía, resultados positivos en rangos de desarrollo económico y social, que deben ser considerados como avances sin precedentes en la historia moderna de tierras veracruzanas.
Y si bien es verdad que los aciertos más significativos en tierras jarochas son destacados en el sexenio de un gobernante que muchos identificaban como “Don Disgustín”, en esos mismos marcos debe advertirse que fueron precisamente Murillo Vidal y Hernández Ochoa, diferentes abismalmente el uno del otro, pero eficientes en su tránsito como gobernantes en tierras veracruzanas, que refieren notables rangos de simpatía incluso después de su partida, pese a sus claras diferencia en formas y estilos, escenarios “de ambos dos” que originan los primeros pasos hacia una transformación en la vida política de Veracruz, ruta en la cual se abriría el paso hacia los ámbitos de la vida pública veracruzana de jóvenes universitarios, poseedores de diferentes perspectivas, entre los cuales, tres de ellos se convirtieron en gobernadores jarochos: Dante primero, sin proceso electoral como resultado de que el entonces gobernante Gutiérrez Barrios, fue llamado a despachar como Secretario de Gobernación en la administración federal presidida por Carlos Salinas de Gortari, al tiempo que Dante se convertía en gobernante sustituto electo por el Congreso de Veracruz, posteriormente Fidel Herrera, quien estimuló la presencia como siguiente ejecutivo estatal de Javier Duarte de Ochoa (el más joven gobernante de entre todos ellos) quien por sus descalabros administrativos al frente del Gobierno veracruzano, de hecho estimuló que el PRI perdiera las elecciones, favoreciendo con ello el triunfo del PAN que postulaba al ex priista Miguel Ángel Yunes Linares.
Preñada de complejidades ha sido la actividad gubernamental sobre tierras veracruzanas, pero nunca como en los tiempos actuales, en los que arriban a los ámbitos de la administración pública estatal, incluyendo a varios municipios así como ámbitos legislativos y de administración de justicia, una nueva corriente política, emanada de organismos partidistas conformados en los sectores de la oposición al tradicional sistema político mexicano, estructura que anuncia la determinación de convertirse en pilar central de una “Cuarta Trasformación”, objetivo que se encuentra en proceso, no sin la resistencia de quienes representan otros grupos de poder, portadores de tesis en las que se difiere sobre los objetivos y pronósticos de la anunciada Transformación.
El Estado de Veracruz constituye en la actualidad, como resultado de fallas en el pasado y probable inexperiencia en el presente, una Entidad donde se advierten (por notorios) rangos de preocupación en significativos núcleos de la población, ante un panorama que para algunos sectores resulta más complejo que el registrado antes de las políticas transformadoras, escenarios en los cuales se apunta crecimiento en el desarrollo delincuencial y estancamiento en el sector productivo y comercial.
La realidad es que se ha incrementado el desempleo, ha disminuido el poder adquisitivo de las clases mayoritarias, se ha estancado el desarrollo comercial e industrial y, en los ámbitos agrícolas y ganaderos los pronósticos no se antojan optimistas.
Paralelamente a ello, hasta el momento, los rangos de inseguridad no han sido disminuidos tal y como se esperaba, renglón que ha representado uno de los reclamos más significativos por parte de la sociedad.
En tales contextos de apuntes ciudadanos, en los ámbitos de la administración estatal se ha referido que la herencia de los problemas económicos y en especial de la ola delictiva, no constituyen un reto sencillo de atender, pero que ya se cuentan con avances estructurales y políticas definidas, para que en el transcurrir del próximo año, testifique toda la colectividad veracruzana, pasos positivos tanto en el renglón económico como en los marcos de seguridad... Lo que brindará bienestar.
De la misma forma, se apunta que al iniciar la nueva década (iniciamos los años veinte) las actuales tendencias administrativas enmarcadas en los ámbitos de la Cuarta Transformación, permitirán fortalecer la economía en lo general, reactivándose la generación de empleos y ello, representará otra puerta para el bienestar, otorgando solución real y confiable al problema originado por actividades delictivas.
Ciertamente un año no es suficiente para obtener resultados contundentes ante un problema de inseguridad y desempleo, que no fue originado últimamente, sino que tiene raíces de tiempo atrás, pero ya se refirió que la causa fundamental por la que los electores rechazaron al PRI, al PAN y a los demás, fue por los elevados rangos de inseguridad, a los que se suman pobreza y reflejos de corrupción, así como la angustia ante la escases de empleo, que origina frustración entre los sectores mayoritarios de la sociedad mexicana.
A la sombra de tales escenarios, todo México espera despedir la década que termina, registrada como una de las peores en la historia moderna del país, con la esperanza en un nuevo panorama, que en el caso veracruzano nos conduzca a la suficiencia laboral y nos retorne a los marcos de seguridad y bienestar social que se antaño se disfrutaron, pero que por la ineficacia se fueron degradando hasta alcanzar los terroríficos panoramas que nos angustian en la actualidad.
Tal compromiso, es el que pactó con el electorado la nueva estructura gubernamental que en el país encabeza el Presidente Andrés Manuel López Obrador y, en tierras veracruzanas dirige el Ejecutivo del Estado Cuitláhuac García Jiménez… Paz y desarrollo integral es el compromiso pendiente.
*Complejidad veracruzana
*Estancados e Inseguros
Tiempo tiene que los veracruzanos no han variado de opinión en torno a quién podría ser calificado como el último gobernador veracruzano, cuyo desempeño se distinguió por los beneficios canalizados en favor del desarrollo integral de la entidad y, sin existir dudas de por medio, de inmediato se escucha en forma mayoritaria, referir el nombre de Don Agustín Agosta Lagunes, al que se agregan con referencias positivas pero con menor intensidad, los ex mandatarios estatales Rafael Hernández Ochoa y Rafael Murillo Vidal.
Pero resulta singularmente sorprendente que, en tales mediciones de aceptación que fácilmente podrían ser “recertificadas” en tiempos actuales (pese a que numerosos veracruzanos que transitaron en aquellos tiempos, ya partieron hacia los espacios siderales) no se podría apuntar que figuras con “notoria popularidad”, por sus aciertos en la historia gubernamental veracruzana, como los ex gobernadores Fernando Gutiérrez Barrios, Dante Alfonso Delgado Rannauro, Patricio Chirinos Calero y Miguel Alemán Velazco, pero que no alcanzaron los niveles de admiración y reconocimiento que registraron tanto Rafael Murillo Vidal como Rafael Hernández Ochoa, pero con todo y el carisma alcanzado por los dos gobernante citados, nadie de los Ejecutivos del Estado en referencia, logró los niveles de aceptación que Don Agustín Acosta Lagunes, que sobrepuso a sus gestos de rudeza y trato de notoria irritación y antipatía, resultados positivos en rangos de desarrollo económico y social, que deben ser considerados como avances sin precedentes en la historia moderna de tierras veracruzanas.
Y si bien es verdad que los aciertos más significativos en tierras jarochas son destacados en el sexenio de un gobernante que muchos identificaban como “Don Disgustín”, en esos mismos marcos debe advertirse que fueron precisamente Murillo Vidal y Hernández Ochoa, diferentes abismalmente el uno del otro, pero eficientes en su tránsito como gobernantes en tierras veracruzanas, que refieren notables rangos de simpatía incluso después de su partida, pese a sus claras diferencia en formas y estilos, escenarios “de ambos dos” que originan los primeros pasos hacia una transformación en la vida política de Veracruz, ruta en la cual se abriría el paso hacia los ámbitos de la vida pública veracruzana de jóvenes universitarios, poseedores de diferentes perspectivas, entre los cuales, tres de ellos se convirtieron en gobernadores jarochos: Dante primero, sin proceso electoral como resultado de que el entonces gobernante Gutiérrez Barrios, fue llamado a despachar como Secretario de Gobernación en la administración federal presidida por Carlos Salinas de Gortari, al tiempo que Dante se convertía en gobernante sustituto electo por el Congreso de Veracruz, posteriormente Fidel Herrera, quien estimuló la presencia como siguiente ejecutivo estatal de Javier Duarte de Ochoa (el más joven gobernante de entre todos ellos) quien por sus descalabros administrativos al frente del Gobierno veracruzano, de hecho estimuló que el PRI perdiera las elecciones, favoreciendo con ello el triunfo del PAN que postulaba al ex priista Miguel Ángel Yunes Linares.
Preñada de complejidades ha sido la actividad gubernamental sobre tierras veracruzanas, pero nunca como en los tiempos actuales, en los que arriban a los ámbitos de la administración pública estatal, incluyendo a varios municipios así como ámbitos legislativos y de administración de justicia, una nueva corriente política, emanada de organismos partidistas conformados en los sectores de la oposición al tradicional sistema político mexicano, estructura que anuncia la determinación de convertirse en pilar central de una “Cuarta Trasformación”, objetivo que se encuentra en proceso, no sin la resistencia de quienes representan otros grupos de poder, portadores de tesis en las que se difiere sobre los objetivos y pronósticos de la anunciada Transformación.
El Estado de Veracruz constituye en la actualidad, como resultado de fallas en el pasado y probable inexperiencia en el presente, una Entidad donde se advierten (por notorios) rangos de preocupación en significativos núcleos de la población, ante un panorama que para algunos sectores resulta más complejo que el registrado antes de las políticas transformadoras, escenarios en los cuales se apunta crecimiento en el desarrollo delincuencial y estancamiento en el sector productivo y comercial.
La realidad es que se ha incrementado el desempleo, ha disminuido el poder adquisitivo de las clases mayoritarias, se ha estancado el desarrollo comercial e industrial y, en los ámbitos agrícolas y ganaderos los pronósticos no se antojan optimistas.
Paralelamente a ello, hasta el momento, los rangos de inseguridad no han sido disminuidos tal y como se esperaba, renglón que ha representado uno de los reclamos más significativos por parte de la sociedad.
En tales contextos de apuntes ciudadanos, en los ámbitos de la administración estatal se ha referido que la herencia de los problemas económicos y en especial de la ola delictiva, no constituyen un reto sencillo de atender, pero que ya se cuentan con avances estructurales y políticas definidas, para que en el transcurrir del próximo año, testifique toda la colectividad veracruzana, pasos positivos tanto en el renglón económico como en los marcos de seguridad... Lo que brindará bienestar.
De la misma forma, se apunta que al iniciar la nueva década (iniciamos los años veinte) las actuales tendencias administrativas enmarcadas en los ámbitos de la Cuarta Transformación, permitirán fortalecer la economía en lo general, reactivándose la generación de empleos y ello, representará otra puerta para el bienestar, otorgando solución real y confiable al problema originado por actividades delictivas.
Ciertamente un año no es suficiente para obtener resultados contundentes ante un problema de inseguridad y desempleo, que no fue originado últimamente, sino que tiene raíces de tiempo atrás, pero ya se refirió que la causa fundamental por la que los electores rechazaron al PRI, al PAN y a los demás, fue por los elevados rangos de inseguridad, a los que se suman pobreza y reflejos de corrupción, así como la angustia ante la escases de empleo, que origina frustración entre los sectores mayoritarios de la sociedad mexicana.
A la sombra de tales escenarios, todo México espera despedir la década que termina, registrada como una de las peores en la historia moderna del país, con la esperanza en un nuevo panorama, que en el caso veracruzano nos conduzca a la suficiencia laboral y nos retorne a los marcos de seguridad y bienestar social que se antaño se disfrutaron, pero que por la ineficacia se fueron degradando hasta alcanzar los terroríficos panoramas que nos angustian en la actualidad.
Tal compromiso, es el que pactó con el electorado la nueva estructura gubernamental que en el país encabeza el Presidente Andrés Manuel López Obrador y, en tierras veracruzanas dirige el Ejecutivo del Estado Cuitláhuac García Jiménez… Paz y desarrollo integral es el compromiso pendiente.