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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
¿Caminamos igual que antes?
Alfredo Ríos Hernández
13 de diciembre de 2019
alcalorpolitico.com
*¿Vamos mejor que ayer? 
*Elemental evitar fracturas
*Un país lo integran todos
 
Más de medio siglo involucrado en actividades informativas me obligan al apunte en el sentido de que, en todas ésas décadas que ya podrían calificarse como “un montón”, siempre he escuchado sexenio tras sexenio, el mensaje originado en las cúpulas de las administraciones públicas (los alcaldes en los municipios, los gobernadores en los estados y el respectivo Presidente de la República en los ámbitos nacionales) refiriendo que ahora sí “vamos caminando mejor que antes”.
 

En ésos contextos podríamos referir para no viajar tan lejos, que desde el Presidente Adolfo Ruíz Cortines, seguido por Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luís Echeverría Álvarez, José López Portillo, Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa, Enrique Peña Nieto, todos ellos al igual que sus antecesores, han referido que bajo sus respectivas administraciones presidenciales, al México nuestro “siempre le ha ido mejor que en administraciones anteriores”.
 
Y lo mismo predicaron en sus respectivos tiempos figuras notorias en la historia como Porfirio Díaz y todos los demás, porque en tales ámbitos de la vida pública ya es habitual referir que: “Sobre el muerto las coronas”… Y todos en el país tenemos claro que los mandatarios de hoy, serán los blancos de apuntes negativos en el mañana, escenarios que se registran no sólo en tierras mexicanas, sino prácticamente en todos los países del mundo.
 
Se asegura que todo líder de un pueblo pretende pasar a la historia como “mejor que sus antecesores”, sólo superado por figuras de rangos históricos notables, como en el caso de México podrían ser Benito Juárez o Francisco I. Madero, a quienes aún con todo y sus antecedentes, no han faltado quienes “les carguen sus diablitos”.
 

Dicen que para pasar a la historia se debe actuar en un cargo público, al menos, emulando de alguna forma a quienes ya han sido registrados como figuras de grandeza, pero en la aplicación de tales senderos en los marcos de la actualidad, se les olvida a quienes lo intentan, que los tiempos hidalguenses, los juaristas y maderistas, no resultan iguales ni en dilemas, ni en circunstancias, ni en proporciones, porque ciertamente hay historias que se repiten, pero regularmente e incluso se podría decir fatalmente, resultan en escenarios negativos originando daños colaterales de manera irremediable.
 
Porque si nos referimos a etapas de transformación, lo que se transformó en una época seguramente no es lo mismo que pudiera haberse transformado décadas después, tiempos, circunstancias, intereses y perspectivas así como objetivos, cambian radicalmente de una década hacia la otra, cuantimás si las distancias temporales resultan más significativas una de la otra.
 
Claro que hoy se apunta en México la búsqueda, la ruta apropiada hacia “una cuarta transformación”, amparados tales afanes en las circunstancias imperantes en los senderos tecnológicos, políticos, financieros, comerciales y obviamente, leyes que nos rigen tanto en los marcos nacionales como en el conglomerado internacional, pero al final de la ruta, con todo y las complejidades que los tiempos actuales suman hacia la búsqueda de sistemas político-sociales de mayor equidad y prosperidad, habrán de aparecer los efectos nada atractivos de los poderosos núcleos de poder, que tanto al interior como en el exterior, no coinciden con postulados reformistas diversos, presencia de fuerzas no sencillas y, en ocasiones, casi imposibles de esquivar, varios son los ejemplos actuales de tales escenarios, referidos en Latinoamérica donde en lugar de ganar, resultaron perdiendo.
 

Está claro que ante nuestra realidad, en México sí requerimos de una “transformación”, pero tales objetivos se deben aplicar al tiempo de evitar el brote de rompimientos que, a su vez, pudieran originar vientos de severos rompimientos que nos encaminen hacia las espacios represivos, porque históricamente se encuentra registrado que administraciones con excesiva rudeza hacia sectores disconformes con su actuar, invariablemente originarán actitudes separatistas irremediables, que de manera lógica (para no decir que natural) conducirían al quebranto radical de la unidad nacional que es elemental para el desarrollo integral.
 
No se traiciona a un país si en los espacios de la administración pública se busca alcanzar mejor justicia social y desarrollo integral, sumando hacia los programas de Gobierno la búsqueda de acuerdos, ese constituye uno de los factores esenciales en los marcos de una correcta gobernanza, como los capitanes de navío que con recurrencia navegan en favor del viento tormentoso como si fueran aliados del Dios de los Truenos, buscando la oportunidad de ejecutar el “golpe de timón”, evitando que el viento tormentoso y las corrientes huracanadas los conduzcan hacia el irremediable naufragio.
 
En nuestros días registramos frente así, escenarios en países latinoamericanos y Bolivia es uno de ellos, en donde los cambios radicales han sembrado incredibilidad, miedo, preocupación, desencanto y agudas referencias de rebelión, todo porque se olvida que, un país lo integran todos, los poderosos y los desposeídos; los patrones y los trabajadores; los policías y los ciudadanos; por lo que se tiene que “gobernar sumando” en tanto que nunca será suficiente el triunfar en la elección y asumir las riendas del gobierno, si en esas riendas de mando se impone la supremacía del poder, cuyos efectos podrían arrollar a los que no coinciden con los criterios difundidos desde la Silla Presidencial.
 

Es incuestionablemente que en México, al frente del Gobierno se encuentra una figura que ha despertado y mantiene las simpatías mayoritarias de la sociedad mexicana, así se ordenó por las mayorías de electores y, de la misma forma, tal ordenamiento electoral ha sido respetado por autoridades y por el pueblo de México.
 
Tal ejemplo de respeto por parte del ciudadano, reclama también el respeto de quien y quienes fueron electos, hacia quienes conforman parte del país, tanto en el ámbito empresarial, como en los espacios normales de la vida cotidiana, incluyendo obviamente el referente a la actividad profesional o empresarial.
 
El llamado del Gobierno de la Cuarta Transformación para sumar voluntades en beneficio de México, es el lado más sobresaliente surgido en el primer año del Presidente Andrés Manuel López Obrador, pero es aún más determinante que se opere precisamente en torno a ése llamado de sumar, no restar, porque el país no requiere de confrontaciones, taches y descalificaciones, sino de la apertura de senderos honorables en donde todo mexicano pueda participar y, no para demeritar su calidad de vida, sino para consolidarla hacia mejores estratos de bienestar, al tiempo que tales efectos también se registren entre todos los mexicanos.
 

Se trata de originar prosperidad, tal es la demanda de los mexicanos, por ello impulsaron la Transformación, pero en el entendido de que avanzar no es empobrecer a los ricos y mejorar a los pobres, sino crear las condiciones apropiadas en el país para que, mejorar la calidad de vida sea una ruta en beneficio de todos, incluyendo en ellos mejores servicios en lo general, mayor nivel de vida, suficientes fuentes de trabajo y mayores satisfactores beneficio de todos, renglones entre los que figuran vivienda, salud, educación, capacitación y elevados ámbitos de seguridad en vidas y patrimonios… Con ello sería suficiente para transformar a México en beneficio de todos… Ahí la dejamos.