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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
Costos de Partidos Políticos
Alfredo Ríos Hernández
17 de diciembre de 2019
alcalorpolitico.com
*Elevada carga presupuestal
*Partidas "casi sacrosantas"
*Obligados ante disidencias
 
El "grillerio" se ha desatado ante la, aún incierta, posibilidad de que, por propuesta proveniente abierta o disimuladamente del Palacio Nacional, los partidos políticos y obviamente los candidatos independientes, sean objeto de un ajuste hacia la baja en las partidas presupuestales, que "significativamente jugosas" les han sido otorgadas tanto en los ámbitos de la administración federal, como en lo referente a los gobiernos estatales.
 

Y el tema obviamente que origina reacciones de furia con niveles significativos, tendencia de resistencia que registra su sustento entre los irritados "militantes", porque bien claro tienen que miles de "empleados" de alto y bajo nivel en las estructuras partidistas, viven y operan a expensas del dinero del pueblo de México, dado que en nuestro territorio nacional, lo único que generan los partidos político para sus operaciones cotidianas y objetivos, son empleados y funcionarios, todos dependientes para su manutención, incluso en numerosos casos de rangos suntuosos, de los recursos que ha generado el pueblo de México en favor de las instituciones públicas, o sea, tales dineros constituyen parte del patrimonio de la Nación generado por los trabajadores y empresas, que juntos conforman la parte sobresaliente del pueblo de México.
 
Y se debe ser realista... En éste, nuestro país, pueden existir deficiencias presupuestarias para brindar la apropiada asistencia a niños que requieren de atención médica integral, pueden incluso fallecer menores, jóvenes, adultos y ancianos, por falta de recursos en los centros asistenciales, pero las partidas presupuestales para "mantener" a quienes dirigen y operan los partidos políticos, simple y sencillamente deben de ser calificadas como "intocables".
 
Claro tienen todos los mexicanos que, de hecho, en los marcos del "culto al partidismo", los millones de pesos enmarcados presupuestalmente para otorgar vida a dichos organismos, con características de elevado burocratismo interno, al igual que significativa actividad de proselitismo hacia el conglomerado social, se han convertido en una especie de "presupuestos sagrados", intocables e irrenunciables, porque para el sistema político mexicano, esos partidos políticos, con sus respectivos operadores y candidatos, "representan lo más valioso que nos ha heredado el cielo y la tierra, en tanto que son los actuales templos de la sabiduría y la honorabilidad, siempre al servicio de la patria, con la mirada puesta invariablemente en impulsar el desarrollo integral del pueblo mexicano...", bueno, por lo menos eso es lo que predican.
 

Multimillonarias cantidades del dinero del pueblo de México, que bien podrían servir para mejorar escuelas, hospitales, caminos rurales, redes de agua, procesadoras de basura y sistemas de seguridad, son absorbidas por los partidos políticos e incluso, temporalmente por candidatos independientes; fastuosidades que son ajenas al interés colectivo, pero que los poderosos tentáculos tanto en la actividad partidista, como en los cuerpos legislativos y las propias estructuras de las administraciones municipales, estatales y federales, se "auto otorgan" y no precisamente pellizcando, sino arañando y arrebatando del erario público cifras multimillonarias.
 
Dicen al interior de nuestro país quienes de alguna forma "defienden" al sistema y sus efectos negativos en torno a los recursos públicos, que "la democracia cuesta, pero vale la pena", sin embargo lo que nadie dice es que de alguna forma las aspiraciones democráticas de los mexicanos, han sido aprovechadas por las estructuras del poder partidista, para transitar en los ámbitos de la abundancia, por lo que en los marcos legislativos siempre se han registrados acuerdos solidarios entre todas las fracciones, en lo que se refiere a incrementos en los costos "de la vida democrática de México", peso monetario que cargan las espaldas de todos los mexicanos, desde los más ricos hasta los más empobrecidos, incluso los que nada tienen, porque "ese costo de la democracia" favorece primordialmente a las organizaciones partidistas y, de paso, a sus dirigentes y activistas, "líderes" muchos de ellos que con frecuencia transitan por ámbitos de abundancia, mientras al elector empobrecido lo dejan sin medicamentos en las clínicas oficiales e, incluso, ni con un médico dispone para salvar la vida de uno de sus hijos agredido en su salud.
 
Alguien de elevado rango en los ámbitos de vida pública, mi memoria se niega a recordar el nombre, por el respeto a la confidencialidad, con la que me lo externó en cierta ocasión que, establecer la vida democrática en México, refería rangos de elevada complejidad, por lo que se convertían en un proceso no sólo prolongado y titánico, sino también de elevadísimo costo.
 

Y una de ésas facturas fueron los altos salarios para el personal responsable de organizar y validar el proceso electoral, lo que en realidad podría calificarse como necesario y apropiado, en tanto que aparejado a la numerosa estructura humana y material que se requiere para organizar, supervisar y ejecutar todo el proceso electoral, incluyendo las etapas de nominación de candidatos, la producción del material electoral, el otorgamiento de las partidas financieras para la ejecución de actividades y campañas de los partidos y candidatos, las diversas realizaciones de eventos como los debates, al igual que la jornada electoral y sus resultados, todo ello consume cifras económicas cuyos montos resultan impresionantes, al tiempo que la responsabilidad de los funcionarios electorales, debe calificarse de complejas dimensiones.
 
En tales marcos de evaluaciones, han surgido de tiempo atrás polémicas opiniones insistiendo en que: "No tiene razón de ser, que todos los costos tanto del personal de los partidos y de los candidatos, como de actividades y artículos propagandísticos, al igual que de oficinas e infraestructuras para los actos públicos, gastos de transportación, salarios, propaganda y todo lo demás, que podría ser otro tanto igual a las referencias apuntadas, todo erogado por los partidos políticos y organismos independientes, sean "por ley" cubiertos con dinero del pueblo de México, máxime cuando esos miles de millones de pesos, nos hacen falta en escuelas, en hospitales, en centros asistenciales, en caminos vecinales, carreteras y puentes, es más, nos urgen en materia de seguridad y de impulso a la productividad en lo general, incluyendo los renglones de aeropuertos y ferrocarriles.
 
Y está claro que todos los funcionarios emergidos de elección federales, sumando a candidatos derrotados, estatales y municipales, así como a quien hoy gobierna en nuestro país con la meta de realizar una "cuarta transformación", han representado en su momento un elevado costo a cargo del erario público, o sea, parte de sus respectivas trayectorias (algunas bastante prolongadas) fueron financiadas por una colectividad que, en significativo número, refiere la presencia de carencias "en lo estrictamente necesario".
 

Últimamente se han hecho algunos apuntes en torno a la posibilidad de modificar leyes para reducir los costos originados por los partidos políticos, incluyendo en tales intensiones a los ámbitos de los procesos electorales municipales, estatales y federales, ante tales comentarios, aparecen voces en desacuerdo, lo que no debe ser del todo descalificado, porque en una democracia disentir es válido y, atender tal disidencia por los canales correctos es obligado.
 
Se deben escuchar con serenidad las argumentaciones, sobre todo aquellas que exponen con precisión puntos de vista realistas, porque es factible que en las polémicas unos tengan la razón y los de enfrente también… Así son con recurrencia los ámbitos de la vida pública, cuando en los marcos de la democracia se presentan controversias, de ello privan ejemplos que se han transformado en lecciones de vida.
 
No será nunca recomendable la confrontación, lo ideal es la conversación y la evaluación apegada a la realidad y la honorabilidad, en la búsqueda de aquel bello pensamiento, surgido en los marcos del proceso de la independencia de México ante el dominio del Imperio Español: "Procedamos a deshacer el nudo sin romper la cuerda"… Ni dudar, tal escenario sería el mejor para el bienestar de la vida pública en el México de nuestros días… Ahí la dejamos.