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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
No confrontar sino sumar
Alfredo Ríos Hernández
6 de enero de 2020
alcalorpolitico.com
*Esperanza en el porvenir
*Conciliar, sin descalificar
*Retos de la nueva década
 
Y usted: ¿Qué le solicitó a los Reyes Magos?... ¿Dinero, joyas, salud, viajes, casa, trabajo o bienestar?... Porque sé de muchos que -según me han comentado- le pedirían o pidieron a los Reyes Magos, el reinstaurar la paz en el país, así como crear más y mejores fuentes de empleo para bien de las familias y de todos los mexicanos, o sea, frenar la ola delincuencial y reactivar el desarrollo integral, que permitan de verdad, estimular la generación de más y mejores oportunidades de empleo y desarrollo en lo general, en favor de nuestro entorno y en beneficio de todos los mexicanos.
 

Y para tales metas que, incuestionablemente forman parte del sentir de las mayorías incluyendo obviamente a los veracruzanos, se mostrarían los mexicanos dispuestos para que, el día que el Presidente Andrés Manuel López Obrador terminara su mandato presidencial, elevar la voz manifestando que transitamos los últimos seis años de mayores logros en la historia moderna del país, al tiempo que se restauraría la confianza y la esperanza, de avanzar hacia un futuro con mejor porvenir para todos los sectores que integran nuestra maltratada población.
 
Porque debe quedar claro al evaluar nuestro entorno, que “el golpe de timón” ordenado en las elecciones federales pasadas por el electorado mexicano, no fue originado en lo fundamental por la personalidad y “trato cariñoso” del entonces candidato presidencial, propuesto por el Movimiento de Regeneración Nacional, coloquialmente identificado como “El Peje”, sino que su triunfo registró como causas fundamentales los efectos de administraciones federales, estatales y municipales, que transitaron por la vía del enriquecimiento ilícito y el contubernio entre ediles, alcaldes, legisladores, funcionarios públicos y gobernantes en lo general (no de todos pero sí de muchos) que en combinación (también debemos anotarlo) con núcleos de poder económico incluyendo a determinadas empresas del sector privado, desviaron recursos públicos para favorecer intereses personales, lo que sumado a la ineficacia en materia de obras y servicios, así como de sistemas de seguridad y de administración de justicia, originó durante décadas no sólo menor crecimiento económico en lo general, sino mayores rangos de pobreza que por inercia otorgó curso al lamentable desarrollo delincuencial.
 
Pese a formar parte de los núcleos de poder integrado por los partidos políticos (también dependientes económicamente de los recursos públicos) la oferta de “un cambio de rumbo”, enmarcada en cimientos de rangos populistas y, con referencias más agresivas que fundamentadas en la realidad, en las cuales se proponía erradicar los vicios y la corrupción en el manejo de los recursos públicos, originó que prácticamente “la oferta de cambio” convenciera de manera contundente a la mayoría de los electores, dando paso a una administración federal (así como de niveles estales en significativo número de entidades) que desde sus inicios fue proclamada como ”La Cuarta Transformación”, mismo proyecto que hoy -al iniciar la nueva década- sigue embrollado en problemas sensibles como:
 

* Los elevados índices delincuenciales.
 
* La parálisis en la generación de empleos.
 
* La decreciente productividad en el renglón agrícola.
 

* Los tropiezos en materia de vías de comunicación.
 
* El estancamiento e incluso retroceso en el desarrollo económico.
 
* La deficiencia de servicios en materia de salud y de educación.
 

Reflejo de ello es que las calificaciones que refieren lo bueno y lo malo en los marcos de la economía mundial, actualmente no nos favorecen, escenarios con los que iniciamos el nuevo año, con ciertos alivios en lo referente a recursos importantes, destinados al apoyo de jóvenes y ancianos, que representan parte esencial de los programas englobados en las metas de la Cuarta Transformación.
 
Pero los retos actuales al iniciar el primer año de la nueva década (segundo de la Cuarta Transformación) siguen siendo en lo general los mismos del año anterior:
 
1).- Frenar la elevada e irracional actividad delincuencial, restaurando la tranquilidad y la paz en pueblos, vías de comunicación, rancherías y ciudades.
 

2).- Reactivar la economía en lo general que nos permita con claridad, en lugar de proseguir en el estancamiento e incluso el retroceso, crecer de manera significativa en nuestros ámbitos productivos.
 
3).- Superar las notorias deficiencias en materia de asistencia médica, que prácticamente afecta todos los rubros del sector salud.
 
4).- Estimular de manera eficaz la generación de empleos fomentando mayores niveles de productividad, afianzando alianzas apropiadas y legales con el sector empresarial y laboral.
 

5).- Afrontar el estancamiento educativo de manera realista y efectivo, al margen de intereses sindicalistas y programas no apropiados para la capacitación de las nuevas generaciones de mexicanos.
 
Claro que aparejado a lo anterior, se debe consolidar el avance en factores que requiere todo país que intenta fomentar el bienestar, como son las obras de infraestructura tales como carreteras, vías del ferrocarril, aeropuertos, instalaciones portuarias, fuentes y redes de energía eléctrica y agua potable, parques industriales, programas efectivos para el desarrollo agrícola, ganadero y pesquero en lo general, así como impulso a la actividad turística que en muchos países es la una de “las joyas de la corona”.
 
Ciertamente un significativo porcentaje de mexicanos refiere confianza en la actual administración federal, así lo refieren las últimas encuestas, y tales escenarios constituyen una oportunidad para que el Gobierno de la República sume voluntades en beneficio de todos, no para descalificar al inversionista sino para sumarlo hacia nuevos rumbos en materia de desarrollo integral, que garanticen la estabilidad económica al tiempo de generar más y mejores fuentes de empleo, para que la riqueza sea origen de bienestar en beneficio de todos y no sólo del poder financiero...
 

El reto de México para el año que inicia debe entenderse en el marco de la suma de voluntades, donde incuestionablemente debe ubicarse y entenderse la Cuarta Transformación, golpes de timón en la vida del país, pero en beneficio de todos, del que trabaja y del que aporta en capital, evitando descalificaciones de los unos contra los otros y sumando esfuerzos hacia proyectos comunes.
 
El “buen gobierno” es el que suma voluntades y teje positivos acuerdos, ajeno a la descalificación y activo en la conciliación de intereses mutuos (en una ocasión un apreciado maestro me comentó: “El que suma gana, el que resta pierde” porque el fin primero de cada día constituye el atender los reales intereses de la nación, dónde debemos caber todos los que somos y los que seremos, lo que refiere que la tarea suprema de una administración pública es su capacidad no para confrontar, sino para atraer, para sumar voluntades en torno a objetivos que deben de contemplarse como los más apropiados, los más convenientes para el beneficio y bienestar de todos, porque en una sociedad ricos y pobres, profesionistas y analfabetas, débiles y fuertes, gobernantes y gobernados, terratenientes y peones, todos deberíamos tener frente así el derecho a la subsistencia y oportunidades de bienestar, por lo menos en los niveles esenciales para cada mexicano… Ahí la dejamos y próspero año nuevo.