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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
Resultados transformistas
Alfredo Ríos Hernández
31 de enero de 2020
alcalorpolitico.com
*Los declives del sistema
*El descrédito como arma
*Baches frenan desarrollo
 
El fenómeno López Obrador en el territorio mexicano, fundamentalmente no se deriva de su prestigio en el pasado o de su recia personalidad en el presente, sino que su triunfo electoral y su actual fuerza popular, cuyo soporte lo constituye más del cincuenta por ciento de los encuestados, podría asegurarse de manera contundente y sin temor a yerros, que tales tendencias encuentran su primordial cimiento de manera incuestionable, en los millones de resentidos que forjaron por sus yerros y desigualdades los partidos políticos PRI y PAN, conjuntamente con otras organizaciones de rango electorero, que compartieron los poderes públicos en el transcurrir de las últimas tres décadas.
 

Es incuestionable que ante los escenarios que hoy constituyen nuestro endeble hábitat, los gobiernos de los últimos cinco sexenios presidenciales, que corresponden a las etapas de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, refirieron paulatinamente un notorio declive en popularidad entre la población en lo general, hecho que se fue reflejando de manera paulatina con mayor número de candidatos para alcaldes y legisladores provenientes de candidaturas independientes, pero que las fuerzas partidistas tradicionales, si acaso lo percibieron, al final del día no lo valoraron de manera realista y apropiada.
 
Si usted regresa las hojas del calendario hacia 20 meses atrás, tendrá claro en su memoria que al entonces candidato a gobernador veracruzano, propuesto por los morenos, de “ignorante y bailarín” no lo bajaban los opositores, al tiempo que al candidato presidencial del mismo partido le enviaban mensajes televisivos, periodísticos y radiofónicos refiriéndole: “Ya cállate loco”.
 
La descalificación en automático y por vía de expresiones agresivas, fueron escenarios que distinguieron las campañas electorales en el pasado reciente, incluso privó la idea entre analistas y ciudadanos en lo general, de que PAN y PRI habían “unido comparsas” para cerrarle el paso a como diera lugar a un posible triunfo de “los Morenos”, pero pese al notorio riesgo que representaban los avances de los morenos para la estabilidad sociopolítica en el país, la eterna y caprichosa soberbia, la excesiva autovaloración, la no clara visión de la realidad y la eterna ceguera ante la realidad, originaron que cada cual “permaneciera montado sobre su macho”, con todo y que el panorama, los cálculos, los anticipos, el ambiente en el entorno y las cifras de los encuestadores, preveían un avance significativo en la popularidad de quien hoy Gobierna dentro y fuera del Palacio Nacional.
 

Claro que se debe aplaudir la legalidad de la elección, sobre todo porque todo indica que tal es el mayor valor que el país refiere en lo relativo a los derechos ciudadanos: “que se consagre el triunfo electoral de quien el pueblo ordena”... La legitimidad del actual Presidente de México en los marcos de las reglas vigentes en nuestro país, clara, legal e impugnable, escenario al que se debe agregar el calificativo por número de votos de abrumadora mayoría, se encuentra fuera de toda duda, que no queden mayores cuestionamientos en ése rubro.
 
Y... Paralelamente a ello, los apuntes difundidos en el transcurrir del actual sexenio presidencial, por conducto de los cuales se desacredita el decir y el actuar de quien porta la banda presidencial, tampoco refieren dudas en que constituyen hechos sin semejanzas en la historia moderna del país y, mucho menos en lo referente a las acciones presidenciales en el primer año de la administración sexenal.
 
Así las cosas, se podría referir que en la historia moderna de México, transitamos efectivamente por “una transformación”, tanto por parte de los estilos y formas de gobernanza, sobre lo que ya mucho se ha difundido (y van por más) al igual que sobre los reclamos y descalificaciones que cotidianamente inundan los medios de comunicación, incluso en transmisiones en vivo, que tienen como escenario el propio Palacio Nacional, a unos pasos de donde habita, descansa y sueña, el señor Presidente de la República.
 

La Cuarta Transformación otorga origen al Banco del Bienestar, al programa de apoyos económicos bimestrales a todos los adultos mayores (sin excepción); al programa sólidamente subsidiado para capacitar a jóvenes mexicanos; a proyectos financiados para estimular la reforestación; a la instauración de una Guardia Nacional que será la responsable de primer nivel, para restaurar la paz al frenar la actividad delincuencial; a nuevos programas que fomentarán, incluso con la participación ciudadana, la restauración y construcción de caminos, puentes y carreteras; a nuevos estilos y aportaciones para formalizar y avanzar en la reforma educativa; a nuevos programas de supervisión y reordenamiento para elevar la eficacia, en un futuro inmediato, en la asistencia médica para bien de los mexicanos y así, se sigue en temas como la firma del Tratado Económico con Estados Unidos y Canadá; la reordenación en los ámbitos educativos, así como en materia de salarios para funcionarios públicos, con mayor supervisión para el uso y no abuso de los recursos públicos, agregando muchas acciones y disposiciones al interior de las estructuras gubernamentales, con las cuales se busca elevar los conceptos de eficacia y honestidad, precisamente en los marcos de la administración pública nacional.
 
Cierto, existen nuevas formas, nuevos estilos y nuevas intenciones, pero mientras ello se anuncia y se aplica en su totalidad, el país ha entrado en una especie de bache gigantesco en los ámbitos del desarrollo integral, tanto así que se han reducido los índices en productividad y los pronósticos de los expertos, tanto de dentro como de fuera del país, ante tales perspectivas, el futuro inmediato no podría ser calificado como alentador.
 
Y sumado al resultado en ceros en crecimiento económico, lo que indica quebranto en materia laboral y descalabros en el contexto social, los índices delincuenciales refieren que en lugar de haberse contenido la actividad delictiva se incrementó de manera altamente preocupante, hecho que se refleja cotidianamente ante la suma de víctimas en el transcurrir de un día, que al finalizar el año anterior superó todas las cifras registradas anteriormente en el territorio nacional.
 

La peor señal que en lo relativo al desarrollo integral podría registrar un país, es que en un año en lugar de incrementarse las plazas laborales se reduzcan, al tiempo que en lugar que decrezca el delito las cifras rojas se disparen y, lamentablemente tales cuentas son las que se acreditan en México, en lo referente al año que transcurrió, ya en los marcos de la Cuarta Transformación.
 
Todos confiamos y algunos incluso rogamos, para que el inicio de la década de los 20, nos resulte realmente aparejado con las propuestas de estabilidad, paz y crecimiento propuesta en el proyecto de la Cuarta Transformación... Ahí la dejamos.
 
Disfrute usted de un renovador y feliz fin de semana.