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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
Quebranto de Paraestatales
Alfredo Ríos Hernández
26 de febrero de 2020
alcalorpolitico.com
*Beneficio a los poderosos
*¿El saqueo contra el país?
*Una historia irreversible
 
De siempre en los ámbitos de mi actividad vinculada a medios de comunicación (en ello ya llevo más de medio siglo) he registrado cuestionamientos tanto en mis reflexiones internas como en algunos círculos de mis entornos, sobre los polémicos procesos de privatización en México, que en lo referente a empresas que fueron propiedad del sector público, se han venido ejecutando en las últimas décadas por parte del Gobierno de la República, pese a que en momentos determinados, dichas empresas han representado aportaciones de elevado valor social para la colectividad en lo general, sobre todo para las grandes mayorías que conforman los núcleos de población más numerosos del país, cuyos modestos ingresos los colocan en un ámbito de carencias, que les resta la posibilidad de alcanzar mejores niveles para el bienestar familiar.
 

En días actuales es obligado el reflexionar y debe apuntarse sin cortes y mucho menos nimiedades, que la desincorporación de empresas que fueron por sus orígenes propiedad del pueblo, representan una cadena de acciones que le restan capacidad financiera al Estado Mexicano, no sólo para acrecentar la riqueza del país, como pudieron serlo Ferrocarriles Nacionales, Teléfonos de México, Altos Hornos e incluso canales de televisión, así como numerosos ingenios azucareros, sino que fueron muchas más, todo ello en demérito de la riqueza que conformaba -para aquel entonces- parte del inmenso patrimonio empresarial propiedad de todos los mexicanos.
 
Debe referirse sobre el tema, que con la finalidad de “justificar” la venta de empresas de enorme valor económico y social para el pueblo en lo general, se diseñaron prácticas manipuladoras en los altos círculos de la administración pública mexicana, para artificiosamente dotar de “rangos de improductividad” que indujeron en el seno del colectivo social, “la convicción” que el pueblo de México perdía dinero operando tales empresas y, por lo tanto, lo más apropiado y mejor para todos, “incluyendo como lo más recomendable para el bien de la economía nacional”, lo representaba el proceder a la desincorporación de dichas compañías “ya fuera para su venta o para dictaminar el cierre definitivo”, sin reconocer e incluso ocultando, que esto último obviamente “podría generar desempleo y severa angustia entre amplios núcleos de la colectividad en lo general”.
 
La pervertida estrategia bordada “entre verdades a medias y mentiras de verdad”, funcionó a la perfección y con tal suerte, que incluso los sindicatos (para aquel entonces de clara y contunde energía) más rápido que pronto cedieron o fueron convencidos por conductos de “estímulos especiales” y la promesa de su continuidad, para que el proceso de desincorporación del sector público, que comprendía todo un rico emporio empresarial propiedad del pueblo de México, de alguna forma pasara a manos de núcleos del sector privado... Eso sí, respetando las plazas laborales y los derechos de los trabadores, sobre los cuales el gobierno “no permitiría el menor abuso”, escenarios hipócritas y farsantes, que inducían al sistema para mantener en su favor el voto duro de millones de mexicanos, que conducía hacía la pervertida alianza de continuidad, la cual ocultaba con gestos de aparente inocencia las consecuencias nefastas que habrían de presentarse para la economía en lo general.
 

Así fue como partiendo del año 1976 e incluso más allá de la década de los 80, se inició un desmantelamiento de significativos renglones de la riqueza nacional, para pasar a formar parte de la propiedad privada, una riqueza que conformaba aproximadamente 155 empresas consolidadas con inversión paraestatal, que se convirtió en un “estímulo” sin igual en beneficio de núcleos del sector privado, lo que refiere que en realidad fue diseñado para engrandecer poderosos emporios empresariales privados que, de la misma forma, operarían por años “en favor del estado de cosas”, incluyendo “la vigencia” del viciado sistema político mexicano por muchos años más...
 
De ese “patrimonio nacional” que, por los hechos “dejó de serlo”, se pueden enlistar compañías paraestatales de sobresaliente importancia, cuyos orígenes estaban fundamentados en la eterna búsqueda del bienestar colectivo, pero que con el transcurrir del tiempo resultaron beneficiosos en lo personal y familiar para quienes conformaban en el país los grupos de real y efectivo poder.
 
En ese marco de complicidad y contubernio, se trasladaron poderíos de industrias productivas propiedad del pueblo de México, hacia integrantes de una especie de corporación encumbrada en el poder, que suma a su peculio empresas como
 

1.- Nacional Financiera (Nafinsa).
 
2.- La Sociedad Mexicana de Crédito Industrial (Somex), que a su vez aglutinaba innumerables filiales.
 
3.- Telégrafos Mexicanos.
 

4.- Siderúrgica Mexicana.
 
5.- Altos Hornos de México.
 
6.- Fundidora Monterrey S.A.
 

7.- Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, S.A. de C.V.
 
8.- Ferrocarriles Nacionales de México (Ferronales).
 
9.- Constructora Nacional de Máquinas y carros de ferrocarril, cuyo prestigio de calidad sorprendió al mundo empresarial de todo el orbe, espacio donde incluso se construyeron los carros del Metro y que ahora deben adquirirse o repararse en España, Alemania, Canadá o Estados Unidos, con costos muy superiores a los que se aplicaban en la empresa diseñada y creada por mexicanos.
 

10.- Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), polémica vorágine que resultó lastimosamente rematada... Pero al mismo tiempo constituyó una poderosa acción en beneficio a la prosperidad de la empresa privada, hacia la cual el Gobierno mexicano mal vendió, incluso por partes, favoreciendo en el camino incluso a empresas extranjeras.
 
11.- La Compañía Mexicana de Aviación conjuntamente con Aeronaves de México, que conformaban empresas de transportación de servicio público de los más sobresalientes de Latinoamérica, propiedad del pueblo de México, de hecho ha sido desmantelada para otorgarle facilidades sobre todo a empresas del ramo pero en la mayoría de los casos de origen extranjero.
 
12.- De Igual Forma Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA) fue una empresa paraestatal de significativo éxito, hasta que se manipuló para originarle quebrantos y rematarla en beneficio de empresas extranjeras.
 

13.- Distintas compañías propiedad del Gobierno de México que impulsaron los sistemas de televisión en nuestro territorio, incluso con impactos más allá de nuestras fronteras, como los fue el Instituto Mexicano de la Televisión (IMEVISION) que crearon con notorio éxito los canales 7, 13 y 22, fueron vendidas al sector privado para dar paso al grupo televisivo identificado como TV Azteca, lo que origina el único sistema que de hecho le competía en aquellos años a Televisa.
 
Como se podría apreciar, de tales desfasamientos y pactos económicos así como políticos siempre entremezclados, ajenos al interés de la colectividad en lo general, se podría desprender una estela de desviaciones notorias en la administración pública del país, que tomó como bandera de señalamientos el actual Presidente de los Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador, quien en las mañanera de ayer, ante periodistas y niños de diversas escuelas de tierras veracruzanas, que también lo interrogaron, apuntó de manera fugaz un comentario del daño que al país se había generado con la venta de parte del patrimonio de todos mexicanos, referencias entre las que, por mi cuenta, me permití agregar algunos agregados sobre el tema.
 
Porque nada resulta más cierto y verdadero, que todas las compañías que fueron propiedad de los mexicanos resultaban exitosas, incluso ante los severos y permanente “descuidos” en su administración y operaciones, ámbitos negativos y criticables históricamente, que malsanamente culminaron en ventas proyectadas con anticipación pero “por abajo del agua”, a la sombra del falso criterio “que tales compañías estaban quebrantado al país”.
 

Mi padre fue un esforzado y orgullosos ferrocarrilero que en se desempeñó en esos ámbitos en Loma Bonita, Ciudad de México, Ocotlán en el Estado de Jalisco, Córdoba, Puebla y el Puerto de Veracruz, en sus conversaciones siempre me refirió que los mandos nacionales del Ferrocarril, por presiones gubernamentales, regularmente operaban en contra de los intereses de la compañía, como si fueran soterradamente aliados de otros sistemas del transporte terrestre, tanto en lo referente al traslado de pasajeros como en lo relativo al transporte de carga en lo general.
 
Cuando Ferrocarriles Nacionales de México se vendió al sector privado, ya se habían artificiosamente manipulado en su interior acciones para debilitar y desprestigiar al servicio de pasajeros, así como al sistema del transporte de carga, pero en cuanto lo tomó el sector privado, de inmediato se convirtió en un emporio sin igual en lo relativo al transporte de carga, tal como lo había sido en el pasado, antes de que se practicaran en su contra acciones que buscaron, durante décadas, lograr su desincorporación como patrimonio nacional para convertirse en propiedad privada.
 
Tales reflexiones expuestas en la presente entrega de Causas y Efectos, me surgieron cuando escuché decir en las mañaneras de ayer, que en nuestro país, se había manipulado la administración de empresas propiedad del Pueblo de México, para sembrar la idea de que no convenían a los mexicanos y que mejor se malbarataran vendiéndolas “al mejor postor”... Ahí la dejamos.