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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
Duelo por Asterix y Obelix
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
26 de marzo de 2020
alcalorpolitico.com
En una pequeña porción del territorio dominado por los romanos, allá por principios de esta era, un pequeño grupo de galos (antiguos franceses) vive en total armonía y paz. Mientras Julio César, el emperador romano, ha extendido ese imperio por vastas regiones: Hispania, Helvecia, Rumania, Britania, Lutecia, Grecia, Córcega, Sicilia, Bélgica y muchos pueblos más, los indómitos galos siempre salen victoriosos de los intentos de dominación romana. La clave de su fuerza invencible es la poción mágica que Panoramix, un hábil y anciano druida, les prepara con el maravilloso muérdago en el momento oportuno. Y ellos, con el ejemplo del gordo Obelix, quien no necesita de la poción por haber caído en el caldero cuando era pequeño, en un santiamén derrotan al poderoso enemigo cuantas veces se les pone en frente.
 
Asterix, el entrañable amigo de Obelix; el poderoso jefe galo, Abraracurcix y su insufrible y sensata esposa Karabella; el anciano Edadepiedrix y su guapa y joven mujer; Ordenalfabetix, el malhumorado vendedor de pescados y Yelosubmarin, su fiel esposa; el perro Idefix; Eseautomatix, el musculoso herrero; Asuranceturix, el desentonado bardo, Vercingétorix y su veleidosa hija adolescente, etc. etc., toda esa pléyade de geniales personajes han hecho, durante más de 60 años, la delicia de los lectores de todo el mundo.
 
Sus creadores, el guionista René Goscinny y el caricaturista Albert Uderzo, han muerto. El primero, en 1977, y Uderzo en esta misma semana de marzo. Y si bien sus sucesores, Didier Conrad y Jean-Yves Ferri, quienes aceptaron el reto de continuar la historieta, lo han hecho con la mejor de las intenciones y no sin arte, los pequeños, medianos y grandes lectores van a extrañar a esta pareja de artistas que supieron hacer arte con las letras y con los dibujos.
 

En el mundo de los comics hay una extensísima variedad, pero es difícil encontrar uno que conjunte la genialidad de los textos de Goscinny con la creatividad y destreza de Uderzo, los creadores de esta historieta que nació en 1959, según las palabras de este último, como producto de una inspiración juvenil: «queríamos rehacer el mundo con toda la inconsciencia y toda la audacia de nuestra juventud. Reconozco que jamás he conseguido explicarme este éxito. ¡Nunca pensé que duraría tanto! René Goscinny decía: “Parecemos idiotas que no saben lo que han fabricado”. Pero no habríamos logrado nada sin trabajo. El éxito es, ante todo, horas y horas de trabajo» (https://elpais.com/cultura/2020-03-24/).
 
Y el éxito empezó desde el primer número, publicado en una revista creada por ellos. En ella aparecieron las primeras viñetas de la historieta, y de la revista se vendieron 300 000 ejemplares el primer día. Ese acontecimiento marcó el destino de estos singulares personajes, que tienen la espontaneidad y la cercanía con los habitantes de su patria y con las mentes y los corazones de millones de habitantes del resto del mundo. Aquel primer éxito de ventas fue una promesa de lo que estaba por venir: más de 380 millones de ejemplares traducidos a más de 111 idiomas y dialectos, incluida una edición en un latín del más alto nivel académico.
 
Es muy difícil (aun con mi preferencia por La cizaña) decidir cuál es el más logrado de los muchos números editados. Hay quienes afirman que fue Asterix y Cleopatra. En realidad, cada ejemplar es una sinfonía de imágenes: cada cuadro es un paisaje completo. No hay detalle que se escape al lápiz del dibujante. No omite ni el más pequeño rasgo. Y es un deleite detenerse en cada uno para apreciar todo lo que contiene. Al dibujante no le basta la imagen del personaje y poner la voluta con sus palabras, tiene que delinear las ramas y las hojas de los árboles, los detalles de cada choza de la aldea: techos, paredes, piso, etc. Y si aparece una fila de romanos, cada uno tiene su personalidad. No es el dibujo generalizado de un tipo: cada uno es un personaje único, irrepetible, original: exacto como es la realidad. Si se representa una batalla de galos y romanos, cada participante está retratado con singular destreza y precisión. Y, para el festejo con que terminan siempre todas las historias, no omite ninguna figura y menos, desde luego, al amordazado músico que nunca se explica por qué la negativa de sus paisanos a escuchar sus inspiradas composiciones.
 

Por cosas del destino, «de las últimas ideas que validó Uderzo fue la del “malo” del penúltimo álbum de sus sucesores Ferri y Conrad (en 2017). Era Coronavirus, el campeón de las carreras de carro romanas al que se enfrentaron Astérix y Obélix en Astérix en Italia. El auriga no pudo con los irreductibles galos» (Ibid. elpais.com/cultura/2020-03-24).
 
En el parque Asterix de París hay un gran duelo, pero el pequeño reducto de galos jamás se rendirá, para ejemplo de todos los pueblos del mundo...
 
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