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Columnas y artículos de opinión
La nueva normalidad
Luciano Blanco González
15 de mayo de 2020
alcalorpolitico.com
Los grandes políticos del mundo y las eminencias científicas del planeta están mintiendo sobre la difícil realidad por la que atraviesa el mundo en cuanto al alcance y a la gravedad de la pandemia que asola a la humanidad.
 
Los primeros, porque no han podido manejar la crisis con eficiencia y creyendo que lo están haciendo bien, pretenden con sus enfoques informativos calmar las ansiedades y los miedos de sus gobernados a quienes muestran un panorama de exitosos resultados con engañosas gráficas y porcentajes que ubican en una temporalidad de fracasos, traducidos en el aumento incontenible de contagiados y enfermos que saturan los hospitales y presentan cuadros de horror en los crematorios y los cementerios con miles de cadáveres insepultos que esperan turno para poder continuar su viaje a la eternidad a veces a la intemperie, en los congeladores y en el mejor de los casos en sus camas porque no hay lugar.
 
La gran desgracia es que en este momento tan grave, nos han tocado los peores líderes políticos en la historia de todos los tiempos, tal parece que los ocultos signos del mal han tendido su manto de destrucción sobre toda la tierra para imponer su reino de muerte y destrucción.
 

Especímenes como Donald Trump, despreciable por su natural inclinación a la maldad, a la discriminación, a la guerra, con un discurso mentiroso y bélico, difundió en un inicio del problema, cuando la Organización Mundial de la Salud advertía el peligro y mientras miles de chinos morían y el contagio comenzaba a correr por todas las venas del tejido social en todos los países, el súper poderoso Trump se burló y dijo que era un problema estacional, relajando la alerta en que todos -pueblos y líderes- debieron de haber tomado en serio el peligro, abonando con chistoretes como el que había que tomar cloro como cura contra el Covid e inventando recetas curativas ineficientes.
 
Donald, después ha derramado recursos para tener contentos a sus electores y con ello buscarse simpatías que le permitan reelegirse en la presidencia, mientras el contagio ya rebasa el millón y miles de muertos, como si la pandemia obedeciera a un plan mundial de exterminio.
 
Otra rémora es el exentico líder del conservadurismo inglés, el Primer Ministro del Reino Unido, Boris Johnson, quien se debe de haber arrepentido de menospreciar la pandemia al resultar víctima del Covid, que lo mantiene recluido en sus aposentos y ahora la Unión se ha colocado en el primer lugar de fallecidos y contagiados de todo Europa.
 

Lo mismo sucede con el derechista presidente brasileño, Jair Bolsonaro, para quien el Covid era similar a una gripita o un pequeño resfriado y ha logrado con sus torpezas y su incapacidad colocar a su país en el primer lugar de muertos y contaminados de América Latina.
 
En México por motivos de la enfermedad el panorama es negro, las confusas señales que manda el Ejecutivo en contraste con las medidas preventivas de contagio que envían las autoridades sanitarias, han propiciado que una parte de la sociedad viva histérica por las medidas restrictivas de confinamiento e inmovilidad resguardada en sus hogares con las falsas y mentirosas expectativas que perciben de la autoridad de que esto pasará pronto, de que sólo es cuestión de días porque un grupo de matemáticos y científicos ha estudiado profundamente la evolución de la pandemia y han concluido que ya la curva se va a aplanar, y que a partir de ahí comenzará a disminuir la mortandad y el contagio, momento propicio para reanudar actividades ya que en ese momento ya todo será normal, que la nueva normalidad esta próxima.
 
Mienten cínicamente, ya lo dijimos, la curva como nos enseñaron en geometría es una línea que va hacia los lados y aquí la línea lleva una constante diaria hacia arriba sin siquiera doblarse, con ese manejo de no describir la realidad tal cual es, motivan a pensar que algo más grave está sucediendo o va a suceder, o que algo están escondiendo, exhiben que no están preparados para enfrentar el peligro latente a que el mundo entero está expuesto a vivir en el presente y en el incierto futuro.
 

El resultado de esas ambigüedades y divagaciones, es que frente a ese sector de la sociedad muy preocupado hay otro segmento que cree que el Covid no existe y que de ser así, creen que a ellos no les va a pasar nada porque en todo caso ya forman parte del rebaño inmune que hasta ahora existe en las predicciones y en la imaginación de Gatell.
 
A muchos nos queda claro que ese hermoso futuro de nuestra vida anterior no existirá hasta que no se descubra una vacuna, que por determinados periodos nos vuelva inmunes, o exista un medicamento efectivo capaz de combatir los efectos nocivos del virus con una facilidad tal, que sea como una aspirina para curarnos un dolor de cabeza, mientras, las especulaciones cantinflescas de que quienes ya padecieron la enfermedad están curados para siempre y no lo volverán a padecer son engañifas, carecen de fundamento científico.
 
Lo mismo sucede con el falso argumento de que una vez que descienda la curva, no vuelve a subir, la falacia queda al desnudo con los rebrotes que arrecian en aquellos países en que creían tener controlada la situación de emergencia y han tenido que reconsiderar su osadía y recomenzar porque el virus ataca en donde menos se espera.
 

Lo mismo sucede con los lugares hasta hoy libres de contagio, en donde por más celo que exista para evitar movilizaciones de un lugar a otro, no falta un portador que inicie el infierno y la alarma entre la población, ojalá y esto no suceda con los municipios de la esperanza, cuyo aislamiento total debe de seguir imponiéndose.
 
La nueva normalidad no es una invención pero es un concepto mal explicado, ya dijimos que el mundo no va a volver a ser igual, olvidemos por ahora de las grandes concentraciones en los estadios deportivos, la oración en los templos, la misa en las iglesias, las tenidas masónicas en las logias, la concurrencia a clases, los mítines políticos, los eventos artísticos, los bares, los antros y cualquier concentración masiva de libre acceso estará prohibida y así será hasta que exista la cura o la vacuna.
 
En la nueva normalidad cada quien debe de ser responsable de su propia seguridad, porque de ello depende su vida y la de su familia, las visitas familiares se restringirán y quizá sean con sana distancia, sin saludo de mano, sin beso y sin apapacho, la audiencia pública y la entrevista privada cuando sean necesarias se harán con una barrera de plástico o de acrílico de por medio. al igual que la atención al público en tiendas y locales prestadores de servicios, cada cual deberá de portar un cubre bocas y en todos los accesos habrá recipientes de gel y la suficiente señalización preventiva, los taxis seguros estarán dotados de un plástico o acrílico intermedio de poste a poste de las puertas, sobre el asiento de enmedio y los pasajeros solo podrán viajar en la parte posterior, al abordar los autobuses y los aviones en las terminales además del cubre bocas los pasajeros y el equipaje serán sanitizados, se les tomará la temperatura e irán espaciados para evitar contactos y se privilegiara el uso del plástico en lugar del dinero en efectivo.
 

En la nueva normalidad, con conciencia ciudadana para lo que ya nos hemos educado ampliamente en este periodo, con un cambio razonable de hábitos y costumbres debe de activarse de inmediato la economía en todas sus ramas, no se entiende porque si se toman todas las preocupaciones no puedan funcionar todos los changarros y tiendas, las peluquerías, los salones de belleza, los talleres mecánicos, los gimnasios debidamente sanitizados, las fábricas, las pastelerías, ¿Por qué no?.
 
¿Por qué las grandes tiendas transnacionales y las tiendas de conveniencia gozan del privilegio de permanecer con las puertas abiertas y el changarro no?, ¿por qué la marca preferida de refrescos tiene libre distribución de todos sus productos cuando son estos los principales factores de enfermedades crónicas como la obesidad y la diabetes?, ¿por qué esa marginación a los pequeños comerciantes locales?, eso se llama discriminación, son los viejos privilegios heredados del criticado neoliberalismo, que en este país en donde todos somos iguales no deben de existir este tipo de exclusiones. Acaso no se pueden controlar con la policía y con personal de salud los accesos de los tianguis en las colonias y echarlos a andar inmediatamente ya que significan el trabajo y la vida para mucha gente, así como el abasto barato y fresco para el pueblo.
 
Afortunadamente el plan de reapertura está en marcha y por primera vez se ha escuchado sensata la voz del Presidente al depositar en los Gobernadores de los Estados el manejo de la pandemia en sus respectivos feudos, dejándolos en libertad para que actúen en esta materia, ellos los más inteligentes y audaces serán los que comiencen a curar la gran enfermedad de la pobreza, del desempleo, del aislamiento, de la tristeza y de la soledad en que viven sus gobernados ante un fantasma invisible que nos mantiene atados y que amenaza con quedarse entre nosotros eternamente y deberán de hacerlo de inmediato porque de lo contrario la gente se saldrá a la calle sin control a divertirse, a trabajar, a desfogarse con sus amigos y familiares.
 

Deben de hacerlo antes de que la nación se convierta en ruinas que nos obliguen a llorar inconsolables por ella, por nosotros y por nuestras familias entonces enfermos y en la miseria, tenemos que acostumbrarnos desde ahora a trabajar con todas las medidas sanitarias a que se someta cada empresa, a estudiar y a evaluarnos a distancia, a hacer deporte individual y colectivo con reglas muy estrictas, como nuestros jóvenes que en los campos llaneros continúan pateando el balón.
 
Esta medida presidencial revela que al fin el Presidente se ha vuelto receptivo, no tan sólo escuchó a los gobernadores en su preocupación para contener al virus, también escuchó el reclamo general del pueblo, exigiendo que se fortaleciera la seguridad en las calles, en las carreteras, en los hogares y en todas partes, para ello decretó que el orgullo de las instituciones nacionales, el Ejército y la Marina se sumen a las acciones de las fuerzas de seguridad en el combate a la delincuencia.
 
Esta orden sorprendente que ya tenía existencia jurídica por las reformas que dieron origen a la Guardia Nacional eran letra muerta, ahí estaba, pero durmiendo, se observaba una supuesta pasividad y tolerancia del Presidente con su fallida política de abrazos y no balazos, ponerla en marcha dejó pasmados a sus opositores a quienes ha dejado sin argumentos válidos para estar en su contra, ya que la medida es un claro indicativo de que en esta materia hay un cambio radical, se espera que con las experiencias vividas, los soldados y marinos no salgan para ser ninguneados por nadie como sucedió en el pasado reciente, ahora salen de los cuarteles para poner orden y construir con ella la ley y sin excesos la paz y la tranquilidad de la que estamos tan urgidos.
 

Lástima que sus detractores que lo critican por los altos índices de delitos y de violencia en todo el país, ahora lo cuestionen sin valorar la gravedad de la situación que estamos viviendo y que las demás fuerzas de seguridad han sido incapaces de controlarla.
 
Sus adversarios fingen preocupación porque afirman que sacar al Ejército a las calles nos encamina hacia la militarización del país, lo que significaría una persecución armada de las masas inconformes y una represión política a todos los enemigos del régimen, añadiendo que es un golpe a la democracia, tales señalamientos pasan por alto que estas instituciones son de las más respetadas y queridas por el pueblo, porque todas sus acciones están revestidas de respeto y de honor en el marco de la ley y obedecen invariablemente a su comandante general que es el Presidente, quien se ha comprometido a respetar en todo momento los derechos humanos.
 
Apoyemos al Presidente, pues está dando pasos importantes en la consolidación de una política nacional que fortalecerá las instituciones federalistas y que tiende a cumplir los anhelos populares de salud y de seguridad, compartiendo responsabilidades con los gobernadores de todos los partidos y de todos los colores, aceptando los métodos y medidas de contención del virus y reactivando la deteriorada economía, sí le sugeriríamos que, en materia de salud, se asesore de científicos serios que le digan la verdad y cómo hacerle, ya que en sus mañaneras da la impresión de que vive engañado, no le aceptamos que él se sume a la versión de que la curva está aplanada y de que ya vamos a salir, basta con ver lo que pasa con los países más avanzados para darse cuenta de que ellos están convencidos de que por muchos años viviremos con el problema y que esto no se acaba, salgamos adelante.- Por el bien de la causa.
 

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