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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
Estrellas, flores y niños
Alfredo Ríos Hernández
18 de mayo de 2020
alcalorpolitico.com
*Volado ante pandemia
*Cuestionamiento eclesial
*Señalamiento orizabeño
 
Y la nueva determinación de “los sabios de la Nación”, en un país como el nuestro en los cuales pareciera que “esos sabios” podrían estar “perdiendo el piso”, o se les diluyó la capacidad de razonamiento, o se olvidaron de la dignidad como profesionistas, pero que en parte, por “su elevado nivel” en las estructuras gubernamentales no una, sino varias veces al día, nos refieren nuestros “infalibles destinos” como una “nación pandémica”, enlistadas en los preocupantes y cotidianos niveles de mortandad, lo que (por cierto) favorece las tesis de otros no tan catastrofistas, convertidos en supuestos “defensores para la perpetuidad de la especie”, que predican el reducir los ritmos del crecimiento poblacional y que, por lo mismo, hasta se podría llegar a referir que las pandemias depredadoras son aliadas mortíferas, que “de vez en vez” se conforman para eliminar los excesos en la reproducción, al tiempo de dejarnos el mensaje: “Que pueblo chico tiene mayores oportunidad para vivir mejor”... Olvidando en el tema otro apunte proverbial, que nos señala en torno a niveles de infelicidad que “Pueblo chico: equivale a infierno grande”.
 

Porque todo humanista “de verdad” sobre la faz de la tierra, opinaría que el intentar que se abran las puertas de los escuelas, de los centros laborales, de los restaurantes, fábricas y demás, sin medir con claridad referencias singulares que de siempre han requerido atención, trato y espacio no sólo “significativamente especial”, sino de marcada prioridad, como lo son los sectores que conforman la niñez y la adolescencia, que en estos momentos constituyen escenarios que colocarían al México de la actualidad, contraviniendo criterios universales, como el referido por Dante Alighieri, quien nos dejó como lección eterna el concepto donde anota que: “Tres cosas aún conservamos del paraíso, las estrellas, las flores y los niños”.
 
Y ensanchando al comentario, saludable es preguntar: ¿Vale realmente que en México? niños y adolescentes sean expuestos a un contagio masivo del covid-19, al abandonar el aislamiento para acudir a los salones de clases, lo que equivale a transitar por las calles, aceras y veredas, muchas de las cuales (todos lo sabemos) desde antes de los contagios (por no apuntar que desde siempre) han recibido el apropiado servicio de limpia y, mucho menos han sido escenarios de tan siquiera una sola fumigación en toda su existencia.
 
Tiene muchos años que colonias y fraccionamientos no han sido objeto con rangos de profesionalismo y efectividad, de las ya ancestrales fumigaciones contra “el dengue” y, de ello, millones de mexicanos son testigos; luego entonces válida es la interrogante: ¿Las calles de nuestro país reflejan la limpieza que en éstos temas se requiere? para que nuestros niños y adolescentes transiten jugueteando, incluso tirando de la mochila que rueda por el suelo, que recurrente es arrastrada parte de la misma sobre el polvo, e incluso entre desechos que en general, podrían tener su origen en un afectado por el coronavirus...
 

Sobre el tema bien valdría colectivamente el preguntarnos si: Acaso tendrán nuestras autoridades la falsa convicción que (al igual que los hijos de funcionarios públicos) todos los niños del país disponen en sus casas de automóviles climatizados para no abrir las ventanillas, sumando a ello los conductores pagados por el Gobierno (perdón, por el pueblo de México) para trasladar a los niños del patrón al interior de las escuelas y viceversa.
 
Porque cuando escuchamos que “ya es tiempo de retornar a la escuela”, seguramente habrá de ser porque el coronavirus ya no es un riesgo de contagio en tierras mexicanas, al tiempo que las autoridades ya hasta con cierto orgullo por sus conocimientos y eficacia en estadísticas, todos los días informan de incrementos en contagios y, lo peor, de muertes por doquiera, ahora ya incluyendo notoriamente a médicos y personal de asistencia, como lo son las y los aplaudibles a más de heroicos integrantes de cuerpos de enfermería y de médicos en lo general.
 
Existen millones de familias que desde hace muchas semanas, sus hijos no han salido un solo minuto fuera de su hogar, porque para el ser humano (en su gran mayoría) el real tesoro de un país y de toda familia, lo son sus hijos, referencia que incluso se extiende hacia la generalidad tanto nacionalmente como en niveles internacionales, luego entonces las determinaciones gubernamentales nunca deben referir posturas ajenas a tales escenarios, en los cuales todo padre prefiere ofrendar su vida a cambio de la de sus hijos y, tales criterios no constituyen sofismas, salvo enfermizas excepciones.
 

Muchos millones son las familias que se encuentran limitadas en su quehacer cotidiano, no sólo por las normas impuestas debido a la pandemia, sino porque sus hijos menores están en casa, no en guarderías, no en el jardín de niños, el kínder, la primaria, la secundaria o el bachillerato, sino las 24 horas del día “encerrados en la casa”, lo que no deja de ser estresante, pero todo padre preferiría que continuara tal aislamiento, en lugar de ver a uno de sus hijos luchar indefensos por salvar su vida agredida por el Covid-19.
 
Y ejemplo de la peligrosidad es que Veracruz a nivel estatal, transita en éstos días su peor etapa desde que inicio la pandemia, con escalofriantes cifras de muertos y de la misma forma de nuevos contagios, escenarios pandémicos de dolor, angustia y desesperanza, que por el contrario no refiere ni sudor ni dedicación eficiente al tema en los marcos de las autoridades estatales, porque viven en las nubes engañosas del ingenuo optimismo.
 
Sólo un monstruoso desalmado alentaría para desacreditar al Gobierno de la Transformación, que la decisión de acelerar el reingreso a clases en los salones (porque vía internet millones siguen estudiando) es con la perversa y espantosa convicción, que importa más reactivar la economía que evitar el contagio entre escolares, escenarios que acrecentaría el descrédito de todas las estructuras del gobierno actual, con todo y las graves consecuencias en los marcos de la desestabilización social que, de hecho, en el México actual viene dependiendo de factores endebles...
 

Ante tales panoramas previsibles debe puntualizarse con claridad: Pareciera que presionado por la situación económica y la natural y lógica parálisis en programas transformistas, se requiere en niveles oficiosos ejecutar pasos hacia la “normalidad” y, exactamente por lo mismo, se busca la reapertura de escuelas, porque existe prisa por ejecutar acciones que refieren supuestos escenarios de normalidad productiva, sacrificando en este caso medidas de protección hacia los menores, pero el riesgo es el que tomemos determinaciones de aparente impacto positivo, no con la clara seguridad científica de si resultará para bien o para mal, porque claro se debe tener que si en éste rubro, los resultados son negativos y se extiende el contagio entre menores, la propia historia no podría borrar yerros de tales dimensiones, escenario que todo mexicano lamentaría y calificaría como un crimen de lesa humanidad... De ése tamaño es “el volado” entre el sí y el no que en éstos días se lanza al aire en el Palacio Nacional.
 
Ya veremos y obviamente registraremos lo que suceda con apego a la realidad, con la sólida convicción que... No siempre lo que sucede conviene.
 
De cierta forma continuará calificándose como inexplicable, que pensemos en el proceso de una restauración hacia la normalidad, cuando la pandemia ha logrado alcanzar avances inimaginables en gran parte del país y, en el caso de Veracruz, sigue en crecimiento cual monstruo incontenible, lo que a su vez incrementa víctimas día tras día.
 

Lo que se lee
 
Que los eclesiásticos ya también reflexionan sobre la posibilidad de reabrir las actividades religiosas, escenarios que bien valdría se analizaran con la sobriedad que generalmente destaca entre los ministros eclesiales, sector de la comunidad dotado por sus propios orígenes y características de vida, de especial capacidad de análisis y sobria evaluación.
 
Debe tenerse claro que, para los párrocos y mandos en lo general del ámbito eclesial, complejo resultará el imponer normas de conducta y rangos de salud para quienes ingresen en busca de los altares, complicaciones que podrían ser determinantes en las decisiones que, para el caso, se asuman como reglas de comportamiento al interior de los templos, e incluso derivado de ello la posibilidad de retomar la determinación de prolongar el cierre de los templos.
 

Lo que se ve
 
Muchos son los países en los que priva el derecho de ser reelectos en ámbitos de la administración pública, marcando como límite una sola reelección y, en México, ante ejemplos históricos de perpetuaciones en el poder como la de Don Porfirio Díaz, que motivó una Revolución en la búsqueda de implantar como norma insalvable en ámbitos electorales mexicanos, los valores del sufragio efectivo y la no reelección.
 
Las actuales generaciones, desde los más veteranos hasta los jóvenes ciudadanos, transitamos por una “democracia a la mexicana” con muy peculiar estilo, en la cual durante décadas ganó la Presidencia de la República quien ordenó el Presidente saliente, salvo los casos de Vicente Fox y Felipe Calderón (y eso, vaya usted a saber si no existió gato encerrado).
 

Pero lo que no es cuestionable lo constituye la limpieza electoral con la que triunfó el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, poderío electoral que de acuerdo a los últimos datos ha decrecido con ritmo acelerado, en el tema actual, el escenario de la sucesión presidencial en definitiva habrá de constituir una historia singularmente diferente, pero que no se podrá referir como electoralmente efectivo y limpio, hasta no valorar los resultados de los próximos procesos electorales que cada día se encuentran más cercanos.
 
Lo que se oye
 
Y en referencia a cascabeles y gatos, hace unas horas el Obispo de Orizaba, Monseñor Eduardo Cervantes, de singular respeto en la región de las altas montañas, de hecho denunció que “se están manipulando datos y cifras en torno al Covid-19, simple y sencillamente porque las autoridades tienen miedo o preocupación de que invada al pánico a la colectividad, mientras que otros veracruzanos piensan lo mismo pero en referencia a la aparente mentira, refieren que esa práctica entre funcionarios se registra por temor a las descalificaciones, que la población podría aplicar en por la incompetencia de las autoridades, lo que da curso a la ineficacia para contener los efectos de la pandemia... ¿Usted a quién le creería?...