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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
La vida en nuestra suave patria
Miguel Molina
25 de junio de 2020
alcalorpolitico.com
Pocas cosas cambiaron esta semana. Reviso la prensa y los titulares me cuentan la historia de lo inmediato.
 
Veracruz pierde proyecto para central eléctrica por trabas burocráticas. La iglesia católica sigue encubriendo a sacerdotes pederastas. El hospital de Alta Especialidad, donde se atienden casos de Covid-19 en Xalapa, está a punto de saturarse. Asesinaron a balazos a una agente de policía en la capital de Veracruz.
 
La federación intervendrá en el conflicto interno del sindicato de maniobristas del puerto de Veracruz. Comerciantes de Ixcatepec, en el norte del estado, detuvieron al alcalde y lo mantienen secuestrado en el auditorio municipal. Veracruz registra trece defunciones que podrían deberse al dengue.
 

El polvo del Sahara llegará a Veracruz en los próximos días, después de pasar por Yucatán, Campeche y Quintana Roo. Se confirmaron doscientos cuarenta y dos nuevos casos de Covid-19 y sesenta y nueve muertes en la entidad.
 
Municipios gobernados por todos los partidos de oposición aprobaron la reforma electoral y el recorte a las participaciones económicas de los partidos políticos. El temblor del martes no causó daños graves en Veracruz. Una mujer con Covid-19 dio a luz en Coatzacoalcos. Aumentan las quejas contra la Comisión Municipal de Agua en Xalapa.
 
Aparecieron cadáveres de personas asesinadas (la prensa les dice ejecutadas, aunque ejecutar significa dar muerte a un reo, y lo que hacen los criminales es asesinar) en Tezonapa, en Las Choapas, en Misantla, en Coatzacoalcos. Encontraron un cadáver en el río Cotaxtla. Hombres armados incendiaron un taxi y dos vehículos particulares en Jáltipan.
 

Casi la mitad de los casos de violencia contra las mujeres se registraron en casas de Veracruz, San Andrés Tuxtla, Acayucan y Coatzacolacos, según un estudio de la Universidad Veracruzana. Los trabajos en un banco de arena cerca de Cerro Gordo provocan enfermedades en la gente y fisuras en las casas desde hace cuatro años sin que nadie haga nada.
 
Hay cada vez más niños trabajando en las calles de la capital de Veracruz. La Comisión Federal de Electricidad dejó sin luz a familias de Martínez de la Torre que no pudieron pagar sus recibos por la pandemia. La Comisión de Derechos Humanos de Veracruz indagará a policías que mataron a un albañil por la espalda en Huiloapan.
 
Y así. La vida no ha cambiado mucho, ni en Veracruz – que aquí sirve como ejemplo – ni en ninguna otra parte de nuestra suave patria.
 

Unos no saben y otros no pueden
 
La pandemia sigue creciendo, y hay más muertos y más infectados por el coronavirus, aunque también hay muchas más personas que se han recuperado. En México y otras partes todavía hay quienes no creen que la Covid-19 es mortal, o no les importa.
 
Los expertos repentinos siguen tratando de desacreditar la información que ofrece el gobierno, y el gobierno sigue sin darse cuenta de que el exceso de datos puede llegar a causar confusión. Los científicos (y los políticos) usan términos que significan una cosa en su entorno y otra en el habla cotidiana. La gente no entiende lo que dicen, y los reporteros no pueden explicar lo que oyeron. Y esa es una vaina grande.
 

Es claro que los medios – y quienes trabajan en ellos – no se han dado cuenta. O no les importa. La confusión engendra la incredulidad, que a su vez engendra el descontento. Los hechos no importan cuando se puede escribir una nota destacada, porque joder es un placer.
 
Me explico. Una de las primeras cosas que recomiendo a quienes asesoro en materia de comunicación (expertos internacionales, funcionarios de la ONU, geólogos, vulcanólogos entre otros) es tener muy claro cuál es el mensaje que quieren dar. Un tema, no más. Y tres aspectos importantes de ese tema. Y ya. Que pregunte la prensa.
 
A veces la prensa no sabe qué preguntar (y termina como la reportera que le preguntó al subsecretario López Gatell qué recomendaba para la temporada de lluvias. "Que usen un paraguas", dijo el funcionario). A veces es peor, y las preguntas se convierten en loas y en elogios, y uno se queda sin saber nada. O se pierde en una avalancha de información que no sirve o que podría servir si se presentara de otra forma.
 

Y así no va uno a ninguna parte. Ni siquiera se queda como estaba, con pandemia y sin ella. Unos no saben preguntar y otros no pueden ofrecer respuestas que todos – hasta los reporteros – entiendan.