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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
Violencia invade las aulas
Alfredo Ríos Hernández
30 de junio de 2020
alcalorpolitico.com
*De los males... el menor
*Millones portan el contagio
*Urgen fuentes laborales
 
El asesinato de la ameritada profesionista y Rectora de la “Universidad Valladolid”, instalaciones ubicadas en la zona conurbada que conforma los entornos de la capital del Estado de Veracruz, por sus propias características, incluyendo en los hechos que la víctima es una dama de reconocido prestigio y excelente comportamiento y que, de manera deleznable constituyen escenarios que indignan a la sociedad en lo general, máxime cuando se registraron dentro del recinto universitario, dejando constancia (nuevamente) de los muy significativos y, obviamente angustiantes niveles de violencia que privan en tierras veracruzanas, escenarios que se expande a muchas otras regiones del territorio nacional, incluyendo obviamente la zona conurbada que conforman los municipios de la capital del país, metrópoli en la que apenas a finales de la semana pasada, se suscitó un atentando contra un miembro de alto nivel en el área de mandos policiacos, cuyas acciones originaron daños colaterales de indignantes efectos.
 

Se ha comentado en todos los círculos y medios de comunicación de manera repetitiva e incluso constante, por parte de representantes ya no sólo de sectores empresariales, sino sumándose instituciones del ramo educativo e incluso del ámbito eclesiástico, que se requieren de acciones claramente efectivas e inmediatas, para dejar atrás los tiempos de terror que actualmente se transitan en gran parte del país, mismos que originan no sólo agudos desgastes en la calidad de vida de los mexicanos, sino que aparejado de ello, se ha desplomado la oferta de empleo al tiempo que (no privan dudas de ello) se agudiza alarmantemente el decrecimiento de la actividad económica del territorio nacional.
 
En año y medio de operaciones por parte de la autocalificada como Cuarta Transformación, México entero sigue en espera de registrar los frutos positivos en relación a programas de seguridad, en los que incluso se aplicó la desintegración de cuerpos policiacos tradicionales, bajo la sospecha de supuestas referencias de contubernio entre “los aparentemente buenos” con los indiciados “como supuestamente malos”... Todo un esquema que otorgó cimientos a prolongadas polémicas (aún con rasgos de vigencia) que dio curso a una “Guardia Nacional” conformada por integrantes del Ejército Mexicano, que incomprensiblemente, por órdenes superiores se han tenido que replegar en el marco de muy polémicos escenarios, sin que por el momento se tenga la percepción y la sensación entre la población, que los avances hacia rangos de mayor tranquilidad social y, obviamente sensación de seguridad, pudieran ser calificados, ya no como notables, sino por lo menos como notorios.
 
Resultado de tales referencias es que en marcos de confusiones y repliegues, los hoy responsables de brindar seguridad a los mexicanos, reflejan en su andar la pesadumbre de “los pies plomo”, situación de la que no son “ni promotores ni simpatizantes”, pero que provienen por efectos directos de posturas en instancias superiores, marcos en los cuales las órdenes se deben de acatar, por encima de los reclamos de eficacia que refiere el conglomerado social de nuestro país.
 

Deben recordarse hechos que transparentan lo incomprensible en materia de seguridad, cuando elementos del Ejército se han visto obligados por órdenes superiores no sólo a deponer sus armas, sino prácticamente a entregarlas a quienes los amenazan en sus entornos, escenarios que siembran amplias dudas sobre la capacidad y competencia de las autoridades para afrontar un problema de elevado nivel delincuencial, que coloca a México entre las naciones de mayores niveles de inseguridad en el mundo.
 
En el caso de tierras veracruzanas, la invasión por parte de grupos delictivos fuertemente armados a un recinto universitario, para proceder a la ejecución de la rectora de ese claustro de enseñanza, refleja por sí mismo que hablar de tranquilidad social en tierras veracruzanas no resulta ni apropiado ni verdadero, tanto así que “la ejecución” en referencia, podría ubicarse como el sexto de los feminicidios, registrados en menos de siete días en tierras jarochas bañadas por el mar, por los ríos, los arroyos, las tempestades y la sangre de infortunadas mujeres y hombres, que toparon en mal momentos con los angustiantes efectos de la inseguridad... Ahí la dejamos.
 
Lo que se lee
 

Muchos son los negocios (y no sólo pequeños) que se convirtieron en “víctimas mortales” de la pandemia cuya guadaña recorre el mundo, la referencia la confirman los anuncios cotidianos ya no de reapertura, ya no de la esperanza de reiniciar operaciones, sino del arribo del quebranto claro y contundente, estragos colaterales, no sólo de los riesgos que ha representado el obligado enclaustramiento de los diversos sectores de la sociedad (incluyendo al propio núcleo familiar) sino de que en su momento se careció de estrategias apropiadas para evitar “una pandemia económica”, precisamente la que ahora en ámbitos financieros (ya en proceso post-destructivo) se pretende frenar y de alguna forma subsanar.
 
La realidad se debe dimensionar con toda serenidad, lo que equivale a “frialdad” ante la calamidad... Dicen que ante emergencias reales como las que han representado y representan ámbitos pandémicos, las determinaciones, las decisiones, las órdenes giradas por quien gobierna, efectivamente se deben de asumir en calidad de emergentes (no hay de otra) y, por lo mismo, con un proyecto diseñado y asumido prácticamente sobre las rodillas, como elevando la oración hacia los cielos tanto para rogar por el perdón, como para suplicar que “de los males, sobrevenga el menor”.
 
Son tales escenarios el resultado de enfrentarse, si no a lo totalmente desconocido, sí a lo no del todo identificado con claridad y real solvencia, como para encontrarnos en la posibilidad de reflexionar el clásico rosario del “cómo, cuándo, dónde y... por qué”, premisas que son insoslayables ante toda determinación, sobre todo singularmente trascendental, donde se juegan vidas de por medio, al tiempo que se coloca en claro sendero de quebranto a los sectores productivos, que son precisamente los que producen los recursos y productos, por vía de los cuales subsiste la población a la que gobernamos.
 

El quebranto económico incluso aún con los elevados rangos pandémicos en nuestro entorno, de hecho constituye una realidad, tanto así que leemos por doquiera y más que nada en las redes de Internet, que muchas familias cercanas a cada uno de nosotros a la vez que circundantes, se encuentran ya no sólo sin recursos para reabrir sus negocios, sino cercanos hacia el remate de sus bienes, malbaratando sus propiedades porque “para vivir tienes que vender”...
 
Y la otra paradoja es: ¿Quién me podría comprar?... Cuando los de arriba, los de adelante, los de al lado y los de atrás, se encuentran básicamente en situación parecida a la que experimentan todos.
 
Se debe coincidir en que el gobierno de la Cuarta Transformación, afronta ineludiblemente un panorama totalmente alejado de lo habitual, ámbitos que ninguno de los mayores de este, nuestro país, hemos transitado (ni por asomo) en nuestro prolongado andar, tanto así que los expertos en pandemias (que no es exactamente lo mismo ha epidemias) apenas se están formando en el territorio mexicano, situación que obviamente no disculpa a las autoridades de probables yerros en el camino, pero que sí debe atemperar el tamaño de los señalamientos desaprobatorios.
 

Ahora es el apropiado e impostergable momento de olvidar agravios y sumar esfuerzos y criterios, para que México por vía de la unidad, emprenda el sendero hacia niveles de recuperación, tanto del punto de vista económico como desde lo referente al bienestar y la salud de la sociedad.
 
Si en los tiempos actuales asechados por rangos pandémicos y en niveles preocupantes de quebranto económico, no tenemos la capacidad gubernamental y la disponibilidad del colectivo social, para unir esfuerzos y opiniones hacia la recuperación de lo perdido y, al mismo tiempo proceder a la purificación de lo que al interior del marco social, se encuentra contaminado por vicios y desviaciones, si en concreto, no marcamos claras y efectivas metas hacia desarrollo integral y, en tales contextos, colocamos obstáculos al esfuerzo colectivo para alcanzarlas, las pandemias destructivas persistirán y se prolongará en el territorio nacional, hasta dar curso al caos que sólo generaría inseguridad generalizada y rangos de mayor pobreza, formalizándose con ello el retroceso y estancamiento de un Veracruz que en tiempos del excelente gobernador Agustín Acosta Lagunes, refería la aspiración de convertirse en “El Granero y Yunque de la nación”... ¿Dónde quedaron tales objetivos?
 
Lo que se ve
 

De acuerdo a cifras dictadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), al día de ayer el coronavirus ya ha infectado a diez millones de personas en el mundo, cifras que por sí mismas refieren que no deja de representar un notorio riesgo, el que por renglones vinculados por el quebranto económico y la amenaza de hambre que, por lo mismo, ya se advierte en algunas regiones del mundo, los gobiernos se vean precisados a tomar la ruta de la reapertura de actividades empresariales, determinación que definitivamente podría constituir la clásica “arma de dos filos”, porque nadie puede garantizar que la reactivación económica pudiera convertirse en factor de un mayor desarrollo de la pandemia, con las secuelas escalofriantes que ello podría representar... “En Dios Confío” refieren los creyentes.
 
Lo que se oye
 
Que cada día es mayor la preocupación y el reclamo ante escenarios en ámbitos de la construcción, cuyo personal proviene de otras latitudes, precisamente porque las empresas son foráneas, incluyendo muy singularmente en tales escenarios a obras realizadas con presupuestos de ayuntamientos o del propio Gobierno del Estado, ya no se diga del Federal...
 

Ante tales referencias bien valdría evaluar y obviamente reglamentar, que las obras públicas ejecutadas por la administración gubernamental, conlleven en su ejecución la contratación forzosa de personal, con arraigo en la región donde se realizará la obra, reclamo que no es nuevo y que con recurrencia no tiene éxito, lo que de alguna forma origina que el pueblo por vía de sus autoridades, abran fuentes de trabajo temporales donde los que laboren tengan su residencia en otras entidades... Bueno sería ahondar (por parte de las autoridades correspondientes) en el polémico tema... Ahí la dejamos.