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Columnas y artículos de opinión
El Presidente mejora la herencia
Luciano Blanco González
24 de julio de 2020
alcalorpolitico.com
Andrés Manuel, nuestro presidente, con el entusiasmo de los primeros días de la difícil lucha que inició hace más de 20 años para ascender a la primera magistratura nacional, se desempeña con un impulso que no cesa ni un momento para cumplir con los postulados a los que se comprometió durante todo el trayecto en pos de la realización de sus grandes ideales, todos enmarcados en su razón de ser y de actuar, reflejados en cuanto a individuos y sociedad en la frase de "primero los pobres" y en cuanto a la administración pública su purificación mediante un combate frontal a la corrupción.
 
Porque, en efecto, heredó un gobierno sustentado en un Estado gordo, con una burocracia pesada por el número de sus integrantes y carcomida por el derroche, el moche, el disimulo, la mordida, llena de dispendios y con gastos en lujos, mientras la mayoría de la población, esquilmada, sin recursos suficientes para satisfacer sus mínimas necesidades, pero eso sí, con un maquillaje publicitario y un silencio que lo escondía y disimulaba todo.
 
La gran mayoría del pueblo de México en el proceso de elección, reaccionó indignada ante un estado de cosas inaguantable por el cinismo, la simulación y las ostentaciones agraviantes que la agobiaban, en respuesta y en apoyo a un programa político satisfactorio a sus deseos de borrar la estela obscura de la política mexicana manipuladora e impúdica.
 

Pero a lo largo de 20 meses de administración el panorama no ha cambiado y se torna cada día mas desolador, a la par de las enormes resistencias de grupos y partidos clasistas, ahora hay que sumarle los efectos desoladores de una pandemia que lo desbasta todo, sumado a una pésima administración de la crisis que en un afán centralizador. Se confronta con la población, con los estados y con los municipios, provocando confusión y consecuentemente fuertes estragos a la salud y a las vidas de miles de mexicanos, que confiados en la simpleza del enfoque que se dio a un problema mayúsculo, hizo pensar a todos que esto iba a pasar pronto, que el sistema de salud estaba preparado para atender cualquier requerimiento, que cualquiera que se contagiara del virus, iba a tener atención profesional e inmediata y que para ello se trabajaba para aplanar la curva de contagios, anunciando que ya se había logrado domar la pandemia y domar la curva cuando el número de fallecimientos estaba en pleno crecimiento.
 
Con el dolor y la desgracia es un crimen hacer política y lucrar con la angustia y el dolor ajeno, como lo hizo y lo está haciendo el Doctor Hugo López Gatell, desde el inicio este farsante y mentiroso artífice del cientificismo político, que en un afán de lambisconería casi atribuye a su jefe poderes mágicos y fuerzas morales para no contagiarse desde un inicio, sembró una falsa confianza en los mexicanos y dejó por conveniencia que su séquito nos hiciera creer que somos fuertes y que tenemos mayor resistencia que otras etnias y culturas, sobre todo los pobres que aguantan todo y ellos no se enferman, esa es una enfermedad de gente rica, dándole un enfoque clasista y los pobres, pobrecitos lo creyeron y ahora rebotan llorosos y doloridos a las puertas de los hospitales suplicando atención médica que no les puede brindar un sistema que se encuentra colapsado y es incapaz de admitirlos para atenderlos, dándose el caso de que mueren en las puertas de los nosocomios.
 
El tema de la salud se politizó demasiado, fue un tema para exhibir el mal estado de las instalaciones hospitalarias y centros de salud, se exhibió la falta de médicos, enfermeras, medicinas y desde luego el principal responsable fue un gobierno corrupto que le heredó al actual este desastre, se desmanteló la anterior organización hasta entonces funcional como el Seguro Popular que brindaba atención médica, medicinas y un control individual de la salud de cada uno de los usuarios, los petroleros estaban orgullosos de su sistema de salud con sus hospitales, ambulancias y medicina profesional de todos los niveles al igual que todos los trabajadores y sus familias con el IMSS y la burocracia con el ISSSTE, esa herencia se desmontó o se modificó, pero la herencia ahora está colapsada, todos tenemos miedo de ir a los hospitales por temor a contagios, los tratamientos, curaciones y operaciones están diferidas, para ir a una consulta en un hospital público hay que tener mucha necesidad y espíritu suicida, las medicinas están por las nubes, no hay médicos, la explicación es que todos están concentrados en abatir la pandemia.
 

La solución del problema no es solo del gobierno es una responsabilidad de todos e individualmente de cada uno, cada quien desde sus humildes o lujosas mansiones debe de adoptar su responsabilidad y vivir con la normalidad de los modernos tiempos en que el fantasma silencioso de la muerte llega, aun cuando estemos recluidos, aun cuando se tomen todas las precauciones.
 
Pero aceptemos, el mal está en todos nosotros somos una sociedad desorganizada, valemadrista, confiada y a su lado un estrato mayoritario que sobrevivirá, según la ley de la selección natural, el más fuerte, el más ventajoso, como fuertes clasifiquemos a aquellas personas sanas que no padecen enfermedades crónicas como la hipertensión, gordura, diabetes, VIH, insuficiencia renal, EPOC, tabaquismo y vejez que representan una fuerte carga económica para el Estado ya que éstos saturan los hospitales y, en el caso de los viejos jubilados y pensionados, pagarles su pensión cuyos montos hacen temblar las arcas del Estado, antes decían los jubilados que no iban a los hospitales oficiales porque ahí les daban medicinas para que fallecieran, ahora ya no es necesario el coronavirus se está encargando de arrearlos a todos para el cementerio y cuando termine con ellos el virus cumplirá la misión para la que fue creado.
 
El otro estrato es el de los más ventajosos que son los que poseen poder y dinero, que pueden ser gordos, diabéticos o padecer cualquier enfermedad, ellos sobrevivirán porque tienen con qué comprar la salud con médicos y enfermeras de cabecera, abanicos, salas de lujo con todas las medicinas de higiene, baño propio y lo más sofisticado de la medicina a sus pies y ellos serán los primeros en adquirir los medicamentos para curar y las vacunas que los hagan inmunes, mientras que el despreciado servicio de salud publica tardará tiempo para surtirse, ellos serán los primeros en tenerlas, mientras que los más débiles, los que carecen de poder o recursos, lamentablemente se irán por cientos de miles por delante.
 

En otro rubro en el cual sí aumentó e hizo que la herencia de aquel gobierno inepto y corrupto creciera considerablemente para desgracia y dolor de todos los mexicanos que ahora ven con preocupación cómo se tolera al crimen y a la delincuencia que con toda impunidad roba, asesina y espanta a la sociedad expuesta y desprotegida, a la violencia que ha alcanzado niveles alarmantes sin que parezca preocupar a la federación como principal responsable de la seguridad.
 
El ultimo alarde militar del ejército de solo un grupo de delincuentes es un verdadero reto que pasma a toda la ciudadanía y nos hace pensar que pronto muy pronto se desatará una ola de violencia como consecuencia de la presión que ejercen los Estados Unidos, pues para ellos estos actos los identifican plenamente con el terrorismo que pone en peligro la seguridad de aquel país, a cuyo presidente, Donald Trump, le interesa presentar como un trofeo de guerra. Aquí si creció la herencia y sigue dando al por mayor sus podridos frutos.
 
Otra herencia maldecida, bendita y terriblemente salada es el legendario avión presidencial adquirido por Felipe Calderón en la época de la abundancia y hoy defenestrado símbolo de la corrupción para los miembros del actual gobierno, no sabemos si porque el citado ex presidente lo adquirió para pasear, para presumir o simplemente para gastar por gastar.
 

Felipe no lo usó, pero Peña Nieto lo utilizó en sus giras de trabajo en distintas partes del mundo, para los mexicanos fue un símbolo de poder y un orgullo saber que nuestro representante era recibido con grandes honores como representante de una de las mayores economías del mundo, en cierto modo obnubilaba a los inversionistas el ver a un estadista refinado, seguro de sí mismo, que viajaba en un moderno y lujoso avión que lo era en aquel entonces y ahora cargado de sal y de todo el odio arrojado sobre él, porque con el dinero que se pagó y se sigue pagando se pudieron construir escuelas, hospitales, carreteras o cualquier obra de bienestar.
 
Pero en la actualidad ya constituye una calamidad, nadie lo quiere y si lo llegan a comprar será a un precio muy menor al de su costo. Esta es una mala herencia.
 
En donde si está muy mal manejada la herencia es en materia económica, en la que no hay crecimiento en el producto interno bruto, no hay generación ni aumento de la riqueza nacional, cayó el turismo, cayó el petróleo, cayó el ahorro, ya no es el país potencia económica de respeto, la producción en general está deprimida, el peso esta devaluado y hay un desencanto generalizado, la posibilidad de una recuperación inmediata no está visible, sin embargo debe de escuchar y apoyar a la iniciativa privada para instrumentar un impulso que cuando menos nos permita flotar y evitar hundirnos.
 

Otra lamentable herencia que adopta el régimen del cambio son las prácticas nocivas de los líderes de los partidos políticos que en el pasado se caracterizaban por la manipulación de los votos mediante la captación tramposa de votos como el caso de la senadora priista Vanessa Rubio que para allanarle el camino al partido en el poder, solicita licencia en un momento crítico, abandonando a su partido y rompiendo el bloque opositor, supuestamente para irse a una academia a Londres ¿academia en Londres en tiempos de Pandemia?, de veras que da risa este burdo pretexto, el fondo es una negociación en lo obscurito para fines también obscuros.
 
Lo mismo que la renuncia del Secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, que para los inocentes mexicanos es un pretextaso el hecho de que su renuncia la funde en su descuerdo con que la Marina se haga cargo de los puertos, claro que esa no es la razón, el fondo puede ser el rumor de que un familiar muy cercano es el principal socio del exdirector de Pemex, hoy preso en lujosa clínica, Emilio Lozoya, detenido en el cumplimiento del principio toral del Presidente de combatir la corrupción y resulta que Emilio viene a declarar en contra de los corruptos y estos por desgracia también están en el gabinete, como los multiseñalados Manuel Barttlet, Zoe Robledo y muchos, muchos más cuyos nombres se traslucen diariamente en las redes ensuciando la imagen presidencial, así como las asignaciones de contratos multimillonarios a amigos y correligionarios sin licitación. Pero ni modo la corrupción también es una herencia.
 
Finalmente, parece que el reciente pasado, derrotara muy pronto los sanos y buenos intentos del Presidente que se esmera por enderezar su política en beneficio de los más necesitados, en lo que todos los mexicanos estamos de acuerdo, inclusive apoyarlo con nuestras contribuciones, en donde está el problema es la visible intención por obstaculizarlos en sus planes de inversión lo que motiva una reacción de rechazo, sumado a ello, el denigrante espectáculo que da su partido en sus pleitos internos similares a las luchas internas que dieron sus antecesores, lo que revela que nada ha cambiado y que todos son iguales.
 

Ahora habría que aplaudirle al Presidente por su justa intervención en el nombramiento de los nuevos magistrados del Instituto Nacional Electoral, mediante un procedimiento que pretendió ser boicoteado por las fuerzas más radicales de sus oportunistas aliados, pero si El Presidente hubiese querido mayoritear e imponer a sus favoritos, claro que lo pudo haber hecho pero el costo político hubiera sido mayúsculo, ahora si tenemos que creer que es y será garante de la democracia y que este paso que acaba de dar da tranquilidad a todas las fuerzas ya la sociedad de que su afán libertario expresado en las urnas será respetado y garantizado en todo momento.- Por el bien de la causa.