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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
Teleclases: un proyecto veracruzano
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
7 de agosto de 2020
alcalorpolitico.com
Recién escuchamos a los políticos de la Secretaría de Educación Pública, rodeando al presidente y flanqueados por los dueños y concesionarios de la televisión mercantil del país, anunciar con toda la tranquilidad del mundo la solución que han ideado para enfrentar el desbarajuste en que está sumido el sistema educativo nacional, particularmente, la educación básica.
 
El anuncio fue sorprendente: el gobierno tendrá a su disposición seis canales televisivos para transmitir cientos, miles de horas de teleclases para, así dijeron, llegar a todos los rincones del país y que todos los niños y adolescentes puedan iniciar con sonado éxito el año lectivo 2020-2021. Los magnates de la televisión mercantil no harán su aporte gratuitamente, pues el gobierno (o sea, nosotros) les pagará a un «Precio social», como ahora se denomina al subsidio que el gobierno federal aporta a los concesionarios particulares para que faciliten sus instalaciones en este «histórico» proyecto. Y todo, gracias a la pandemia. Bienvenida, pues...
 
Pero, y con agradable sorpresa, la periodista Elsbeth Lenz Gutiérrez, en el portal La Política en Rosa, nos recuerda algo de lo que todos los veracruzanos y los habitantes de otros estados, como Chiapas, Hidalgo, Tabasco, Tamaulipas, Querétaro y Oaxaca, aparte de algunos países centroamericanos (si no estoy equivocado) deben estar orgullosos: hace 40 años (sí, ¡40 años!), el maestro Tomás Rodríguez Pazos, con el apoyo de los también docentes Alberto Ruiz Quiroz y Vicente Suárez Ortiz, iniciaron un proyecto que ha rendido muchísimos frutos, buenos frutos, particularmente en la educación media superior. Me refiero al Telebachillerato, creado oficialmente el 22 de septiembre de 1980.
 

Por su bonhomía, el maestro Tomás Rodríguez nos invitó a conocer y participar, aunque fuera en poca monta, de ese innovador proyecto. Presenciamos la filmación de las clases en un «set» improvisado, allá en el Cerro de la Galaxia, en las instalaciones del Canal 4+, creado por el gobierno del estado de Veracruz. Pero eso de dar clases a alumnos invisibles, elaborar un guion con cosas como Toma 1, Toma 2, long shot, full shot, close up, plano en picado, etc., y regresar manejando en la madrugada, eso era tentar al destino. Eran tiempos en que gobernaba el licenciado Rafael Hernández Ochoa y los recursos eran muy parcos para apoyar la idea. En la Dirección General de Enseñanza Media se nombró subdirector al maestro Roa Piña y, con ese respaldo, el maestro Tomás pudo proseguir lo que era una osadía.
 
Fue toda una odisea encontrar maestros dispuestos y aunque sea ligeramente capacitados para impartir clases a una cámara, manejada por un técnico que de filmar clases no era muy ducho que digamos; elaborar los materiales, los guiones, los apoyos didácticos, los recursos audiovisuales; gestionar lo poco que el gobierno estaba dispuesto a invertir, y negociar con el director del canal para ajustar tiempos, horarios, técnicos, equipo, espacios, etc. Al mismo tiempo, recorrer el estado promoviendo la creación de los centros, sin dinero, sin recursos, sin más fortaleza que el ideal grabado a sangre y fuego en el corazón y en la mente de estos maestros pioneros.
 
Se necesitaba crear centros, pero para ello se requería motivar a alcaldes, convencer a comisarios (y caciques) ejidales, organizar patronatos, comités, etc., que apoyaran facilitando y adaptando espacios y aportando los televisores para los alumnos y, por último, convencer a muchachos para que confiaran en algo que podía considerarse una aventura. Al mismo tiempo, los tres maestros grababan clases para cubrir el amplio espectro de las asignaturas curriculares.
 

Fue entonces, también, cuando el maestro Tomás ideó invitar a maestros en activo (y en eso fue en lo poco que pudimos intervenir entonces) para que elaboraran libros de texto específicos para bachillerato, y que esos módulos fueran editados por la Editorial Trillas y vendidos a un costo muy módico. Algunos de ellos andan en circulación y forman parte del acervo bibliográfico del bachillerato.
 
El primer año, no fueron más de 40 los centros creados en todo el estado, asistidos por una cuarentena de maestros. Ahora son cientos de maestros quienes atienden y sostienen, con auténtico sentido profesional y humanista, más de mil centros en casi todos los municipios, y a casi cien mil alumnos que confían en ese subsistema que ha rendido tantos frutos, sin haber tenido que empeñar ni la honestidad ni otros principios en aras de la fama o de un proyecto espuriamente político.
 
La idea original se ha mantenido gracias a ese espíritu de cuerpo que anima el subsistema, centrado en los principios de justicia, equidad, servicio y compromiso con los sectores menos favorecidos por el sistema. No hubo necesidad de transigir y de negociar lo esencial, que es la calidad del servicio, con intereses mercantilistas ni tendenciosamente partidistas. Y es de esperar que, siendo el Secretario de Educación del estado un maestro con experiencia en la tele-educación, proporcione el apoyo que le urge y merece.
 

Muchas veces el estado de Veracruz ha sido pionero en el ámbito educativo nacional. La historia cuenta esos hechos, pero la creación del Telebachillerato, innovador sistema a escala nacional, debe ser añadida con énfasis y reconocer al maestro Tomás Rodríguez Pazos haber luchado y logrado que miles de alumnos hayan podido y puedan tener la oportunidad de superarse personalmente y ser personas útiles a sus comunidades.
 
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