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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
La ignorancia es letal...
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
20 de agosto de 2020
alcalorpolitico.com
Con la investidura de Joe Biden y Kamala («Flor de loto») Harris como candidatos demócratas a la presidencia y vicepresidencia de los Estados Unidos se abren las puertas a un esperado e inevitable cambio de rumbo, no solo para los propios Estados Unidos sino para todos los países que de una u otra manera dependen de las decisiones que se toman desde la Casa Blanca, es decir, para todo el mundo. Y ahí, en ese gran barco, aunque pegado en la cola, va nuestro país.
 
Desde que el señor Trump llegó a la presidencia, muchas cosas se han dañado. Solo para mencionar algo de lo más grave, en lo que va de su mandato este señor ha mentido unas veinte mil veces, tanto a sus conciudadanos como al mundo entero. Y lo ha hecho con tal desenvoltura, desvergüenza y eficacia que lo han seguido en su perversa costumbre otros dirigentes políticos. Sus mentiras o «falsas noticias» han contaminado todos los aspectos de la vida política, desde lo concerniente a este maldito virus hasta las relaciones con México (con el pueblo mexicano).
 
En esa perversa costumbre de distorsionar la realidad ya no se sabe si lo que dice es una amenaza o el producto de sus afiebrados ensueños de grandeza, alimentados por su obsesión de descalificar enemigos y adversarios políticos, insultar a quienes no piensan como él y agredir a diestra y siniestra, sin ton ni son, solo para sembrar la discordia y cosechar los podridos frutos de su inquina.
 

Joe Biden ha sido cauto y no es un político que tenga hambre de venganza para ganarse simpatías. Y su compañera de fórmula es una persona con las faldas bien puestas y las ideas claras respecto a temas muy sensibles como la discriminación, la descalificación, la humillación, y el valor de la legalidad, la verdad, la honestidad y la democracia limpia, no manipuladora. Como muy acertadamente señala Pablo Hiriart, perspicaz columnista y severo crítico del periódico El Financiero: «La elección de Kamala Harris como candidata a vicepresidenta fue un picotazo en la cresta de Trump: mujer, negra, de familia migrante, afroasiática, con estudios superiores, defensora de la legalidad, del medio ambiente, una guerrera que ha ganado batallas notables al manipuleo electoral» (https://www.elfinanciero.com.mx/17/08/20).
 
Este binomio demócrata, por lo que se ve, ha dado en el clavo de lo que ese poderoso país, y el mundo entero con México de ribete, está necesitando: líderes limpios, honestos, veraces, incluyentes, auténticamente demócratas, respetuosos de los universitarios, pensadores, científicos e investigadores, de los artistas y de los periodistas, de los niños y las mujeres, de los pensionados y los enfermos, de los emigrantes y de las minorías étnicas; no charlatanes, no mentirosos, no manipuladores, no vengativos, no dominados por sus impulsos primarios, no populacheros, no prepotentes, no todo eso de lo que ya están hartos los ciudadanos.
 
Es precisamente a los integrantes o representantes de todos esos sectores a los que Trump ha agredido a quienes la pareja Biden-Kamala tiene a su favor para restaurar todo lo dañado: los intelectuales, los periodistas, los científicos, los investigadores, los académicos, los empresarios decentes, los ambientalistas, los latinos, los negros, los agremiados en los sindicatos, los políticos sensatos y no tendenciosos (que también los hay), las mujeres, los ciudadanos que viven de su trabajo honesto y los que, por errores y ambición de los dueños del dinero, ganan salarios de hambre o ni siquiera eso y tienen que luchar a brazo partido por su supervivencia; los que no quieren vivir de regalado y recibiendo sobornos disfrazados de apoyos populares, los que quieren una buena educación para sus hijos y que desean vivir en paz y tranquilidad, en un régimen de leyes y derechos.
 

Estos son los que esperan que aquel señor que ha jugado a los dados, y que ha arrastrado a otros a un estado de incertidumbre, odio y violencia, deje el lugar a quienes quieren un mundo limpio, en donde se respete la dignidad de todos, en donde se defienda y se hable con la verdad y se ejerza el poder que los propios ciudadanos le han confiado (prestado) para beneficio precisamente de esos mismos ciudadanos, que para eso es la democracia y no para encumbrarse sobre las espaldas de sus mismos electores.
Eso es lo que se espera, pero no hay que olvidar, como lo señala Pablo Hiriart citando un artículo de Thimothy Egan en The New York Times: este hombre no está derrotado: «Algunos han excusado la incompetencia de este presidente, su charlatanería, sus bufonadas, sus constantes insultos a las mujeres, a las minorías, a la prensa libre, la exhibición diaria de su narcisismo. Pero ahora sabemos, y nunca debemos olvidarlo, que su ignorancia es letal».
 
Esperamos que los norteamericanos ahora sí sean sensatos en la elección de su presidente.
 
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