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Columnas y artículos de opinión
Certeza o incredulidad de las palabras presidenciales
Luciano Blanco González
4 de septiembre de 2020
alcalorpolitico.com
Septiembre está marcando los signos del futuro político de México, el mando supremo del país, en su mensaje a la nación, subrayó de manera muy clara la intención de llegar a fondo con su programa de transformación, y para ello se planteó un plazo muy corto y de difícil cumplimiento al subrayar su “compromiso de terminar de sentar las bases del México del porvenir para el primero de diciembre, cuando se cumplan dos años de gobierno”.
 
Qué raro y preocupante encargo es el que asume el Ejecutivo, porque a 21 larguísimos y sufridos meses no se siente todavía ningún signo firme que legitime el cambio histórico que él prometió a lo largo de 18 años de campaña.
 
No habrá sentimiento de cambio ni indicios de transformación si no logra purificar la administración pública totalmente, imponiendo y practicando una conducta de moralidad y de honradez de todos los altos funcionarios que le quedan.
 

Es cierto que aplaudimos con altisonancia el gran esfuerzo que hace para perseguir a los corruptos de adentro y de afuera, a los que están y los que se fueron, a los del sector público y a los del sector privado, conminándolos a que regresen lo que se robaron o que paguen los impuestos que fraudulentamente evadieron y denunciando todos los saqueos que ha descubierto al más alto nivel.
 
Pero ya el cuerpo del novel y robusto Estado que estrenamos en el 18, comienza a transpirar malos olores con la presencia de colaboradores embarrados en las peores porquerías del pasado que ahí continúan inamovibles, con todo el apoyo oficial, como pago a viejos y obscuros favores, se habla también de contratos millonarios sin licitación otorgados a una camarilla de contratistas y proveedores favoritos, así como también se comienzan a ventilar dudosas aportaciones para campañas electorales, que antes eran calificados como moches y en el sacro santo lenguaje oficial ahora reciben el nombre de aportaciones de los pobres.
 
No hay castigo para quienes hacen negocios a la sombra del Presidente, como los sonados casos de los súper delegados que trafican con su poder e influencia, ganados con el gran mérito de que ellos estuvieron con el señor mucho antes de su elección y ahora cobran muy caro su atino, abusando del poder y haciendo mal uso de los programas sociales, entre otros Aguascalientes, Chihuahua, Chiapas, Colima, Guanajuato, Puebla, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora y Jalisco, sobre cuyas conductas el Presidente ha dicho que en la 'Cuarta Transformación' no va a haber posibilidad de hacer un uso autoritario del poder o aun peor, de casos de corrupción" .
 

Pero también crece en la sociedad una nube de incrédulos que dudan y comienzan a dudar de la certeza de las medidas anticorrupción que anuncia el Presidente y que manifiestamente ya no le creen adivinando en ellas propósitos políticos inocultables, colocando a sus adversarios en alerta máxima para contener las furias que despiertan sus candorosas acusaciones.
 
Pocos creen que los expresidentes de la República, puedan ser llevados a juicio impulsando a los tribunales y fiscales mediante una consulta populista cara, (cara como una elección) sin necesidad y sin sentido, porque la aplicación de la ley no se consulta, simplemente si hay pruebas deben de ofrecerse a la fiscalía para que esta actué, pero resulta que la denuncia de hechos que presenta el reo delator Emilio Lozoya es simplemente una narrativa novelesca que ya todos conocíamos porque era la sopa caliente de todas las mañaneras y quien se la elaboró simplemente recogió pedazos sueltos, los pegó y le dio lógica estridente para escandalizar a la opinión pública y hacer creer que esa es una verdad. Probarlo va a ser muy difícil, los ladrones de cuello blanco son muy hábiles y no dejan huellas, tienen mucha capacidad para borrarlas, cual gatos, que con habilidad tapan sus indecencias para que no apesten.
 
Por eso, de no ser un acto simulado, por eso no fueron al informe del Presidente, el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, ni el Ministro Presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar, para no respaldar públicamente la mascarada de la consulta populista que exhibiría la magnitud del indigno servilismo, si hay razón y si hay pruebas ellos van a actuar, quizás ese sea el fondo del mensaje para “terminar de sentar las bases del México del porvenir” sin necesidad de consultas cuyo fondo ofende y denigra al derecho y a las instituciones de justicia.
 

El objetivo no es Peña Nieto que está suficientemente blindado por los pactos políticos. El objetivo por razones obvias son Felipe Calderón, Vicente Fox y Carlos Salinas, El primero porque además de haberle ganado la presidencia a AMLO, se eleva a los ojos de la nación como la voz más fuerte de los opositores y a quien se ve como el arquitecto de un futuro bloque opositor que le dispute seriamente el poder en toda la república, Vicente Fox, porque ya se le ve marchando en las calles incitando a la ciudadanía a la rebeldía electoral y a Carlos Salinas porque es a él a quien identifica el presidente como “el jefe de la mafia del poder”, el impío dueño de todos los hilos que silencioso mueve todos los hilos desde la obscuridad y a los 3, porque conjurados conspiran para conquistar el poder.
 
Peña, por el contrario, es el más eficiente colaborador de la transformación él es quien maquina y ordena al interior del PRI, porque finalmente todo lo que queda -que es mucho- él lo manipula y lo dirige, ahí está el nombramiento del suave y sumiso exgobernador de Campeche, Alejandro Moreno, quien antes de ser nombrado Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, se declaró lopezobradorista, o la renuncia de la Senadora Vanessa Rubio, excoordinadora de la campaña de José Antonio Meade, parte del primer círculo del pasado gobierno que para romper el bloque opositor de Morena en el Senado y entregarle la mayoría absoluta, sin ningún rubor pidió licencia y en su lugar la sustituyó doña Nancy Guadalupe Sánchez, colaboradora cercana del Gobernador de Baja California Norte, Jaime Bonilla y desde luego incondicional de Morena, o ahora en la reciente elección del líder de la Cámara de Diputados en que, mediante una sucia jugada, los petistas maniobraron para arrebatársela al PRI, a sabiendas de que contaban inicialmente con el apoyo de los morenistas, quienes titubearon para conducirse en términos de ley, finalmente AMLO apoyó al PRI y con ello fortaleció la colaboración con un poderoso aliado con más futuro que el PT, un partido que tiene vida artificial y es vida que le dio el Presidente en la pasada elección, pero su valor quedó en el pasado y, en contra de todo pronóstico, el PRI sobrevivirá y cada día levanta más la cabeza, con sus 10 gobernadores, senadores, diputados federales, locales, ayuntamientos y una estructura vertical que sólo se moverá en términos estatutarios y autoritarios hacia donde diga “Amlito”.
 
López Obrador, no es lo mismo que Morena y sus aliados, él es diferente, él es quien posee la verdadera fuerza moral y el apoyo popular que lo quiere y lo defiende, entre los demás hay verdaderos advenedizos provenientes de otros partidos, por eso no se le puede comparar con la grosera e irreverente figura de Fernández Noroña o con la desvariante molero (por lo del guajolote) de Miguel Barbosa o con los arreos matreros de la Polevnsky, no, él es rehén de su pasado al cual combate con sus razones actuales, tal como su obstinación por influir en el electorado de Hidalgo y Coahuila a sabiendas de que está violando una disposición constitucional que prohíbe propaganda oficial en los lugares en que se celebren elecciones, bien se vería que él mismo pidiera que se bloqueara la señal en estos estados.
 

Por estas contradicciones e incongruencias el verbo va perdiendo fuerza, AMLO como Presidente ya no crea el entusiasmo que generaba en los primeros tiempos de gobierno en que hacia vibrar el corazón de la gente con la esperanza de progreso y bienestar, ahora sus discursos comienzan a sonar vacios, monótonos, insubstanciales y sensiblemente inductivos a la manipulación de los graves problemas que no tienen un espacio en sus discursos, de tal manera que la grave realidad sigue guardando la trágica esencia de la crisis en que vive el país.
 
La historia dirá a las futuras generaciones si éste es o fue un buen gobierno, seguimos en la situación de que el breve espacio del mandato ejercido tenga ya suficientes elementos para externar un juicio válido, máxime que las opiniones están sumamente encontradas entre quienes juzgan que vamos muy mal y entre quienes afirman que vamos muy bien, de ambos podemos sacar la conclusión de que podremos tener un mal gobierno, pero tenemos un buen hombre al frente de él, que se esmera por mejorar de manera equilibrada el desarrollo y el bienestar, lo que fructificará en buenos resultados para la patria.- Por el bien de la causa.