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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
Conquista, colonia y otras truculencias
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
24 de septiembre de 2020
alcalorpolitico.com
Leo un escrito de alguien que se dice historiador en el que hace referencia a asuntos relacionados con la conquista de México. El nombre no importa pero sí lo que dice.
 
1) Escribe que carecemos de documentos ciertos y creíbles sobre ese hecho porque «toda la historiografía de los siglos XVII al XX está montada en la lógica colonial de los “Cronistas de indias” (entre los que destacan los ‘conquistadores’ Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo) y la historia “salvífica” y “teológica” de los padres franciscanos de los siglos XVI y XVII», por lo que «la mal llamada Visión de los vencidos es en realidad la visión de esos padres franciscanos, y Miguel León-Portilla... se equivocó al atribuirle a esas fuentes la voz de mexicas derrotados».
 
Los textos que forman el libro de León Portilla provienen de ideogramas y relatos en español y náhuatl que se conservan en el Códice Florentino, en el Manuscrito de Madrid y otros trece documentos utilizados por él. Pero la principal fuente es la Historia General de las cosas de la Nueva España, de Fray Bernardino de Sahagún. No siendo yo especialista en la hermenéutica de ese libro, tomo por bien fundamentados los estudios sobre el origen y la razón de esos textos, pues, como dice el propio libro del fraile, está «fundada en la documentación en lengua mexicana recogida por los mismos naturales».
 

Me parece bien cimentado el extraordinario y pionero método que utilizó este fraile para recabar lo ahí contando. Sahagún reunió a «diez o doce principales ancianos», que le narraron sus historias «por pinturas», mismas que fueron simultáneamente redactadas en náhuatl por cuatro «gramáticos» (jóvenes trilingües), que las escribieron al pie de los códices. Estos relatos fueron después, en Tlatelolco, revisados por «ocho o diez principales» y cuatro o cinco colegiales, que «enmendaron, declararon y añadieron» los primeros documentos. De ahí partió Sahagún. Esto hace pensar que la mano del propio fraile, si bien tuvo que ver en la redacción castellana (pues «tradujo, suprimió, abrevió y enmendó» la náhuatl, según lo confiesa él mismo), esa injerencia no llega a «ensuciar» lo contado al grado de sentenciarlo como falso o totalmente ideologizado. Tergiversación que con bastante frecuencia hacen algunos «historiadores» adoradores del ídolo.
 
El estilo, la forma reiterativa de expresión (el famoso difrasismo), incluso la ideología contenida en esos relatos hacen dudar de que el fraile se pusiera bonitamente a inventarlos de cabo a rabo. Eso pienso, yo que no soy historiador... Que esas historias (tanto las relatadas por los conquistadores, como las de los indígenas) deben ser leídas con lupa, es del todo correcto y conveniente. Y leerlas con lupa es hacerlo tratando de evitar (en lo humanamente posible) dejarse llevar por «los cristales con que se mira», que pueden deformar el mensaje ahí contenido. Y todas las ideologías, todas, inducen a interpretar las cosas a su modo y conveniencia...
 
2) El texto añade que «el maestro Enrique Semo (La conquista: catástrofe de los pueblos originarios) tiene el enorme acierto de situar lo que él sigue llamando “conquista” en su contexto mundial, para entenderlo como parte central de la primera expansión del capitalismo y, con ello, el carácter indudablemente colonial de la dominación española».
 

El «enorme acierto» es algo ya sabido y archisabido. Que colonia y capitalismo fueron (y van) de la mano no creo que haya muchos que lo ignoren o nieguen. La conquista, la colonización y la implantación del sistema feudal (aquí reacuñado en las haciendas) son gemelos siameses del capitalismo. ¿Quién lo puede negar? Incluso, que este modelo era aplaudido y alimentado por la iglesia tampoco se puede negar, pues no de otra manera se pueden explicar los anatemas de algunos frailes o la bendición apostólica y romana a las masivas importaciones de esclavos negros para suplir la deteriorada mano de obra de los indígenas.
 
La Edad Media pasó del feudalismo al capitalismo por varias razones, pero entiendo que la principal fue que el modelo feudal (con su carga de monarcas y demás rémoras) se agotó al irse radicalizando hasta el grado de expulsar de su cobijo a aquellos mercaderes, primero trashumantes y luego sedentarios que, minusvalorados por el régimen feudal y, gracias a ello, exentos de las cargas fiscales, militares y de servicio incondicional a los monarcas y señores feudales, pudo crecer hasta suplantar el modelo que había prevalecido en las urbes medievales.
 
3) Dicho lo anterior, coincido en su mensaje sobreentendido: que la historia oficial de la conquista y colonización (y todo lo que les sigue) de México está contada sesgadamente, cumpliendo intereses de quienes han dominado al país y han impuesto una visión adecuada a sus conveniencias e intereses...
 

Acabo de escuchar contar a Leonardo Padura, el escritor cubano (Herejes, etc.), que recientemente, al abrirse ciertos archivos de la Unión Soviética, se descubrió que había un escaso 25% de verdad o de «histórico» en lo que de ella se contaba, por lo que los historiadores habían contado un 75% de mentiras o inventos para rellenar el huecote...
 
Yo me pregunto si en la historia de México existen archivos secretos de aquellas épocas que nos descubran otra verdad, otra historia, o nos tenemos que atener a lo que españoles, frailes y códigos narran y a partir de ello develar, en lo posible, la verdad de lo sucedido, huyendo de lo que nos cuentan estos nuevos «historiadores». Ahí queda la interrogante.
 
4) Un ejemplo de que la historia es contada, muchas veces, de forma chueca es el de la fundación de algunas ciudades o pueblos, aduciendo razones o circunstancias muy alejadas de la realidad. Tal es, por citar algo, el caso de la fundación del pueblo de Yanga o de la ciudad de Córdoba. Pero estas son otras historias...
 

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