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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
¿Derrocar al enemigo común?
Miguel Molina
22 de octubre de 2020
alcalorpolitico.com
Hace un siglo, cuando la Revolución todavía no se bajaba del caballo, el gobierno de México amplió los poderes que le había dado la Constitución de 1857, y acotó de manera significativa el poder y la influencia de las organizaciones religiosas en la vida del país. Y hubo guerra. Entre 1926 y 1929 murieron más de doscientos mil mexicanos a causa de la intransigencia. Vale la pena leer el ensayo de Jean Meyer que documenta cómo se tomó la decisión de suspender el culto público en México.
 
La Constitución es clara desde hace ciento sesenta y pico de años: nuestro país es un Estado laico, punto. Las leyes también son claras: las asociaciones religiosas –y quienes las representan– tienen que respetar las instituciones (artículo 8 de la ley de asociaciones religiosas), propiciar y asegurar el respeto de los derechos humanos (artículo 8, IV), y no pueden oponerse a las leyes nacionales (artículo 29).
 
Pero hay religiosos que no entienden, o no entienden que no entienden, o no quieren entender, como es el caso de Hipólito Reyes Larios, arzobispo de Xalapa, quien piensa que pueblo y gobierno están llamados a obedecer a Dios (obviamente al Dios del arzobispo) y que la iglesia tiene voz en la cosa pública.
 

Lo más inquietante es que monseñor advirtió que "cuando existe un enemigo común para diversos sectores de la sociedad, todos se unen y logran derrocarlo o sustituirlo". Esas son palabras inquietantes en el momento político del país, donde han surgido, o resurgido, grupos conservadores que ven el fantasma del socialismo en todas partes. Lo último que necesita México es un lenguaje incendiario como el de Reyes Larios.
 
Las declaraciones del prelado contribuyen a inflamar los ánimos, y no hay autoridad que intervenga para hacerle entender que el púlpito no es el lugar para convocar al derrocamiento del "enemigo común". Si lo dejan, monseñor seguirá su retórica hasta que algo serio pase. Y entonces será tarde. Mientras tanto, los juaristas en el gobierno y en otras partes guardan un silencio indigno.
 
(Otra joya política de monseñor Larios es su queja sobre los impuestos, peligrosamente cerca de convertirse en un llamado al boicot fiscal:
 

"Seguimos pagando el predial aunque tengamos la nacionalidad mexicana (sic), seguimos pagando el impuesto sobre la renta (falso, como se puede ver en el sitio del Servicio de Administración Tributaria), y vamos pagando un montonal de impuestos, se hacen carreteras con los impuestos de nosotros y luego nos cobran la cuota". Nada más faltó que convocara a su grey a no pagar más impuestos...). Válgame.
 
Coahuila, Hidalgo
Lo que pasó en Coahuila y en Hidalgo no debería sorprender a nadie. Después de todo, los gobiernos de esos estados han estado en manos del PRI desde hace noventa años, minutos más o minutos menos. Morena no pudo ganar, pero no perdió porque solamente se pierde lo que se tiene. Tal vez habría que reflexionar por qué volvió a ganar el PRI, y preguntarse dónde quedaron el PAN y el PRD.
 
Desde el balcón

 
Dicen que el otoño va a entrar tarde. Todavía hay muchas hojas verdes en los árboles, y las que caen no son completamente amarillas. Amanece entre colores vivísimos y la esperanza de que algo puede cambiar para bien. Los colores se disipan con la luz del sol o se esconden en el gris de las nubes. La esperanza no dura. En las calles hay gente con cubrebocas y sopla otra vez el aire de encierro que duró hasta no hace tanto tiempo.
 
En el balcón, a salvo del ruido y las miradas, uno se entera de que la ciclovía que piensa hacer el ayuntamiento de Xalapa enfrenta el rechazo de algunos vecinos y comerciantes de la avenida Ruiz Cortines, encabezados por Armando Rivero Fortuna, desde hace varios años presidente de la asociación civil Barra Veracruzana de Abogados, Colegios de Abogados y Profesionistas, que no tiene que ver con ninguna Barra de Abogados ni con el Colegio de Abogados de Veracruz.
 
El licenciado declaró que "los grupos de ciclistas no representan ni el uno por ciento de lo que es (sic) el flujo vehicular" de Xalapa. "Todos tenemos derecho a que podamos (sic) circular libremente y que nos podamos aparcar". Y soltó la joya de la corona: "Somos como mil los inconformes".

 
Sopla una brisa suave. Uno mira las montañas que se pueden ver desde aquí. Y piensa que hay gente que no sabe lo que dice.