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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
Qué "tanto" es "tantito"
Alfredo Ríos Hernández
5 de enero de 2021
alcalorpolitico.com
*Quebrantos en La Riviera
*Impropio sistema de cobros
*Escenario sin antecedente
 
De acuerdo a las narraciones de especialistas en el renglón sobre personas desaparecidas, el escenario que se registra en el entorno familiar de quien es secuestrada o secuestrado, es de un impacto inenarrable, “son de esas angustias e incertidumbres que matan” me comentó un especialista en la materia, al igual que un médico general me refería que la angustiante crisis que impacta al seno familiar originada por una “desaparición forzada” de uno de sus integrantes, constituye desde la perspectiva de la ciencia médica, uno de los escenarios más demoledores que dañan con frecuencia y de manera permanente, la confianza en el entorno social de quienes son víctimas, tanto directas como indirectas de tales demoniacas prácticas delictivas.
 

Quien es secuestrado siempre vivirá con la angustia de que alguien en sus entonos familiares o amistosos pudiera ser víctima de lo mismo, pero lo peor en tales escenarios es para la familia e incluso las amistades, cuando la desaparición forzada se queda estática, en el marco de simples sospechas policiacas o supuestos, pero sin la reaparición de la víctima y sin apuntes certeros que indiquen rutas para el reencuentro, escenario doloroso y desgastante que convierte a familiares y amigos de “la víctima” en receptores de versiones sobre cementerios clandestinos o arenales cerca del mar, de los cuales, en los menos efectivamente desentierran restos humanos, pero en otros, nada encuentran.
 
Todo ello está forjando una historia de “éxitos” y de “fracasos” en el ánimo de los peregrinos buscadores de panteones clandestinos, quienes de siempre han sido contemplados de reojos por parte de los regordetes y sonrientes funcionarios públicos, los que juraron cumplir con la Ley y frenar la cadena de las desapariciones forzadas, escenarios que permanecen distantes de lo que la colectividad reclama día tras día, no sólo para encontrar los restos de mexicanas y mexicanos que han desaparecido, tanto en las sombras de la obscuridad como a plena luz del día... ¿Y dónde estaban las autoridades para protegerlos?... Pues todo indica que se encontraban exactamente en el mismo lugar de siempre, sin poderle agregar “que con la misma gente”.
 
O sea que “con autoridades de las de andenantes y con las de después” sucede lo mismo, como si fueran de la misma gente, porque secuestros, levantones y desapariciones persisten, como lo es en el tema de asaltos y robos a comercios y viviendas, escenarios que hoy se pretenden (igual que ayer) tratar de reflejar con cifras más o cifras menos, pero que vamos bien en materia de seguridad, versión oficial que se contradice ante pueblos acuartelados en sus respectivos domicilios, porque por un lado se teme al bandolerismo y por el otro a las agresiones pandémicas... Tales versiones sobre escenarios en referencia ya “cumplieron años” en el país, en el caso pandémico del coronavirus cruzamos el “cabo de año” y en el de la delincuencia desestabilizadora como la actual atravesamos como el décimo año de su aniversario, en transcurso de la cual, ni el Presidente Calderón, ni el Presidente Peña y (hasta el momento) el Presidente López, refirieron avances significativos, ejemplo de ello son las últimas cifras sobre crímenes y delitos en lo general, en las cuales se intenta “con números” dejar constancia de que avanzamos, como si mil crímenes no fueran tan terribles como mil quinientos.
 

La seguridad existe o simplemente no existe, por ello se creó el concepto universalmente aceptado que califica “la sensación de seguridad” del ciudadano y, es tan revelador ese enfoque de evaluación, que con frecuencia el pueblo entero sonríe “casi divertido” cuando escuchamos referir a un funcionario que en esta etapa ya “fueron asesinaron 300 mexicanos menos que los 1800 del año pasado”, o sea “vamos bien porque ya sólo mataron a 1500” comparativos que frecuentemente son utilizados por nuestras autoridades muy a la mexicana, como si la respuesta del entonces presidente Porfirio Díaz a su entonces Ejército Mexicano, de “mátelos en caliente” constituyera parte de nuestro folklor, como si ya constituyera una forma de vida de esas que en la cinematografía de ciencia ficción, refiere como ejemplo a seguir el que los ciudadanos viven en un “mundo feliz” que no es sino el producto del caos originado por la incompetencia y ambición de quienes gobiernan.
 
Aplaudir que hoy tenemos 500 asesinatos menos, o desapariciones, o asaltos menos que en el pasado, pero que seguimos inmersos en secuestros y delitos en lo general, incluyendo asesinatos y desapariciones, es como si públicamente se le aplicara una bofetada a quienes velan a sus muertos y oran por los secuestrados y desaparecidos, sufriendo en su interior lo que probablemente nunca ha experimentado el victorioso funcionario.
 
Siempre he reflexionado en el sentido de aquella vieja expresión pero que hoy aplico al tema: En materia de asesinatos, secuestros, asaltos, extorsiones, para Usted apreciado lector: ¿“Qué tanto es tantito”?... Trato de imaginarme su respuesta.
 

Lo que se lee
 
La Navidad y fin de año pasado, prácticamente constituyeron espacios apocalípticos para la actividad empresarial de “La Riviera Veracruzana” conformada por las costas Veracruz, Boca del Río y Alvarado, región considerada como el foco turístico de las costas veracruzanas, en el que cierre de hoteles y empresas prestadoras de servicios continúa su demoledora marcha, misma que es acreditada a las medidas adoptadas por las autoridades tanto municipales, como estatales y federales, para restringir las posibilidades de mayores riesgos de contagio, todo ello derivado de la pandemia.
 
La realidad es que en el tema las autoridades de hecho se encuentran contra la pared, primordialmente cuando está con los hechos claramente demostrado, que en cada reactivación de la vida comercial y turística, los brotes de contagios se disparan y ello, efectivamente coloca a las autoridades bajo presión, en tanto que los impactos se registran en los centros hospitalarios y, lo peor, es que dichos desarrollos malsanos están cerca de superar la capacidad de atención médica que registra el país...
 

Por el contrario, cuando se toman las medidas encuadradas en “la nueva normalidad” (que yo insisto debería de ser “normatividad”) los contagios inician su descenso y, ante tales constancias lo preferible es resistir en todo lo posible y que, paralelamente a ello, las autoridades encuentren la forma de apoyar de mejor manera al sector empresarial, para rescatar los negocios que han cerrado, al tiempo de evitar que el quebrando siga creciendo y con ello el abominable desempleo.
 
Lo que se ve
 
Debería el Gobierno del Estado de Veracruz, ampliar a medio año y establecer sistemas rápidos y acordes a la “nueva normalidad”, para el cobro de atrasos en lo referente verificaciones e incluso pago de tenencias, debido a que si en alguna oficina pública se congregan multitudes para efectuar dichos pagos, de siempre ha sido en lo referente al Agua, la energía eléctrica, el pago del predial y ya no se hable de placas y verificaciones, porque probablemente tales renglones tienen el record en número personas incluso sobre banquetas y calles, todas esperando hora tras hora para ser atendidas y, ello en tiempos normales, por lo que ya nos podremos imaginar lo que acontecerá en los centros hospitalarios, derivado de la urgencia de cobrar bajo rigurosos horarios y en el marco de multitudes... Ya veremos los resultados si no se asumen medidas apropiadas.
 

Lo que se oye
 
De siempre, una de las etapas económicas más complejas para México ha sido la identificada como “La cuesta de enero”, espacio del inicio del año con muchos mexicanos sin un quinto en la bolsa, pero que éste inicio de la década de los 20 será singularmente registrado por los especialistas en economía, dado que transitamos por una crisis no registrada nunca antes por las actuales generaciones a lo que se agrega que tanto desde el punto vista económico como en el renglón de salud pública, seguimos prácticamente en las mismas, incrementando el lista luctuoso, pero con la esperanza de superar, por lo menos el riesgo mayor, que es el de la pandemia.