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Columnas y artículos de opinión
A salto de mata
Haz lo que te digo...
Gino Raúl De Gasperín Gasperín
7 de enero de 2021
alcalorpolitico.com
El gobierno federal ha emitido una Guía ética para la transformación de México. Con ella, dice en el prólogo, se pretende «impulsar una revolución de las conciencias» ante el deterioro de los valores tradicionales que, según los autores del documento avalado por el gobierno, es atribuible a «El régimen neoliberal y oligárquico que imperó en el país entre los años ochenta del siglo pasado y las dos primeras décadas del siglo XXI». En ese documento de 27 páginas y 20 capítulos, «Se presenta una síntesis de principios, valores y preceptos que, sin ser exhaustiva, ofrece los principios y valores generalmente considerados como positivos para la construcción de una vida y una sociedad mejores», etc., etc.
 
Es difícil y comprometedor dar lecciones de moralidad a una persona, y mucho más hacerlo a todo un pueblo de más de cien millones de habitantes. Ignoramos si con la difusión masiva (como lo fue la Cartilla Moral de Alfonso Reyes) se logre que esta sociedad pluricultural, clasista, con un severo déficit educativo y de lectores y ahora cada día más profundamente dividida por razones de ideologías políticas, pueda convertir la utopía en una realidad medianamente aceptable.
 
 Los seis autores arriesgaron mucho.
 

Independientemente de que la Guía confunde la moral con la ética (moral es el conjunto de comportamientos morales –relativos al bien y al mal– de una persona o grupo y la ética es una reflexión filosófica sobre la primera), enuncia una serie de recomendaciones para que el ciudadano se comporte bien y así se logre la ansiada y radical transformación del país.
 
La Guía se adentra en temas muy complejos cuyo tratamiento exige el mayor cuidado y respeto, fundamentando cada aserto en razones perfectamente fincadas. Desde luego, esto no se logra en 27 páginas, en donde se abordan los siguientes temas: el respeto a la diferencia, la vida, la dignidad, la libertad, el amor, el sufrimiento y el placer, del pasado y del futuro, la gratitud, el perdón, la redención, la igualdad, la verdad, la palabra y la confianza, la fraternidad, las leyes y la justicia, la autoridad y el poder, el trabajo, la riqueza y la economía, los acuerdos, la familia y los animales, las plantas y las cosas.
 
Así, por ejemplo, el tema de la vida se trata en cincuenta palabras: «No hay nada más valioso que la vida, la libertad y la seguridad de las personas Cuida tu vida y la de los demás. No la desperdicies en cosas que tú mismo consideras que no valen la pena. Otórgale un sentido y un propósito hasta el fin de tus días». Y listo. Agotado el tema, cuando, como dice el filósofo Gabriel Vargas Lozano en una carta al presidente: «El valor de la vida humana debe ser exaltado frente a la situación en que nos encontramos en donde ciertas zonas de nuestro país han sido convertidas por el crimen organizado en verdaderos cementerios». De eso, nada.
 

Y cuando trata del sufrimiento, ese dolor silencioso y abrumador que invade a millones de seres humanos, de mexicanos, por estas pandemias que no parece importarles a muchos políticos, dice: «No te aficiones al dolor; llora tus pérdidas y sigue adelante. Cuídate y quiérete pero no disfrutes sintiendo lástima de ti mismo». Y sanseacabó. No nos aficionemos al dolor, como si todos los que hemos perdido familiares y amigos fuésemos masoquistas empedernidos. Eso es todo: llora y olvídate... Y perdona, aconseja paternalmente: «Pide perdón si actuaste mal y otórgalo si fuiste víctima de maltrato, agresión, abuso o violencia, que así permitirás la liberación de la culpa de quien te ofendió». Y abrázalo, para que su conciencia quede en paz...
 
La Dignidad se termina también muy pronto: «No se debe humillar a nadie (ni a los “adversarios”, ¿o sí?). La dignidad es el valor que tiene todo ser humano por el hecho mismo de ser persona y lo que lo hace sujeto de derechos universales; es también lo que lo hace merecedor del respeto de los demás. Nada ni nadie puede quitarte tu dignidad: ni la pobreza ni el hambre ni la agresión, la discriminación, la persecución o la cárcel. Nadie puede humillarte si no te humillas (¡Ah!). Defiende tu dignidad incluso en las peores condiciones y respeta la dignidad de los otros, porque de no hacerlo pierdes la tuya propia».
 
En la introducción se advierte: «El abandono de tales normas (las referidas en el libro) conduce más temprano que tarde a las conductas antisociales, al desprecio a la ley, a la destrucción de la paz y a la desintegración en todos los niveles de la sociedad».
 

Largo sería comentar los 20 temas, pero hay otros que sí lo han hecho, y mejor. Aquí solo recordamos a aquel paterfamilias que le decía a su hijo: haz lo que te digo, no lo que hago.
 
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