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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
Protegernos de nosotros mismos
Miguel Molina
4 de febrero de 2021
alcalorpolitico.com
Un mediodía de hace años, Toomas Hendrik Ilves, que entonces era presidente de Estonia, me dijo que el papel del gobierno en asuntos de la internet no es cosa fácil porque la ley y quienes hacen la ley están muy rezagados respecto del avance de la tecnología.
 
El mandatario –que impulsó la creación de una red inalámbrica de acceso nacional gratuito a la internet en su país, e instituyó un programa escolar que promueve la competencia tecnológica de todas las edades– habló en Ginebra durante un encuentro del Foro Económico Mundial sobre gobierno de la internet, y yo escuchaba.
 
El riesgo que corren quienes quieran regular la actividad en la internet es que "la tecnología de la información está muy lejos de la capacidad de comprensión de los legisladores y de los gobiernos", explicó Ilves: los avances en este campo son muy rápidos, y la capacidad de comprensión de quienes hacen las leyes es muy lenta.
 

Cuando mucho una semana de monólogos
 
Así llegamos al día en que el senador mexicano de Morena, Ricardo Monreal, anunció que piensa presentar una iniciativa de ley para reglamentar las redes sociales en el país, "no para censurar, eliminar ni obstaculizar el derecho a la libre expresión de las ideas" sino para proteger ese derecho, y para evitar que un ente privado decida qué personas y qué contenido suprimir de su red.
 
Después de su anuncio, Monreal aseguró que se reuniría con los directivos de Twitter y de Facebook en México para discutir su proyecto, y que enviará su propuesta al Instituto Federal de Telecomunicaciones y a la secretaria (no a la secretaría) de Gobernación, para conocer sus opiniones.
 

El senador publicó en su sitio de internet Regular el caos, un documento que ofrece sus argumentos para reglamentar la actividad de los foros públicos, aunque afirme sin fundamentos, por ejemplo, que las redes sociales impulsaron la primavera árabe que permitió a países como Egipto o Túnez "liberarse del cariz autoritario de sus gobiernos".
 
El documento de Monreal señala que "el argumento en contra de regular públicamente las redes sociales es que se trata de empresas privadas cuyas personas usuarias (sic) aceptan los términos y condiciones (resic), y por lo tanto las empresas tienen el derecho de actuar conforme a esos lineamientos".
 
Pero –según el senador– el servicio que brindan esas empresas se otorga a través de la infraestructura pública, y "está comprobado que la falta de una regulación efectiva tiene consecuencias en el orden público, lo cual es enteramente competencia de los gobiernos".
 

El documento sobre el caos menciona una y otra vez la necesidad de un debate impostergable sobre los foros públicos de la internet, aunque el procedimiento que sigue su autor está al revés: quiere legislar mientras consulta, y no muestra mucho interés en las opiniones de "las personas usuarias".
 
Aunque el debate y la consulta no son asunto de una semana de monólogos aislados. Tendrían que ser ejercicios de un profundo diálogo público entre autoridades, empresas que manejan redes sociales, usuarios de las plataformas y académicos de toda laya. Pero no hay tal.
 
Lo que uno ve es la intención política de meter las manos en la plaza de la aldea global para "proteger el derecho a la libertad de expresión". Legislar y ya, que las instituciones nacionales se encarguen de regular el ancho mundo de la red y limpiar sus rincones oscuros para protegernos de nosotros mismos.
 

Desde el balcón
 
Llueve. No ha parado desde quién sabe cuándo. Y en estos días uno se entera de que murieron Elena Balderas, amiga de nuestra infancia, y Juan Pelayo Roa, con quien tanto quisimos para Misantla. Fueron buenas personas y no desearon mal a nadie. Uno los recordará con gusto y con tristeza en otra tarde cuando salga al balcón y vea llover, como ahora...