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Columnas y artículos de opinión
¡Y por fin, mi vacuna!
Helí Herrera Hernández
15 de marzo de 2021
alcalorpolitico.com
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twitter: HELÍHERRERA.es
 
Desde el miércoles 10 empezaron los rumores en >radio bemba<, aunque no los tome muy en serio, debido a los lugares que señalaban como sitios para aplicar la vacuna tan ansiada: eran inverosímiles.
 
Ya el jueves 11, mi hijo me da la noticia: acaba de salir el anuncio del gobierno del estado; es oficial, se viene la vacunación contra el Covid-19 para Xalapa del 13 al 22 de marzo. Te toca el domingo en el Olmo y, me empezó a saltar el corazón (o creo que eran mis arritmias)... ufffffff, por fin, después de una larguísima pesadilla de un año, podría empezar a ver el final del túnel.

 
Empecé por verificar los requisitos que pedían, dándome a la tarea de irlos agrupando el viernes, revisándolos dos veces el sábado para que no me fuera a faltar ninguno, y fuera ello obstáculo para no recibir la inoculación el domingo.
 
Estuve atento, por tanto, al proceso de vacunación en la capital del estado el sábado, siguiendo los pormenores del mismo, leyendo en periódicos y distintos portales electrónicos las colas que se formaron en los 13 sitios que se instalaron para aplicar la inmunización, que dicho sea de paso fue un verdadero problema en el estadio Xalapeño, así como en el lugar donde a mi me tocaba, por la completa desorganización de todos los involucrados en el proceso, de allí que tomara la decisión de irme lo más temprano que se pudiera al >Olmo<, para evitar que en una de esas, se fuera acabar la vacuna y ya no me tocara.
 
Llegó el domingo y con él, el ansia aumentaba en las primeras horas de este día. Prácticamente sin dormir, partí al sitio y a eso de las 7:20 de la mañana la cola, que ya era larga, empezó a moverse, enrumbándose al estacionamiento de la torre El Olmo donde se apreciaban decenas y decenas de sillas ya bien acomodadas para recibir a los que íbamos por la inoculación. Alrededor se movían cientos de personas en el área que acompañaban a sus padres o abuelos; autos que se detenían sobre la misma rúa para bajar a más personas que ya llegaban casi a la hora de inicio de la vacunación, y las voces de los y las Servidoras de la Nación, que después de la experiencia de ayer, ya se mostraban mucho mas ágiles en la logística y daban órdenes precisas, concretas, sobre lo que teníamos que hacer y qué documentos debíamos llevar en las manos para verificar si nos tocaba en ese lugar la vacuna, y si cumplíamos con los requisitos.

 
A las 7:35 de la mañana ya estaba sentado dentro del sitio y desde allí, observaba las mesas donde llegarían las vacunas y se apostarían los vacunadores.
 
Comenzaron las visitas de los tan vapuleados Servidores de la Nación para irnos checando la letra de nuestro apellido en la credencial de elector; luego el CURP, el registro que habíamos hecho en la Secretaría de Salud, los comprobantes de domicilio; luego las enfermeras para preguntarnos si somos hipertensos, diabéticos, si tenemos problemas con el corazón.
 
Todo apuntaban, mientras a cada respuesta que dábamos nos miraban a los ojos, como si éstos pudieran desmentir las respuestas que espetábamos; de allí otras enfermeras que nos pasaron poniendo el oxímetro en el dedo índice, separando a los que no tenían arriba de 92; a los 5 minutos otra enfermera para tomarnos la temperatura y volviendo a preguntar sobre nuestro males y hasta el final, un doctor que se entrevistaba personalmente con cada ciudadan@, dándole la recomendación de que si habían tenido Covid en las últimas semanas, o cáncer, o VIH, no podían acceder a la inoculación.

 
A las 8:05 afuera del recinto un chirriar de llantas que nos hace voltear. Varias camionetas se detienen abruptamente custodiadas por miembros del Ejército, de la Marina Armada de México, de la Guardia Nacional; se bajan médicos, doctoras, enfermeras cargando bolsas de jeringas y los militares las tan ansiadas vacunas. Espontáneamente surge el aplauso unánime de todos los que nos encontrábamos en el estacionamiento que les hace arrancar sonrisas a los portadores de los chalecos con las siglas de Servidores que comentaron: “hoy llegaron una hora antes las medicaciones, lo que augura que vamos muy bien”.
 
Y en efecto, habrá que precisarlo, distinto a lo que sucedió ayer, hoy domingo lucen muy bien organizados todos los que participan en el proceso. A las 8:45 y ya con más de 300 gentes sentadas arrancan los vacunadores y vacunadoras con un promedio de un inoculado cada minuto, lo que hizo ágil, agilísimo el desarrollo de la aplicación de la vacuna a grado tal, que a las 9:25, ya con reposo incluido por si había reacción, estaba saliendo del recinto con las ultimas indicaciones dictadas por las doctoras y médicos que revisaban, primordialmente a las personas hipertensas: a) pueden tener estas reacciones b) deben tomar estos medicamentos en las siguientes horas c) recuerden que se les puso la vacuna Pfizer y que su segunda dosis será dentro de un periodo de 21 a 45 días; d) nada de bebidas embriagantes por 48 horas e) les va dar sueño y/o dolor de cabeza y tal vez alergia; f) se les puede hinchar su brazo etc., etc.
 
Para mi, después de mas de un año de cuidados intensos, el levantarme de la silla 90 que se me asignó, y caminar rumbo a la mesa donde se me iba a inocular, fue como el sendero del sueño deseado, lo digo sinceramente: parecía que iba flotando porque ni siquiera escuche los saludos que me dieron algunos conocidos que también allí estaban, me enrumbaba embelesado, siguiendo a la Sierva de la Nación que me marcaba la mesa donde me senté y recibí, en 45 segundos MI VACUNA, la tan ansiada vacuna que me dará más tranquilidad y seguridad.

 
Fueron unos cien pasos, cien pasos que había añorado y que gracias a la ciencia y los científicos se hicieron realidad en menos tiempo del que había pensado. Ahora habrá que seguir con los cuidados, pero con más tranquilidad, a esperar 21 o 45 días para recibir la segunda dosis, porque habrá que terminar diciendo que, desde que me senté frente a la vacunadora jamás le quite la vista a la jeringa, al movimiento que ésta hizo para quitarle la tapa a la misma; al como tomó el vial de la vacuna y pinchándolo le extrajo el elixir para luego decirme: >va el piquete señor, voy aplicarle SU VACUNA<.