icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
Aberrante no vacunar médicos
Alfredo Ríos Hernández
16 de abril de 2021
alcalorpolitico.com
*Crimen y desesperanza
*Campañas pandémicas
*Polémicas por las galletas
 
Solamente a quién se encuentre habituado a “las ocurrencias” en los ámbitos gubernamentales, precisamente “se le ocurriría” señalar como “inmoral”, o cuestionar los niveles de tal cualidad a quienes como prestadores de servicios médicos, refieren la necesidad de ser vacunados y buscan alternativas para ello, porque es indudable que los prestadores de servicios médicos, enfermeras, médicos y personal en lo general que por su propio trabajo transita por áreas con factibles niveles de contagios, afrontan cotidianamente niveles de alto riesgo en lo referente a la amenaza pandémica del covid-19, escenario de riesgo que incluso se extiende hacia sus hogares, hecho que debería ser cotidianamente valorado por las autoridades federales, estatales y municipales.
 

Porque incuestionablemente tales ámbitos de alto riesgo resultan claramente lógicos, no constituyen ni una ocurrencia ni un tinglado teatral para auto-favorecerse el personal médico de centros hospitalarios, sean públicos o privados, panoramas cotidianos de significativo riesgo que se antoja incomprensible que no sean claramente asimilados por las autoridades de nuestro país, tanto así que el propio Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, refirió con apunte acusatorio y tonalidades de condena (lo que ya constituye un escenario lamentablemente habitual) calificando como nefastos los reclamos del personal médico del sector privado del país, para ser vacunados con la inmediatez requerida.
 
Y es que el tema de la vacunación en espacios de elevado riesgo, como naturalmente lo son los centros de asistencia médica pública y privada, constituye un renglón que ni siquiera debería de originar polémicas, porque no se requiere ser avezado en temas de asistencia médica, para coincidir con la opinión que los programas emergentes de vacunación frente a la pandemia del coronavirus, deben de abarcar al personal de atención médica de todo el país, sean del sector privado o público, por la simple razón de que el pueblo de México está requiriendo de sus servicios precisamente para ser atendidos del mortal contagio, escenarios de auxilio médico al que los galenos y personal de asistencia no se niegan para brindar el auxilio, prácticas que se realizan en niveles de emergencia y que se ejecutan por parte de enfermeras, asistentes y galenos que no se encuentran protegidos con la vacuna en referencia.
 
Tienen razón quienes califican la negativa del sector gubernamental para vacunar a médicos y enfermeras, e incluso asistentes hospitalarios en lo general, como una acción no sólo irreflexiva, sino imprudente y de alto riesgo para un amplio sector de la población, como lo es el personal de centros médicos y consultorios al que acuden miles o millones de mexicanos, para ser auxiliados ante la amenaza de los efectos pandémicos.
 

Es incuestionable que el vacunar primero a los ancianos tiene una razón de ser, derivada de que el natural desgaste físico de las generaciones mayores, constituye un mayor riesgo si es agredido por el coronavirus en referencia, pero incuestionablemente los que se encuentran precisamente frente a los ancianos portadores del coronavirus, así como no ancianos, pero también afectados por la pandemia, lo son los médicos y enfermeras de todo el país, tanto en ámbitos del sector público como en el referente al servicio privado, en ambos espacios se están salvando vidas al tiempo que se arriesga las del personal médico en lo general, por ello es de urgencia singular que los médicos y enfermeras del ámbito del servicio público como del privado, reciban “no el beneficio” sino la urgencia de la vacuna, en tanto que ellos exponen sus niveles de salud mucho más que nosotros los periodistas e incluso mucho más que los funcionarios públicos, incluyendo a los alcaldes, gobernadores y obviamente al Presidente de la República.
 
Por ello en los inicios de estas líneas, referimos lo inapropiado de la injusta calificación que en los ámbitos del Palacio Nacional, se está otorgando al sector médico del país en torno al reclamo y la urgencia, para que se proceda a la vacunación en los espacios de centros médicos privados y del personal médico en lo general, porque en tales niveles también se están salvando vidas de mexicanos y, es justo, así como urgente, que se vacune a médicos y asistentes en todo el país... Argumentar y sostener lo contrario, bien podría ser considerado hacia el presente y el futuro como “una aberración histórica”.
 
Lo que se lee
 

Víctimas por asesinato siguen engrosando el listado de crímenes en tierras veracruzanas, región jarocha en donde por momentos se presume que los niveles de criminalidad decrecen y luego, los mismos voceros enmudecen por el registro de crímenes, cuyo listado una semana decrece y a la siguiente se agiganta.
 
Los escenarios violentos constituyen el claro reflejo fundamental de dos factores, el primero de ellos es que la violencia, sigue representando una práctica del uso del terror y el exterminio, no sólo como vía para dirimir rencillas en núcleos habituados a tales escenarios, sino también como resultado de la espantosa práctica en los marcos delincuenciales, en contra de víctimas indefensas y ajenas a los pantanos del crimen.
 
Obviamente que el crimen existe por lo irrelevante de las investigaciones y efectos policiacos en favor de la tranquilidad social, niveles de seguridad donde se tolera que florezca la inseguridad, áreas ya claramente identificadas por los grupos delictivos, mismos que siembran inestabilidad creciente en espacios donde priva la desesperanza y se incrementa la preocupación.
 

Y pese a que seguimos en materia de inseguridad en renglones alarmantes, nuestras autoridades predican “que vamos bien” optimismo desfasado que sólo confirma la impotencia que priva en la administración pública, para restablecer en el marco social la tranquilidad que la sociedad reclama desde mucho tiempo atrás.
 
Todo hace indicar que la colectividad debe continuar practicando su autoprotección, reduciendo sus niveles de libertad y tranquilidad, adaptándose cada día con mayor notoriedad a las prácticas del distanciamiento social, no sólo por la pandemia del coronavirus, sino de igual forma por la “pandemia de la virulencia y la inseguridad” que priva tanto en espacios veracruzanos , como en muchas otras regiones del país, hechos que se registran “sin fecha ni calendario” que están quebrantado el bienestar de los veracruzanos.
 
Lo que se ve
 

Ni se atreva Usted a practicar apuestas sobre panoramas diferentes a los que habrán de ser las desangeladas campañas electorales, las que se encuentran no sólo precedidas por los efectos pandémicos, sino que se ejecutan en esos lamentables marcos de distanciamiento social, llamado caprichosamente como “sana distancia”...
 
Y la verdad que muy recomendable resulta, en verdad guardar la apropiada distancia de muchos de los candidatos, mismos que fingen que recorrerán paso a paso y puerta por puerta, todos los municipios de sus respectivos distritos, lo que incluso no se ha realizado ni en tiempos “sin” sana distancia, referencia que obliga a predecir la realización de campañas “sui-géneris” con candidatos también especialmente singulares.
 
Y la referencia de que “serán singulares” es porque muchas de sus acciones las aplicaran por vía de la cibernética, como nunca antes en la historia de las campañas electorales, hecho que “transformará” a los candidatos en entes cibernéticos, que en lugar de tocar a sus puertas buscaran la forma de timbrar en su celular... ¿Hasta dónde tales prácticas registrarán resultados positivos?... Ya veremos.
 

Lo que se oye
 
El colmo de la ociosidad es que un grupo de activistas inicien una campaña contra “la galleta de animalitos” sosteniendo el argumento que “el comer galletas de animalitos incentivan el sentimiento de superioridad hacia otros seres vivos”...
 
Hoy se argumenta que dichas galletas generan “malas conductas en los niños”, porque crecen sintiéndose superiores al resto de los animales y todo ser vivo.
 

O sea, que todos los actuales adultos mayores que de niños disfrutamos de las galletas de animalitos y que de ancianos seguimos haciéndolo, estamos estimulando el sentimiento de superioridad hacia nuestra descendencia en torno a otros seres vivos... Qué manera de generar confusiones en escenarios que, por decenas de años los viejos hemos ignorado... Disfrute Usted de un excelente fin de semana.