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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
Acierto el reducir salarios
Alfredo Ríos Hernández
28 de julio de 2021
alcalorpolitico.com
*¿Y de qué presumimos?
*Gasolina para dictadores
*Ladinos con voz celestial
 
El discurso del Presidente Andrés Manuel López Obrador, sobre reducir los salarios de funcionarios públicos cuando éstos resultan excesivos, incuestionablemente constituye un acierto, mismo que el colectivo social en significativa medida respalda con aplausos, porque nadie podría argumentar que un salario que alcance la cifra de cien mil pesos, ya en sí es más que suficiente para que una familia viva satisfactoriamente, incluyendo en esos escenarios los gastos regulares de la familia.
 

Y no se trata de crear funcionarios públicos pobres, se trata que los salarios no resulten (por sus dimensiones) incluso ofensivos para el colectivo social, porque indudablemente la cifra en referencia es sobradamente suficiente para casa, vestido y sustento, incluyendo en ello las colegiaturas de los hijos en centros escolares o universitarios de buen nivel... Si, cien mil pesos alcanzan para ello, e incluso para fortalecer un ahorro que resulte útil ante emergencias o satisfactores, en tanto que todo tiene un costo en la vida.
 
Los cargos públicos incuestionablemente deben ser cubiertos con salarios “apropiados”, pero en tales contextos debe considerarse que actualmente en México (bajo las actuales condiciones económicas), un salario de cuarenta mil pesos mensuales no es ya fácil de encontrar, incluso para prestigiados profesionistas, sin embargo muchos de ellos registran ingresos superiores, de 50 y 60 mil pesos, más vehículo de la empresa, combustible y gastos de representación, espacios en los cuales un mexicano puede registrar un apropiado nivel de vida, que resulta también de satisfacción para su familia.
 
En la función pública ha sido tradicional argumentar que los salarios “son singularmente elevados” porque no son de planta, sin embargo conocemos figuras dedicados a la política que tienen décadas recibiendo significativos ingresos como funcionarios públicos y ejemplo de ello es el actual Presidente de México, como lo han sido casi todos los expresidentes y muchos otros (miles) otros funcionarios, incluyendo a legisladores, funcionarios en el ramo de administración de justicia y ya no se diga a burócratas de elevado niveles, que han permanecido por décadas captando ingresos de las arcas nacionales, estatales e incluso (en menores dimensiones) municipales.
 

Siempre se ha sostenido que burócratas y funcionarios se distinguen porque los primeros “son permanentes y muchos de ellos dirigentes sindicales”, mientras que los funcionarios públicos están y se van, pero ciertamente muchos son los que retornan y permanecen en ése retorno “toda una eternidad” y es obvio, que el retorno tiene su origen en los dividendos que se obtienen, o sea, ingresos más que suficientes para vivir con clara comodidad.
 
Muchos son los presidentes de la República, Gobernadores y legisladores, que por años y bien vale referir “por décadas” se han mantenido en posiciones económicamente decorosas de la función pública, lo que por lógica no sólo forma parte del afán de servir, sino también por los niveles de bienestar que de una u otra forma pueden garantizar los cargos públicos enmarcados en el sistema gubernamental, legislativo o de administración de justicia, sin ignorar los cuerpos “anexos” como lo pueden ser los órganos electorales.
 
Claro que vivir bien es en parte un derecho y, en parte, la apasionada entrega hacia el esfuerzo cotidiano de capacitación y laboral, que nos permita abrirnos paso hacia mejores niveles de vida, pero todo ello debe cumplirse en los marcos de la legalidad y de lo que ello se deriva en lo concerniente a ingresos.
 

Desayunos, comidas, cenas, viajes vacacionales, hoteles, residencias, vehículos, choferes, combustibles, jardineros, servidumbre del hogar, con frecuencia son costos que se adhieren a los recursos oficiales del área gubernamental en la que laboramos, tanto así que “el jugoso salario” es destinado a engrandecer el patrimonio familiar... Tales hechos son historias reales y numerosas, que obligan la realidad financiera de nuestro país a referir con frecuencia al colectivo social: “Miren, nuestro diputado se sacó la lotería” y, la verdad “que sí se la sacaron”.
 
Por todo ello y un poco más, se debe coincidir con el Presidente López Obrador, en que los salarios de los funcionarios públicos (o mejor dicho) sus ingresos, simple y sencillamente sean claramente decorosos y se ajusten a la realidad financiera de nuestro país... Que sean decorosos y suficientes, pero no pretenciosos y abusivos.
 
Lo que se lee
 

Se presume en el Palacio Nacional e incluso en “las mañaneras veracruzanas” que en el régimen actual no se violan los derechos humanos y, no faltan quienes reflexionan si acaso la prolongada carencia (casi tres años) de medicamentos para auxiliar en su dolor a los niños agredidos por el cáncer, no constituye una notoria y aberrante violación a los derechos humanos, ejecutada precisamente contra el sector más valioso e indefenso del colectivo social, tesoro de la humanidad como lo son los niños de México y de todo el mundo.
 
Decía mi abuelo que todo funcionario público “debería poner cotidianamente sus barbas a remojar” porque la administración de justicia “por la casa empieza”... Y hoy, cuando ya se habla de proceder al enjuiciamiento de expresidentes del territorio mexicano, bien valdría que los del pasado, como los del presente y el siempre cercano futuro, también remojaran la barbilla, porque mire Usted que existe (y habrá aún más hacia el futuro inmediato) “mucha tela de donde cortar”... Sólo es cosa de darle tiempo al tiempo y nos amanecemos, enlistando candidatos pero ahora para el banquillo de los acusados.
 
Lo que se ve
 

Y... ¿Quiénes requieren de gasolina entre la población cubana? que no sean precisamente los caciques dictatoriales que por décadas han martirizado al pueblo isleño, como para que México ahora se convierta en cimiento financiero, de quienes han humillado y explotado por cuatro décadas a la población en lo general, obsequiando gasolina a un régimen dictatorial que en nada ha logrado bienestar para la colectividad y, por el contrario, ha sembrado terror, obscuridad, pobreza y desesperanza.
 
Acaso en México tenemos cerrados los ojos sobre los espantosos resultados de una Revolución que ha sumido en la ignominia al pueblo cubano, que vive angustiado buscando (por décadas) respirar en los marcos de la libertad y bienestar para su familia y quienes viven en su entorno, aspiraciones que sólo obtienen quienes forman parte de un régimen cuyos integrantes son la causa del espantoso sometimiento sobre el pueblo cubano, quien apenas hace unos días ha sentenciado a un año de prisión (¿saldrán con vida?) a quienes se atrevieron a manifestar su desacuerdo contra la dictadura, mientras que en México a ése mismo cuerpo dictatorial le enviamos de obsequio millones de litros de gasolina... Las contradicciones de siempre.
 
Lo que se oye
 

Vivir en libertad y con oportunidades para el desarrollo y el bienestar, es afán de todo ser humano, más allá de consignas partidistas e incluso de ideales de “líderes sociales” quienes, la mayoría de las veces terminan por mostrar el cobre que de siempre han encubierto, en ese marco de objetivos hacia un mayor bienestar, muchos son los falsos profetas o los ladinos con voz angelical y emotiva, más atraídos por el afán del poderío que por servir con lealtad y efectividad a la sociedad.
 
Hoy en México se propone enjuiciar a los expresidentes, cuando se debe enjuiciar a todo el que violenta la Ley, sin que para ello se requiera de una consulta pública, la cual incluso podría otorgar paso hacia espacios de ilegalidad, porque se está señalando anticipadamente como pecador a quien no se ha sentado frente al confesionario y está libre de culpa si para ello no existe determinación de tribunales en su contra y, en ocasiones, incluso con tales dictámenes podrían resultar inocentes, porque ni en los juzgados existen seres humanos infalibles.
 
Pero en México debemos registrar con toda nitidez, que no todo lo que brilla es oro, ni todo lo opacado por el descuido deja de serlo... Ahí la dejamos.