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Columnas y artículos de opinión
Causas y efectos
Escuelas contaminadas
Alfredo Ríos Hernández
31 de agosto de 2021
alcalorpolitico.com
*Yerros persistentes
*Decrecen oportunidades
*Terror en México
 
Las encuestas realizadas en pasadas fechas en torno al nivel de aceptación sobre el reinicio de clases presenciales, de acuerdo al panorama que ayer lunes se registró en los centros educativos, refirió por sí mismo, que las familias mexicanas efectivamente catalogan de elevado riesgo el que los niños acudan a sus respectivos centros educativos, sobre todo en lo referente a instituciones del sector público, espacios en los que tiempo atrás se encuentran desde el punto de vista sanitario en marcos de notorio descuido.
 

El desgano hacia la aplicación de prácticas de mayor higiene resulta claramente notorio, tanto así que hasta el sector magisterial ya se ha involucrado en una especie de aberrante tolerancia, hacia escenarios anti-higiénicos con tazas “sanitarias” cubiertas de sarro, al igual que lavabos y ya no hagamos referencias a pisos, paredes y ventanas.
 
Claro que existen excepciones en escuelas que registran mayor atención en tales renglones, pero éstas son las mínimas, las cuales (en ocasiones) también son impactadas por el descuido y la ausencia del indispensable aseo.
 
La realidad es que lo antihigiénico en centros escolares, incluso también llega a referirse en escuelas particulares, tales criticables y peligrosos escenarios dada la amenaza que constituyen para la salud de alumnos e incluso de maestros y personal en lo general, debiera de representar una tarea cotidiana invariablemente supervisada por un equipo de trabajo permanente dedicado a evitar la intolerable inmundicia que con recurrencia priva en espacios educativos.
 

El panorama en referencia no es una referencia novedosa ni para los maestros, ni para los padres de familia y, aún menos menos para las autoridades educativas, e incluso resulta válido el referir que dicha peligrosa alteración en los renglones de salud, a la que son expuestos los alumnos y el personal tanto magisterial como administrativo (con o sin tiempos pandémicos) debería de registrar un giro de elevadas dimensiones, para rescatar limpieza donde es obligado que impere pulcritud, sobre todo en los espacios donde el divino tesoro de todo núcleo social, como lo son quienes integran “el orgullo de nuestra descendencia” es instruido y dotado (vaya paradójico escenario) de conocimientos y valores para su desarrollo integral y en beneficio de su bienestar y del correcto desarrollo en nuestro país.
 
Pero la que verdad, la higiene al interior de un centro educativo, no debería aplicarse con marcada eficacia “sólo en tiempos de contagios pandémicos”, sino que debería de representar una práctica, un hábito, una cultura claramente arraigada en absolutamente todos los estratos del colectivo social, pero a más de ello, una tarea de supervisión y corrección cotidiana por parte de las diversas estructuras gubernamentales, me refiero a las alcaldías, las gubernaturas y la misma Presidencia de la República.
 
La higiene escolar no debe ser una tarea extenuante y extraordinaria en tiempos de pandemia, sino como ya señalamos, debe reflejar una cultura practicada día tras día impecablemente por el colectivo social, que precisamente por los riesgos que de siempre privan en contra de la salud, ineludiblemente obliga a su práctica cotidiana... Pero las referencias que advertimos dejan constancia, que mucho nos falta en materia de higiene en los preocupantes espacios escolares de nuestro país... ¿Qué no sucederá en otros círculos de nuestro hábitat?
 

Lo que se lee
 
Violencia sin freno es lo que abarca cotidianamente en amplios espacios tanto de las redes de internet, como en los tradicionales medios de comunicación, agresiones sin fin que ya conforman parte de la cotidianidad, pese a la cual no es posible “dejar pasar” (porque constituye la violencia una referencia permanente en los entornos de todos los mexicanos) asaltos, extorsiones, robos a casas habitación, secuestros, referencias que se fueron incrementando al igual que el derramamiento de sangre, panoramas que dejaron de ser esporádicos para convertirse en una constante al interior de los diversos núcleos sociales, actividades enmarcadas en el terror “que llegaron (aparentemente) para quedarse”...
 
Las estadísticas en materia de inseguridad no benefician los espacios al interior de tierras mexicanas y, mucho menos hacia el exterior, efectos nocivos que impactan aún con mayor desgaste del colectivo social, porque pareciera que se ha convertido en un demérito nacional sin fin, reflejando lo que siempre será preocupante, al proyectar niveles de clara impotencia para detener sus lacerantes impactos.
 

Pandemia, inseguridad y declive productivo, parecieran caballos apocalípticos que nos inducen cada día más hacia la desestabilización social y económica, precisamente por su persistencia, misma que por sus propios efectos, exhiben nuestras notorias debilidades... ¿Habrá corrección en las venideras rutas del país?
 
Lo que se ve
 
Cierto... Los niveles de inseguridad en el territorio veracruzano y del país en lo general, no constituyen escenarios nuevos, pero una de las causas que motivaron un “golpe de timón” entre el electorado, para arribar a la “prometida transformación” fue precisamente la aspiración que los hechos delictivos decrecieran y, al mismo tiempo, se lograran recuperar mayores niveles de tranquilidad social, que a su vez se reflejara en más inversión productiva con mejores fuentes de empleo.
 

Ni lo uno y ni lo otro se ha logrado consolidar hasta la fecha, por el contrario, la inseguridad persiste y las oportunidades de crecimiento económico siguen decreciendo.
 
El clásico dúo de escenarios siempre desestabilizadores agudizó sus efectos negativos ante las agresiones pandémicas, mismas que agregan complejidad a la solución de los dos problemas, que se pensaba podríamos haber reducido en los dos primeros años de los actuales estilos gubernamentales, pero la cruda realidad nos coloca con los mismos problemas de antes (sobre todo económicos) agudizados por una crisis en el renglón de salud pública, que prácticamente ha captado el mayor rango de atención en los espacios gubernamentales... ¿Hasta cuándo?
 
Lo que se oye
 

De acuerdo a evaluaciones realizadas por medios de comunicación mexicanos, en nuestro territorio nacional un promedio de doce menores de edad integrado por niñas y niños, son declarados como desaparecidos de manera diaria, los datos difundidos igualmente por la ONG refieren que desde el primero de enero del presente año al 27 de agosto, “se han registrado una cifra de 114 personas menores entre recién nacidos y 17 años de edad, mismas que no han sido localizadas.
 
En el propio reportero que acredita el sistema informativo “Milenio” se advierte que “más de 90 mil personas han sido desaparecidas o no localizadas en los últimos años”.
 
Basta y sobran los datos en referencia para dimensionar con claridad los terribles escenarios (que en materia de seguridad y bienestar) transitan en la actualidad los mexicanos, lo que obviamente reclama de acciones notoriamente más eficientes en materia de seguridad, porque hasta el momento es la inseguridad una de las amenazas más significativas que deterioran al desarrollo integral en el territorio mexicano... Ahí la dejamos.