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Columnas y artículos de opinión
Diario de un reportero
No está usted solo. O sola
Miguel Molina
2 de septiembre de 2021
alcalorpolitico.com
Digamos que usted vivía en una zona afectada por el paso del huracán. Perdió casa, muebles, animales, cosecha, todo. Pero no tiene por qué preocuparse, porque la ayuda no tarda: sólo hay que esperar a que alguien llene los nuevos Lineamientos de Operación Específicos para atender los daños, cuya evaluación puede tardar hasta treinta días.
 
No hay luz. Hay lodo por todas partes, y muchos no saben qué hacer porque perdieron todo. No hay que preocuparse. Una vez hecha la evaluación, hay que esperar a que se emita una Declaratoria de Desastre, acompañada por una solicitud de corroboración de ocurrencia de un fenómeno natural perturbador, e instalar un Comité de Evaluación de Daños, auxiliado por subcomités que tendrán la responsabilidad de hacer la evaluación de esos daños en treinta días hábiles contados a partir del día siguiente de la instalación del Comité, aunque pueden tomar más días para concluir su trabajo.
 
No se puede entrar ni salir de donde usted vive. No se puede ir a ninguna parte. La gente tiene sed. Algunos comienzan a sentir hambre. Otros están enfermos. Muchos todavía tienen miedo. Otros están molestos (encabronados, dicen ellos). Casi todos piensan que los olvidaron. No saben que hay que registrar qué, quién, dónde, cuánto vale, por qué.
 

Aquí y allá llegan camiones que otros, en otras partes, cargaron con solidaridad comida y agua y cosas necesarias para lo inmediato. Pero esa ayuda no alcanza. Irse puede ser tan peligroso como quedarse, aunque sea mientras los subcomités revisan los efectos del fenómeno natural perturbador en la infraestructura pública, en las áreas naturales protegidas, y en especial las carreteras, las instalaciones culturales y deportivas, en los sectores naval, pesquero, acuícola, forestal y de viveros, en el sistema hidráulico, en monumentos arqueológicos, artísticos e históricos, en el manejo y almacenamiento de desechos sólidos, en el sistema de salud, en la actividad turística, en los entornos urbanos, en las viviendas, en las zonas costeras, todo eso.
 
Y entonces quienes integren los subcomités tienen que levantar, evaluar y cuantificar los daños, y registrar con fotografías la georreferenciación satelital (lo juro) de cada una de las obras y acciones a realizar. Puede ser que usted todavía no tenga casa, ni modo de ganarse la vida, ni cobijas ni médicos ni medicinas si se ofrece, ni suficiente comida para irla pasando. Puede ser. Pero es lo que hay.
 
De todos modos el Comité tiene que convocar a una reunión para que los subcomités presenten los anteproyectos de los sectores afectados (aunque en realidad tienen que entregar esos documentos un día antes de la reunión, y si no lo hicieran se joderán irremediablemente y sin ayuda los sectores de las zonas afectadas que les tocó evaluar).
 

Mientras se abren los caminos y se despejan las carreteras, y usted lamenta lo que perdió, alguien – tal vez los subcomités – tiene que entregar una lista de obras y acciones en cada municipio o alcaldía, en cada localidad, en cada domicilio.
 
Hay que decir si la infraestructura que se dañó es propiedad estatal o federal, qué daños hubo, a cuántas personas afecta, qué se recomienda para reconstruir, cuánto cuesta, quién va a reconstruir, en cuánto tiempo, y probar que hay una póliza de seguro vigente y aplicable, e informar cómo se apoyó a cuántos cuando hubo otro huracán. La lista no menciona casas privadas ni fincas ni casi ninguna otra cosa que usted conozca.
 
La historia que cuenta el colega Javier Salas Hernández en alcalorpolítico.com ilustra el largo y sinuoso camino de la solidaridad con quienes han perdido lo que tenían. Pero la solución está cerca después de tanto ir y venir. Una vez que se sepa todo, la Coordinación Nacional de Protección Civil podrá solicitar información adicional y eventualmente emitir una declaratoria de desastre natural para la atención de las afectaciones, antes de que vengan Kate, Larry, Mindy y las tormentas y los huracanes que siguen. Así que no está usted solo. O sola. La ayuda viene en camino. Ánimo.
 

Desde el balcón
 
Uno brinda y recuerda un sábado de hace tiempo.
Ella duerme./ Llega la madrugada con sus cosas,/ Los extremos del calor y del frío/ Donde están las raíces del sueño,/ El vuelo de las seis y media,/ El primer tren que gime y se aleja crujiendo,/ El río discreto que transcurre bajo el puente/ Cercano, el canto de ruiseñores anónimos, la luz/ Difusa en la ventana, la mañana de nunca antes/ En cuya penumbra él se acomoda para verla mejor.
 
Se acoda y canta inclinado sobre el perfil reciente,/ Sobre el rostro que le corta el aire con su filo/

Amoroso, y recuerda su mirada sin precedentes./ Ella duerme,/ concreta y diáfana, blanquísima en la sombra/ Y quieta, fulgurante, una siesta sin sobresaltos./ A veces parpadea./ Él la mira y piensa que sólo eso faltaba.